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La respiración, ese proceso automático por el que captamos oxígeno y eliminamos anhídrido carbónico, no solo es un sistema por el que aportamos combustible a las células y con el que eliminamos residuos. Respirar también influye en el estado anímico.
Si lo haces bien sufrirás menos estrés, gozarás de más salud, tu piel estará más radiante y hasta tu corazón sufrirá menos. Pero si lo haces mal estarás nervioso e irritable, todo te afectará más y tu salud se resentirá.
Por suerte, aunque respirar es un acto automático también es una de las raras actividades fisiológicas sobre las que nuestra voluntad puede intervenir. Modificando el ritmo respiratorio podemos influir en nuestro estado emocional: la respiración profunda y lenta tiene la virtud de tranquilizarnos, y a través de ella podemos regular el equilibrio emocional.
Vigila el diafragma
Para el doctor Eugeni Herrero Lozano, autor del libro Entrenamiento en relajación creativa, «la respiración 'completa' es la mejor herramienta a nuestro alcance para normalizar los estados de nerviosismo, irritabilidad y ansiedad provocados por factores exógenos como el trabajo, los estudios o malos hábitos, y disminuir la tensión muscular y la fatiga».
Este tipo de respiración implica a todo el cuerpo y a todos los músculos, pero de forma fundamental al diafragma, el músculo respiratorio más importante.
El diafragma separa el tórax del abdomen y permite, a través de la respiración, la oxigenación de nuestro cuerpo. No podemos verlo ni tocarlo y eso hace que nos olvidemos de su capacidad y no lo hagamos trabajar de forma completa.
Al inspirar, el diafragma se contrae y desciende, permitiendo que los pulmones se llenen de aire, y en consecuencia el abdomen se distienda hacia fuera. En la espiración, el vientre se mete hacia dentro y la relajación del diafragma, que sube, provoca la contracción pulmonar y la expulsión del aire al exterior. Palpar nuestro tórax y abdomen mientras respiramos nos permitirá sentir este natural movimiento respiratorio. Esta es la respiración completa. Aprender a realizarla es muy sencillo y los resultados, inmediatos. Entonces, ¿a qué esperas para intentarlo?
3 consejos para una vida tranquila
- Mantén limpias las vías respiratorias y no las obstaculices con elementos extraños. Y por extraño se entiende tanto un piercing como el exceso de mocos en las fosas nasales.
- Busca el aire puro, sin contaminar. Los humos, ya sean del tabaco o de la contaminación, van creando una película en los alveolos que impide el intercambio gaseoso con normalidad. Por esta razón, los que fuman respiran con dificultad.
- Respira profundamente llenando totalmente los pulmones y exhalando el aire inspirado muy lentamente. Cuando más lento, mejor.
Una respiración lenta y profunda te ayuda a tranquilizarte. Con ellas puedes regular tu equilibrio emocional
¿Necesitas relajarte? Prueba esta técnica
- Una respiración constante en la que la exhalación sea más larga que la inspiración –como la que se realiza en el yoga– es ideal para alcanzar la calma.
- Cuando la exhalación es unos segundos más larga que la inhalación, el nervio vago envía una señal al cerebro que disminuye la actividad del sistema nervioso simpático (el que responde al estrés) y activa el sistema parasimpático, el que controla el descanso: se calma la respiración, baja la frecuencia cardiaca y, al relajarse los vasos sanguíneos, la presión arterial disminuye.
- Puedes lograrlo con este ejercicio: siéntate en un lugar donde estés cómodo, cierra los ojos y comienza a respirar por la nariz. Inhala dos segundos, aguanta la respiración uno, exhala lentamente durante cuatro y termina aguantando la respiración un segundo más. Mantén esa respiración suave y uniformemente cinco minutos.
Cinco beneficios "de hacerlo bien"
- Mejora la concentración. El cerebro necesita tres veces más oxígeno que cualquier otro órgano. Una buena oxigenación le ayuda a rendir mejor.
- Ayuda a relajarse. Una respiración adecuada, lenta y profunda, disminuye la ansiedad y la tensión.
- Purifica el organismo. Al espirar eliminamos desechos como el anhídrido carbónico y otras sustancias tóxicas. Con la respiración se eliminan casi el 80% de las toxinas.
- Aligera la carga del corazón. Si los tejidos y los órganos están oxigenados, el corazón no realiza esfuerzos extra.
- Mejora el aspecto de la piel. Si no respiras bien, tu piel tendrá que eliminar más toxinas y tendrá peor aspecto.