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Se trata de un mineral esencial que el organismo necesita para cumplir con sus funciones normales: ayuda a fijar el calcio y el fósforo en los huesos y los dientes, reduce la hipertensión, favorece el sueño y previene los trastornos digestivos.
Semillas
Las de calabaza o sandía son estupendas en nuestras ensaladas y poseen gran cantidad de magnesio. Las primeras tienen 738 mg de magnesio por taza; las segundas, 556 mg. Además, la mayor parte de las semillas presentan abundante fibra, lo que contribuye a la salud intestinal, y además previenen enfermedades crónicas.
Alimentos ricos
En nuestra dieta diaria podemos encontrar infinidad de productos que lo contienen: las pipas de girasol, el plátano, el aguacate, las espinacas, las legumbres o el chocolate negro son algunos de ellos.
En comprimidos
El magnesio es un nutriente importante para la relajación nerviosa y muscular y, por lo tanto, es un suplemento nutricional a menudo recomendado por los médicos para reducir el estrés, la tensión muscular y el insomnio.
La deficiencia de magnesio puede causar alteraciones del sueño, y tomar suplementos de magnesio ayuda a hacer frente a los problemas para conciliarlo. Una investigación del físico americano Mark Hyman reveló incluso que el magnesio puede mejorar el sueño en pacientes con síndrome de piernas inquietas.
Si haces deporte
Si practicas ejercicio regularmente, las necesidades de magnesio son dobles (600-700 mg/día). ¿Por qué? Te ayudará a restablecer el equilibrio ácido básico de tu organismo evitando calambres y tendinitis.
En el embarazo
Las necesidades diarias de magnesio en la mujer embarazada son de 400 mg. Este mineral interviene en numerosas reacciones químicas de gran importancia, por lo que permite que el feto se desarrolle en perfectas condiciones. Además, sus propiedades anticonvulsivas pueden ser beneficiosas para evitar contracciones y partos prematuros. Si estás esperando un bebé (y también si no lo estás), intenta tomarte un puñado de frutos secos a diario.