SABER VIVIR COMUNICACIÓN, S.L.
La primera vez que los pequeños de la casa tienen que enfrentarse a una intervención quirúrgica suele ser motivo de inquietudes y miedos tanto del niño o niña como de sus padres. El entorno hospitalario, el lenguaje médico, la preparación necesaria, las precauciones en el posterior cuidado.... Todo es novedad para la familia, pero, para que las incertidumbres no se conviertan en temores, lo principal es estar bien informados y tranquilos, para poder transmitir seguridad y confianza al niño, a quien en ningún caso debemos engañar contándole otra realidad sobre la causa que le obliga a pasar por el quirófano ni sobre la intervención misma. De esta manera, la actitud del pequeño será optimista y tendrá una mayor predisposición para recuperarse pronto.
No os quedéis con dudas
Una vez fijada la fecha de la operación con los padres, el niño suele ser derivado a la consulta del anestesista para que este especialista establezca el riesgo de la intervención y, si lo considera oportuno, pida las pruebas médicas y exploraciones necesarias para poder utilizar anestesia. En niños sanos, estas pruebas suelen ser muy pocas o ninguna. A continuación, explicará brevemente el procedimiento y solicitará a los padres el consentimiento informado, un documento imprescindible que asegura que los padres conocen cuál va a ser la intervención a la que se le va a someter. Aprovechad la consulta con el cirujano para preguntar todo aquello que queráis saber.
Cuando lleguemos a casa, debemos explicarle al niño, lo que le pasa y lo que le van a hacer, tranquilamente y con palabras sencillas. No debemos actuar como si la operación no tuviera la más mínima importancia, pues para él esta situación va a resultar trascendente. Para esto es necesario que le transmitamos confianza y seguridad. Si nos ve nerviosos o con dudas, le transmitiremos esa inseguridad.
La higiene previa
Es fundamental que el niño llegue bien aseado al quirófano para prevenir infecciones. Es necesario bañarle bien antes de salir de casa.
- En el hospital: El día de la intervención, hay que procurar salir de casa con tiempo hacia el hospital, y mejor si llegamos con algo de antelación, por si surgiera cualquier contratiempo. Una vez allí, debemos anunciar nuestra llegada en recepción, entregar la documentación que nos pidan y ponernos en manos del equipo que nos espera. Cada tipo de intervención y cada situación conlleva un tiempo que es variable por muchos motivos. El que se prolongue más de lo previsto no significa que existan complicaciones, por lo que no debemos alarmarnos sin causa justificada.
- Tras la intervención: Al terminar la cirugía, seremos informados por el cirujano o por alguien de su equipo una vez que el niño comience a despertar o a estabilizarse después de la intervención. En su momento, nos llamarán para verlo y, si es posible, quedarnos con él hasta el alta hospitalaria. En esta etapa suele recibir los importantes cuidados de los enfermeros, cuyas instrucciones obedeceremos cuidadosamente y a los que avisaremos de cualquier novedad importante.
Pequeñas intervenciones: las más habituales
Las operaciones de frenillo de labio y lengua, amígdalas y vegetaciones, quistes en cara y piel del cuerpo, lesiones en la piel (lunares y similares), uñas encarnadas, hernias, fimosis o los tratamientos bajo anestesia general de heridas, entre otras, son las intervenciones a las que con más frecuencia se enfrentan los niños.
En estos casos, por lo general, el ingreso durará solo unas horas y el niño podrá volver a casa el mismo día si no hay complicaciones. Los cuidados posoperatorios serán mínimos: darles de beber, calmar el dolor e higienizarlos siguiendo las instrucciones recibidas por el equipo sanitario. Pueden andar desde el comienzo, aunque no se les debe dejar solos por si todavía estuvieran algo inestables.
Es conveniente no levantar ni mojar los apósitos que llevan colocados sobre las heridas. Hay que vigilar que no se manchen con mucha sangre. Un poco puede ser normal, pero si aumenta debemos avisar al centro médico o llevar al niño al mismo para que se nos indique cómo hay que tratar adecuadamente la herida. Toda hemorragia importante debe ser vista cuanto antes.
Previniendo complicaciones: El ayuno preoperatorio
Siempre que se vaya a utilizar anestesia general, el ayuno del niño antes de la intervención será un requisito indispensable. El motivo es que, si al comenzar a anestesiar al niño, si su estómago tiene alimentos, puede vomitar y estos alimentos entrar en el pulmón por aspiración, provocando una complicación gravísima que puede ser fácilmente prevenible cumpliendo el ayuno. El cirujano nos indicará cuál es el tiempo de ayuno que debe seguir el niño.
Hay casos, en cirugía urgente, en que no es posible que se cumpla el ayuno por la premura de la intervención. En este caso, el anestesista tomará las medidas correspondientes y se asumirá el riesgo, ya que esperar puede ser peor.
¡Escucha y entiende a tu hijo! No quites importancia a sus miedos, y haz todo lo posible para disiparlos.