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Rosa mosqueta
Cuando los pétalos de la rosa mosqueta caen, la planta desarrolla un fruto rojizo de forma ovalada, llamado aquenio, que contiene unas enormes semillas, de las cuales se extrae un aceite considerado hoy día como uno de los regeneradores más poderosos que existen para la piel.
El motivo es que este aceite es rico en ácido linoleico y ácido linolénico, indispensables en zonas en las que hay una constante renovación celular, como es el rostro. También revitaliza la producción de colágeno y elastina, que dan firmeza y elasticidad a la piel.
Se la llama “planta de la eterna juventud” porque nos renueva por fuera y por dentro.
Beneficiosos efectos
- Regenera y nutre la piel, previniendo y atenuando las arrugas y las cicatrices.
- Previene y corrige el envejecimiento prematuro y los problemas cutáneos debidos a la radiación solar, pues estimula la generación de melanina.
- Elimina las manchas (solares, de acné, varicela) y disimula la hiperpigmentación producida por las cicatrices.
- Evita las estrías en las mujeres embarazadas.
- Hidrata con intensidad las áreas de la piel afectadas por dermatitis atópica, psoriasis, melanoma, eczema, etc.
Infusión “multisaludable”
Menos conocidas son las propiedades del “té de rosa mosqueta”, que en realidad es una infusión que se hace con su fruto desecado. Estos son los que se le atribuyen:
- Al contener una altísima concentración de vitamina C, favorece la resistencia del organismo a las enfermedades, como el resfriado y la gripe.
- Es un excelente reconstituyente de los tejidos.
- Tiene un ligero efecto diurético y laxante.
- Puede tener efectos beneficiosos para las personas que padecen depresión.
El aceite se aplica en gotas sobre la piel efectuando un suave masaje. Al ser muy liviano, se absorbe rápidamente. También hay cremas enriquecidas con su extracto. Se puede encontrar fácilmente en herbolarios y tiendas de cosmética.