Protege tu piel del frío ¡Y tan fresca!

En verano, proteger la piel del sol nos resulta de lo más normal. Pero, ¿sabías que el frío también puede provocarte arrugas y envejecimiento precoz? Te detallamos el plan de acción más completo para proteger la belleza de tu piel en invierno.

La bajada de las temperaturas durante la estación invernal, la variabilidad térmica entre el interior y el exterior y la sequedad ambiental que provocan las calefacciones son unas severas agresiones para la belleza y la salud de tu piel. En esta época del año, factores climatológicos estacionales, como el frío y el viento, provocan una disminución en el metabolismo basal de la epidermis, lo que hace que esta se reseque. Por otro lado, las calefacciones contribuyen a la baja humedad del ambiente del hogar, lo que provoca la evaporación del agua de la piel.

La suma de todos estos condicionantes hace que la piel entre en un círculo vicioso: por una parte, la calefacción elimina la poca humedad que hay en esta época del año y seca la piel; y, por otra, el contacto con el frío exterior hace que la piel se escame y se vuelva quebradiza. Todo esto contribuye a una pérdida importante de elasticidad y a la formación de arrugas prematuras.

En algunos casos, las pieles más sensibles pueden sufrir descamaciones por el exceso de deshidratación o incluso rojeces en las mejillas –denominadas cuperosis–, que son producidas por la alteración de las paredes de los capilares como consecuencia de los cambios bruscos de temperatura.

Desde la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) recomiendan tener cuidado «al pasar de un ambiente caldeado por la calefacción al aire libre, con temperaturas muy bajas, pues aumenta la posibilidad de aparición de vasos dilatados con rojeces antiestéticas».

En casa, toma medidas

Echar mano de un humidificador o colocar pequeños depósitos con agua en los radiadores son algunas de esas medidas sencillas y efectivas que los expertos aconsejan para contrarrestar la sequedad en el hogar.

Pero eso no es todo: deberías asegurarte de que tu casa no esté a más de 22 ºC de temperatura ambiente, que es lo que dictan los expertos. 

Ten cuidado también si te das baños muy calientes y prolongados pues, aunque son especialmente agradables durante los meses de frío, resultan muy agresivos para el manto hidrolipídico de la epidermis. Por ello, los dermatólogos de la AEDV recomiendan una ducha rápida con agua tibia y siempre con jabones de pH neutro que respeten la piel.

Por su constante exposición al aire libre, las zonas que más sufren durante estos meses son las manos, la cara, el cuello y los labios, por lo que requieren cuidados especiales. La cara, al ser la zona más expuesta a las inclemencias del tiempo, necesita mayor protección frente a la deshidratación que producen los agentes invernales –con cremas muy ricas que contengan agentes emolientes– y frente al sol –con protección solar media también incorporada–. La piel del cuello también es muy fina y frágil y, aunque suele estar más cubierta, debe llevar una hidratación adecuada.

La crema solar, siempre

También es necesario que protejas los labios a diario. Evita que estén húmedos cuando salgas al exterior con frío, pues se resecarían, y aplícate un protector solar de mantecas puras naturales como los de karité o cacao, que, además, los protegerán de los rayos nocivos del sol. Tampoco te olvides de las manos, pues realizamos muchas tareas con ellas y pocas veces las llevamos protegidas, además de ser la parte del cuerpo que más lavamos a diario. Por ello también es la más expuesta al envejecimiento solar –manchas– y la sequedad, que llega a producir grietas. Para prevenirlas, sécalas siempre muy bien después de cada lavado y utiliza una crema específica enriquecida o un aceite vegetal a continuación. Si tienes un problema especial de sequedad recuerda aplicártela generosamente por la noche: al día siguiente verás los resultados. Al terminar la higiene diaria aplícate también aceites o cremas hidratantes en el cuerpo, con especial hincapié en codos, rodillas y pies, donde la piel tiende a resecarse más.

Las pieles más sensibles pueden sufrir incluso rojeces en las mejillas, también llamada cuperosis

Rituales contra el frío: "Al mal tiempo buena cara" 

LIMPIEZA

  • Cara: Lávate el rostro por la mañana y por la noche con una solución jabonosa suave que no aumente la agresión diaria que el frío ocasiona.

  • Cuerpo: La ducha, mejor breve y con agua tibia. Para exfoliar la piel utiliza un guante de crin húmedo con suavidad (excepto por el rostro y el pecho) o, si lo prefieres, cremas exfoliantes. Utiliza jabones neutros que no agredan la dermis y sécate dando suaves golpecitos por todo el cuerpo.


HIDRATACIÓN

  • Cara: Utiliza cremas rica en agentes humectantes –glicerina, propilenglicol, urea, lactato sódico– que mantienen el agua en el interior de la dermis y otros componentes que sirven de barrera – lanolina, silicona y sus derivados, etc.– para impedir la pérdida de agua epidérmica.

  • Cuerpo: La piel del cuerpo también hay que hidratarla a diario tras la ducha según tu tipo de piel para ayudarla a reparar la película hidro lipídica que cubre la epidermis. Por ello, no olvides aplicarte al menos una leche corporal.


ENRIQUECIMIENTO

  • Cara: Para disminuir las arrugas provocadas por el frío usa cosméticos que contengan hidroxiácidos, retinol y/o vitamina C.

  • Cuerpo: Para pieles delicadas lo mejor es aplicar aceites vegetales como el de rosa mosqueta. Como se aplican sobre la piel húmeda no es necesario secarla tanto y, por su composición, atrapan mejor la humedad. Además, sus principios activos penetran mejor en la dermis, dejándola más sana y firme.

PROTECCIÓN

  • Cara: No olvides la protección solar. La mayor parte de las radiaciones las recibimos al realizar actividades diarias, por lo que debemos emplear cremas foto protectoras también a diario.

  • Cuerpo: No olvides usar cremas protectoras en las partes del cuerpo que puedas tener expuestas, como las manos, el cuello o el escote. Son especialmente sensibles a las quemaduras del sol en invierno y también son las zonas más proclives a desarrollar manchas solares que las afean, pues se nos suele olvidar protegerlas frente a los rayos nocivos del sol.

En la nieve ten especial precaución

La intensidad de la radiación ultravioleta se incrementa con la altura. Y en zonas de nieve, esta refleja un 80% de la radiación de los rayos ultravioleta. Si esquías, los primeros días utiliza un factor de protección más alto para que tu piel se aclimate. Aplícate la crema solar 30 minutos antes de exponerte al exterior y no te descuides los días nublados, porque los efectos de la radiación son igual de dañinos. Al final del día, restaura tu piel con una crema específica para después del sol: sus agentes repararán y calmarán tu piel y, además, te fijarán el bronceado.

Si tu piel se reseca con facilidad con las bajas temperaturas, quizá necesites un aporte extra de hidratación. Busca una hidratante de uso diario más enriquecida. Si te la aplicas con la piel húmeda estarás hidratada más tiempo. Para el cuerpo, usa aceites vegetales naturales, que ofrecen una mayor penetración dérmica

 

 

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