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Este síndrome consiste en una alteración del funcionamiento del tubo digestivo que produce molestias intestinales; sin embargo, en las personas que lo padecen no se aprecian alteraciones anatómicas significativas que se puedan identificar como causantes de este trastorno.
Esta enfermedad consiste en la aparición de acúmulos en las vías urinarias de productos cálcicos o ácido úrico, sustancias que normalmente se disuelven en la orina. Para intentar evitar su aparición, es conveniente practicar ejercicio y seguir una dieta variada.
Con la edad y los cambios hormonales, que experimentan de manera especial las mujeres, el dolor en los huesos comienza a aparecer, en muchos casos debido a la artrosis.
La DMAE puede aparecer en la madurez, y el riesgo aumenta con los años. Además, los grupos de población más propensos a padecer DMAE son las mujeres, los fumadores, las personas con antecedentes familiares de DMAE y quienes tienen niveles altos de colesterol en sangre.
Se considera que hay hipertensión cuando la presión arterial sistólica (fuerza con la que sale la sangre del corazón) es superior a 140 milímetros de mercurio (mm. Hg) y la presión diastólica con la que se llena de sangre el corazón) sobrepasa los 90 mm. Hg.
Escuchamos la palabra “cáncer” y el miedo nos entra por el cuerpo. Es difícil no ponernos en el peor de los casos cuando nos lo diagnostican; sin embargo, en los últimos años, la medicina ha conseguido grandes progresos que nos permiten afrontar esta enfermedad de una forma más eficaz y segura.
Muchas personas que sufren pérdidas de orina temen la llegada del verano, porque viajan y pasan más tiempo fuera de casa. Pero es posible olvidarse de este problema siguiendo estas claves que ayudan a mantener este trastorno bajo control.
El tiroides es una glándula localizada en la parte anterior del cuello donde se fabrican las hormonas tiroideas. El ritmo de producción de esta “fábrica” está controlado por otra hormona, llamada TSH (hormona estimulante del tiroides), cuya función es que las hormonas tiroideas estén en los valores adecuados.
No es solamente una fea costumbre que produce un efecto estético lamentable en nuestras manos. El hábito compulsivo de comerse las uñas (onicofagia) puede acarrear problemas más serios de lo que parece.
Para regular la temperatura del cuerpo, eliminar toxinas, mantener hidratada la piel e incluso como reacción ante determinadas sensaciones psicológicas (nerviosismo, temor), el organismo pone en marcha un mecanismo natural: la sudoración.