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Cada vez son más los adultos que acuden al odontólogo para ponerse ortodoncia, un tratamiento temporal que, aunque algo incómodo y a veces costoso, resulta imprescindible en muchos casos si lo que se desea es corregir no solo la estética, sino también la funcionalidad de los dientes.
Hasta hace pocos años, este tipo de tratamientos se realizaba exclusivamente en la adolescencia, pero, aun con sus limitaciones, hoy en día se realizan en un número creciente de adultos con resultados muy satisfactorios.
Aparatos de última generación ¿Vistos o no vistos?
Aunque hoy en día no llama la atención que una persona adulta lleve aparato, hay quien prefiere usar una ortodoncia que pase lo más desapercibida posible para evitarse complejos e inseguridades. Para cubrir esta demanda existen distintas modalidades de ortodoncias “invisibles” que, todo hay que decirlo, encarecen bastante el coste del tratamiento:
- Férulas transparentes diseñadas por ordenador que se van renovando periódicamente.
- Brackets de porcelana, también llamados blancos o transparentes. Apenas se notan, pero se rompen más a menudo. Además, no permiten tanto control como los metálicos, por lo que los tratamientos pueden ser más prolongados.
- Ortodoncia lingual. Los brackets se colocan en la cara interior de los dientes, de manera que no se aprecian a simple vista aunque sean de color metálico. Tiene bastantes limitaciones de aplicación, solo es válida en ciertos casos.
Hay limitaciones
Hay que tener presente que los tratamientos de ortodoncia que se realizan en adultos tienen exclusivamente el cometido de mejorar la alineación de los dientes, pero no de la estructura ósea que los sustenta, puesto que esto último deja de ser posible una vez finalizado el periodo de crecimiento, a partir de los 18 años de edad.
En la mayoría de los casos se logran los resultados deseados, por lo que merecen la pena la espera y las pequeñas incomodidades de este tratamiento.
¿Por qué animarse ahora?
Las causas y motivos por los que cada vez más adultos se animan a usar “aparato” son muy diversos:
- Por estética: La dentadura es nuestra “carta de presentación” ante los demás, y no hay duda de que lucir unos dientes bien alineados otorga armonía al rostro. Muchas personas consiguen verse y sentirse mejor tras lograr el objetivo deseado con la ortodoncia, lo que aumenta su autoestima.
- Para mejorar la higiene oral: Unos dientes mal colocados, montados unos encima de otros, impide un correcto cepillado, al no ser posible acceder fácilmente a todos los recovecos de la dentadura. De esta manera, es poco menos que imposible mantener un buen control de la placa bacteriana y del sarro, lo cual a menudo termina dando lugar a caries, gingivitis y enfermedad periodontal. Corrigiendo la posición de los dientes, estos problemas se atajan en gran medida.
- Para resolver otras alteraciones: Cuando los dientes de la arcada superior no engranan correctamente con los de la inferior, los dientes se desgastan de manera anómala y precoz en zonas concretas, al producirse fricción entre ellos (bruxismo). En casos muy severos, las piezas llegan a moverse debido a la destrucción progresiva de su soporte óseo. Al mismo tiempo, pueden doler los músculos masticatorios y aparecer problemas en la articulación temporomandibular que se manifiestan no solo en forma de dificultades para masticar, sino también con chasquidos sonoros y dolores de cabeza, de cuello e incluso de espalda. Con la ortodoncia se consigue corregir el “engranaje” entre los dientes y paliar estos problemas en medida de lo posible.
¿Cuál necesitas? ¿Móvil o fijo?
El odontólogo y el ortodoncista estudian pormenorizadamente cuál es la mejor opción para cada paciente. Hay diferentes opciones:
- Aparatos “removibles” (de quita y pon). Se utilizan cuando los movimientos que se quiere producir en los dientes son muy pequeños.
- Aparatos fijos. Son necesarios en los casos en los que los movimientos de las piezas deben ser más amplios o cuando hay que recolocar o “engranar” toda la arcada dentaria.
¿Cuánto tiempo?
La duración de los tratamientos con ortodoncia suelen oscilar entre 12 y 24 meses, y requiere el ajuste mensual del aparato por parte del ortodoncista, para irlo adecuando a los movimientos dentales que se pretende conseguir.