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¿Qué es?
La septoplastia es una intervención quirúrgica que tiene como objetivo corregir la desviación del tabique nasal (septum nasal), que es una estructura formada por cartílago y hueso, sin modificar la apariencia externa de la nariz.
Por lo general, el tabique nasal desviado no se aprecia a simple vista, pero en ocasiones puede estar asociado a una nariz de apariencia externa torcida, giba nasal prominente, etc. En estos casos, siempre que el paciente lo desee, en la misma intervención se pueden corregir dichos defectos estéticos. Esta cirugía se denomina rinoseptoplastia.
¿En qué consiste la intervención?
Previamente, el otorrinolaringólogo realizará una exploración del interior de la nariz mediante una rinoscopia o una rinofibroscopia, complementada, si fuera necesario, con pruebas radiológicas (TAC de la cabeza).
Ya en el quirófano, bajo anestesia general, se practican una serie de incisiones en el interior de la nariz a través de los orificios nasales. Puede resultar necesaria la colocación de una o varias láminas de material sintético que sujetarán el tabique nasal durante unos días, y que se retirarán después de unas tres semanas.
Tras la intervención quirúrgica, se coloca una pequeña férula sobre el dorso de la nariz y se suele realizar un taponamiento nasal que se mantendrá durante el tiempo que sea necesario.
¿Qué resultados se obtienen?
La desviación del tabique nasal puede deberse a malformaciones congénitas o a traumatismos (caídas o golpes que ocasionan fractura o luxación de huesos nasales), entre otras causas, dando lugar a diferentes trastornos, según el grado del problema, que la septoplasia tiene la finalidad de corregir. Entre ellos destacan:
- Sequedad nasal y de garganta (debido a que la obstrucción nasal obliga a respirar por la boca).
- Intensos dolores de cabeza.
- Empeoramiento del olfato.
- Hemorragias nasales muy frecuentes.
- Obstrucción y/o infección de los senos paranasales (sinusitis).
- Infecciones de oído.
- Ronquido o, en casos más avanzados, síndrome de apnea obstructiva del sueño.
¿Cómo es el postoperatorio?
El paciente deberá pasar un día ingresado en el hospital para observar su evolución en las primeras horas. Para evitar el sangrado, se le taponan ambos orificios nasales con materiales de algodón, que se retiran entre 24 y 36 horas después de la cirugía. Este taponamiento ocasionará dolor o pesadez de cabeza, molestias al masticar y sequedad de garganta, que se controlan con analgésicos y antiinflamatorios. Durante los días siguientes puede aparecer un hematoma en la cara o en el contorno ocular como consecuencia de la remodelación de los huesos y cartílagos de la nariz.
El paciente, en su domicilio, debe mantenerse en reposo relativo durante unos días y no utilizar gafas hasta que se lo indique su cirujano.
Una cirugía “opcional”
Muchas personas conviven toda su vida con los inconvenientes de tener desviado el tabique nasal. Sin embargo, respirar mal es razón más que suficiente para valorar la conveniencia de someterse a esta intervención quirúrgica.
Este tipo de cirugía ha avanzado mucho en los últimos años y los resultados que se obtienen son, en un alto porcentaje de pacientes, muy satisfactorios. Respirar mejor, con la oportunidad de corregir rasgos estéticos de la nariz que no nos gustan, puede un punto a favor de nuestra calidad de vida.
No obstante, hay que tener en cuenta los posibles riesgos. Como en el caso de cualquier otra operación, corresponde al paciente la decisión de dar el paso de operarse o no, con el consejo de su otorrinolaringólogo.