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El 18 de noviembre se celebra el Día Europeo del Uso Responsable de Antibióticos. Se trata de un asunto muy importante, teniendo en cuenta que la mitad de los 31 millones y medio de antibióticos prescritos en el mundo no son necesarios, que el 8 por ciento de la población los toma sin receta y que, solo en la Unión Europea, fallecen una media de 25.000 personas al año por infecciones no curadas por estos fármacos. Los antibióticos detienen el crecimiento o, directamente, eliminan las bacterias de nuestro organismo. Inhiben los nocivos efectos de estos microorganismos, al destruir su pared celular y evitar su replicación. Se trata de funciones básicas para hacer frente, por ejemplo, a una neumonía y una infección de orina o en los cuidados después de una operación. Eso sí, siempre y cuando las bacterias no sean cada vez más resistentes ante ellos, incluso hasta niveles alarmantes como los manifestados en la reciente reunión de la Asamblea General de la ONU, en la que sus 193 miembros firmaron un acuerdo global histórico para afrontar esta resistencia a los antibióticos.
«La expresión ‘crisis de los antibióticos’ es acertada, ya que se ha llegado, por ejemplo, a que en un tercio de las infecciones de orina las bacterias sean especialmente resistentes a los antibióticos de uso más común, además de la resistencia a varias familias de antibióticos de gérmenes menos frecuentes, pero potencialmente más graves», alerta Nicolás Merchante, facultativo de la Unidad de Enfermedades Infecciosas y Microbiología del Hospital Universitario de Valme, en Sevilla.
Una labor de todos
Esta resistencia a los antibióticos también ha sido propiciada en parte por su uso en animales: durante muchos años, se han usado estos fármacos para su crecimiento y ahora la Unión Europea ha prohibido esa utilización (solo permitida para tratar determinadas enfermedades animales) con el fin de evitar que bacterias resistentes, como el enterococo o el estafiloco, hagan de las suyas en un sector tan directamente relacionado con la cadena alimentaria. La Federación Veterinaria Europea (FVE) ha remarcado su posición ante este problema global de salud: «La resistencia a antibióticos es una seria amenaza para la salud humana y animal. Es un problema que solo puede ser abordado coordinando todos los esfuerzos internacionales, dentro del concepto de 'Una Salud'. Los animales que están bien cuidados y alojados de manera adecuada experimentarán un mayor grado de bienestar, serán menos propensos a padecer infecciones y necesitarán menos antibióticos.
No es incompatible el uso prudente y responsable de antibióticos con un adecuado nivel de bienestar animal, pero el uso rutinario de antibióticos como medio de profilaxis es algo obsoleto que, a largo plazo, debe ser completamente descartado». Los profesionales sanitarios deben vigilar al máximo sus actuaciones en este sentido y no errar en la prescripción: algunos datos indican que un 50 por ciento de los antibióticos no está bien prescrito. Como comenta el doctor Marchante, «por un lado, nos puede llevar a tratamientos no adecuados, tanto en centro médico como en urgencias. Se puede complicar el cuadro o retrasarse la curación». Pero el paciente también tiene un papel importante en el uso de los antibióticos. «Evitemos tomar ningún antibiótico sin un diagnóstico y una prescripción médica. Es una cuestión de responsabilidad individual y colectiva. Dicho lo anterior, es muy importante que cuando haya un diagnóstico y una prescripción de un antibiótico seamos absolutamente riguroso con su empleo (dosis, número de tomas, duración…).
Una vez que termina su trabajo empieza el nuestro y tenemos una responsabilidad que no puede ser pasiva ni carente de rigor», advierte Ismael Escobar, jefe de servicio de Farmacia del Hospital Universitario Infanta Leonor (SERMAS).
Úsalos con la cabeza
Escobar incide en la importancia de no hacer caso al «ya estoy bien» y a no dejar el tratamiento antes de lo debido porque se puede recaer en un proceso que hace más fuertes a las bacterias. «Los medicamentos son solo herramientas que solucionan problemas concretos y específicos. Como toda herramienta, su eficacia depende de su empleo inteligente. Es nuestra responsabilidad trabajar en equipo con nuestro médico y colaborar de forma activa con él y con el resto de profesionales que nos atienden (farmacéutico, enfermera, etc.). 'No puedo faltar al trabajo ni un día más', 'tengo que dejar al niño en la guardería mañana como sea', 'nos vamos de viaje y tengo que estar recuperado para el fin de semana'... Hay problemas de nuestra vida diaria que no pueden ser medicalizados, entre otras razones porque no pueden ser solucionados con fármacos y porque los medicamentos, no lo olvidemos, también tienen efectos adversos y tienen un coste que sufragamos entre todos con nuestros impuestos, dentro de un sistema público de salud como el que disfrutamos en nuestro país».
Una alerta planetaria
«Que este asunto haya pasado de la Organización Mundial de la Salud a la ONU da una idea de su importancia. Hemos llegado a un punto en el que, hasta hace 15 años, se descubrían nuevas moléculas que daban lugar a nuevos antibióticos. El crecimiento está muy frenado, y hay que tratar con antibióticos antiguos que tienen más efectos secundarios. Por ello, aparte del uso responsable, las administraciones públicas deben apoyar la investigación para que se creen nuevos antibióticos, algo complicado de cara a la industria farmacéutica, ya que no se trata de afecciones crónicas que garanticen un consumo continuado», reflexiona Juan Pablo Horcajada, portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica y jefe de servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital del Mar de Barcelona. Todos tenemos mucho que hacer y está en nuestras manos que las bacterias sean cada vez menos resistentes y los antibióticos, más eficaces.
LA MITAD DE LOS 31,5 MILLONES DE ANTIBIÓTICOS QUE SE PRESCRIBEN CADA AÑO EN EL MUNDO NO SON NECESARIOS
10 RESPUESTAS PARA UN FUTURO CON SALUD
1. ¿PARA QUÉ SIRVEN LOS ANTIBIÓTICOS? Estas sustancias hacen que las bacterias paren su desarrollo en nuestro organismo o que mueran. Bacterias, no virus, ya que ante estos últimos la acción antibiótica es nula.
2. ¿DESDE CUÁNDO SE USAN? En 1928, el científico británico Alexander Fleming descubrió la penicilina. Por sorpresa, detectó que un moho presente en unas de sus placas de cultivo mató a la bacteria que estaba en ella. En la década de los 50 comenzó su extensión por todo el mundo, una vez que se había estudiado su uso selectivo para matar bacterias.
3. ¿CURAN LOS RESFRIADOS? Los antibióticos no combaten las infecciones víricas, como los resfriados, gripes, tos, bronquitis y dolores de garganta. Incluso, es contraproducente.
4. ¿POR QUÉ PUEDEN DEJAR DE SER EFICACES? Las bacterias, a través de mutaciones y de su trasmisión de unas a otras, resisten cada vez más si los antibióticos se usan mal.
5. ¿QUÉ SIGNIFICA "TOMAR ANTIBIÓTICOS DE UNA FORMA RESPONSABLE"? No autorrecetarse, no suspender el tratamiento y no guardarlos para otra ocasión. Un antibiótico puede no ser eficaz en un caso concreto, pero, antes, hay que asegurarse de que el paciente ha "hecho los deberes".
6. ¿QUÉ HA DECIDIDO LA ONU PARA HACER FRENTE A ESTE PROBLEMA? A dos años vista, se debe hacer un especial énfasis en la vigilancia del uso de estos fármacos en humanos y animales, en el desarrollo de nuevos productos y en la mejora en la formación de profesionales y resto de población.
7. ¿QUÉ SON LAS "SUPERBACTERIAS"? Esta resistencia a los antibióticos ha propiciado este término usado en los medios de comunicación que alude a bacterias, como la de la gonorrea, especialmente resistentes a los tratamientos prescritos en los últimos años.
8. ¿CUÁLES SON LOS OBSTÁCULOS A LA APARICIÓN DE NUEVOS ANTIBIÓTICOS? Investigación e inversión van unidas, por lo que uno de los factores principales en este sentido es conseguir que la industria farmacéutica encuentre rentabilidad en medicamentos, como los antibióticos, que no tratan enfermedades crónicas como el cáncer, la diabetes, la hepatitis C, etc.
9. ¿TIENEN EFECTOS SECUNDARIOS? Todo fármaco puede implicar efectos secundarios. El especialista debe determinar si conviene cambiar de antibiótico en función de la respuesta de nuestro organismo. También hay que calibrar el balance entre el efecto secundario y la efectividad del fármaco.
10. ¿TENDRÁ SOLUCIÓN ESTE PROBLEMA? Es un problema ya detectado, por lo que las campañas de concienciación e información, más las distintas acciones emprendidas por las autoridades en los próximos años pueden contribuir a que las bacterias.