SABER VIVIR COMUNICACIÓN, S.L.
1. Busca el contacto físico
En la infancia, la ausencia de abrazos o caricias por parte de los padres puede alterar el adecuado desarrollo mental y físico del niño, provocando, incluso, retraso psicomotor e inseguridades. Mientras, en la edad adulta el contacto físico sigue siendo necesario para nuestro bienestar psicológico y físico, y nos hace sentirnos alegres y seguros. Abrazar y ser abrazado hace que nos aceptemos mejor y también que nos sintamos aceptados. El contacto físico con personas queridas estimula el sistema nervioso parasimpático, que
es el encargado de la relajación. Así, cuando una persona afín nos toca se liberan hormonas como la serotonina, la dopamina y la oxitocina, todas ellas responsables de la sensación de bienestar.
2. Sé optimista, pero realista
Un optimista vive más y mejor que un pesimista. Un estudio realizado en la Clínica Mayo de Rochester (EE.UU.) confirmó que los optimistas tienen un envejecimiento más satisfactorio y una mejor salud física. Eso se debe a que cultivan los pensamientos que los hacen sentirse mejor. Mientras, los pesimistas tienen una visión más realista que, a veces, puede llevarlos a la depresión.
Ambos tienen razón: para estar equilibrados necesitamos la perspectiva positiva de los primeros y la visión realista de los segundos para ver las cosas como son. Para ser positivos necesitamos una combinación de ambos mundos: realismo para un mejor desempeño del trabajo y optimismo para no acabar siendo infelices en él.
3. Escucha con atención
Escuchar es la base de la comunicación humana. Significa estar disponible, dedicar un tiempo a la otra persona y comprender lo que siente. Cuando escuchas a los demás haces que se sientan valorados y queridos. Muchas relaciones que parecían condenadas al fracaso lograron retomar la comunicación al darse cuenta de que lo único que necesitaban era escucharse mejor. La experta en comunicación Jacqueline Whitmore ofrece cinco claves para aprender a escuchar: abre tu lenguaje corporal (inclínate hacia delante, haz contacto visual, asiente de vez en cuando...), mantente involucrado en la conversación, no interrumpas, haz preguntas y sé empático: «Escucha no solo con tus oídos, sino también con tus ojos y corazón», dice Whitmore.
4. Trata de decir la verdad
Ser honesto mejora nuestro estado de salud y nos da mayor confianza en nosotros mismos. Además, «decir la verdad mejora la calidad de las relaciones personales y estas, a su vez, mejoran la calidad de vida», explica Anita Kelly, profesora de Psicología de la Universidad de Notre Dame (EE.UU.). Un estudio elaborado por Kelly demostró, por el contrario, que mentir a hace que nuestro organismo segregue las hormonas causantes del estrés e incremente la frecuencia cardiaca y la presión arterial, y puede provocar dolor de cabeza y problemas de garganta. Aunque ser franco al cien por cien puede ser contraproducente, hay que evitar la confusión mental que provoca vivir con mentiras. Además, la honestidad es la base de la confianza.
5. Actúa como si fueras tú
Esta es la regla de oro de la mayoría de las religiones y el principio de la filosofía humanista. Cuando actuamos como nosotros mismos, somos coherentes con nuestra ética interna y eso nos fortalece frente a los demás (e incluso frente a nosotros mismos en los momentos en los que somos muy críticos con nuestra persona), pues aceptamos que nadie puede ser utilizado como un medio sino que cada uno es un fin en sí mismo. Este método de acción también tiene relación con la coherencia social para conseguir un mundo no violento. Por otra parte, esto no quiere decir que debamos dejar que los demás se aprovechen de nuestra buena voluntad. Hay que saber discernir y decir ‘no’ cuando alguien se quiere aprovechar de nosotros.
6. Controla tu temperamento
Un temperamento furioso acaba siempre afectando a las personas de tu entorno. Aunque controlarlo exige un gran esfuerzo, es necesario determinar las causas que nos hacen reaccionar así, porque es a uno mismo al primero al que le afectan. La ira es un factor que eleva la tensión sanguínea e incrementa hasta en un 19 por ciento el riesgo de sufrir una cardiopatía, según puso de manifiesto un estudio de la Universidad de Carolina del Norte (EE.UU.). La terapia psicológica y otras actividades te pueden ayudar a ejercer un mayor dominio sobre tus emociones negativas. Además, unas respiraciones profundas a tiempo te tranquilizarán en un primer momento y te pueden ayudar a reflexionar acerca de tu actitud.
7. Mantén siempre el contacto
Mantener el contacto con las personas que nos importan mejora nuestra salud física y mental. Una investigación de la Universidad de Rush (EE.UU.) demostró que las personas mayores socialmente activas experimentaban un deterioro de la memoria, la percepción y la capacidad visuoespacial un 75 por ciento más lento que las que no.
Es importante cuidar de nuestras amistades y no dejar que pase el tiempo sin saber de ellas. Es importante compartir con ellas nuestros sentimientos y experiencias y saber qué les ocurre. Así nos sentiremos apoyados en nuestros proyectos y cuando tengamos que soportar momentos malos. Ocuparnos de los demás nos da otra perspectiva de los problemas y nos hace sentir útiles.
8. Ríe y alargarás tu vida
Lograr el bienestar emocional es una de las premisas de todo ser humano. La risa y el buen humor son terapéuticos: nos hacen sentir mejor, ayudan a eliminar la depresión, la angustia, la rabia y los resentimientos, y nos llevan a vivir más y con una mejor calidad de vida. Varios estudios afirman que cinco minutos de una buena carcajada, una reacción fisiológica que mueve 400 músculos del cuerpo, equivalen a 45 minutos de ejercicio, y, además, fortalecen los sistemas muscular, nervioso, cardiovascular y digestivo. Los psicólogos también afirman que es el recurso más poderoso para superar los fracasos y las situaciones desmoralizantes. Si no es fácil para ti conseguirlo, siempre puedes acudir a unas clases de risoterapia.