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Esta verdura es una variedad de la achicoria amarga. La que más encontramos con más facilidad en los mercados es la variedad belga, que se cultiva en la oscuridad para que sus hojas estén más blancas y su sabor menos amargo. No tendrás problemas en encontrarlas durante todo el año, pero su mejor época de consumo es desde el otoño hasta el principio del verano, ya que es cuando sus cogollos están más tiernos y jugosos, manteniendo su toque entre amargo y dulce tan característico.
Elígelas bien
Para no equivocarte en su elección, escoge aquellos ejemplares que estén limpios, sin magulladuras, sin manchas verdes oscuras y cuyas hojas no estén arrugadas o blandas. Han de ser de color blanco, excepto las puntas de sus hojas, que deben mantener un color verde claro brillante.
¿Cómo conservarlas?
Las endibias aguantan bien casi una semana en la nevera, pero es aconsejable que las consumas lo antes posible para disfrutar al máximo de sus propiedades. No las metas en el congelador, porque no toleran bien las bajas temperaturas.
Te ayudan con tu peso
- Esta verdura es muy adecuada para incluirla en dietas de adelgazamiento, porque la mayor parte de su composición es agua (el 95%) y su aporte calórico es bajo (solo 21 calorías por cada cien gramos), al igual que su cantidad de grasa, que es casi inapreciable.
- Al tener tanta agua, también favorece la eliminación de líquidos.
Más beneficios
- Aporta fibra, minerales (potasio, fósforo, calcio y magnesio) y vitaminas (folatos, provitamina A y vitamina C). Una alta ingesta de folatos es especialmente necesaria durante los primeros meses del embarazo, ya que evitan malformaciones congénitas en el feto. Los niños pequeños también necesitan dosis altas de folatos para un correcto desarrollo neurológico. La provitamina A y la C son potentes antioxidantes que bloquean la acción de los radicales libres.
- Su contenido en inulina mejora el tránsito intestinal, estimula el apetito y favorece la digestión.
- Otra sustancia que contiene esta verdura, la intibina, facilita el vaciamiento de la vesícula biliar y estimula el buen funcionamiento del hígado, favoreciendo así la digestión de las grasas.
- Al ser baja en sodio (sal), es recomendable en la alimentación de las personas que tienen la tensión alta o que padecen cálculos renales.
¡Combina bien con todo!
Su sabor tan peculiar hace que la endibia combine a la perfección con multitud de alimentos: acompañadas de una crema de yogur, queso roquefort, maíz dulce, frutos secos, anchoas, beicon... Por su ligero amargor, es posible que los niños la rechacen. Para animarles a comerla, se pueden preparar gratinadas al horno o en forma de quiche, por ejemplo. Si queremos que la tomen cruda (que es la manera de aprovechar al máximo sus propiedades), lo mejor es poner las hojas de la endibia en remojo durante una hora y secarlas bien con papel de cocina antes de cortarlas en tiras finas. De esta manera reduciremos su amargor.
También nos resultará menos amarga la endibia si la presentamos cocida y aliñada con una vinagreta o con un poco de mayonesa, como se suelen tomar los espárragos blancos o los puerros. Su tronco, si es de color blanco, te resultará muy agradable al gusto. ¡Aprovechable al 100%!
Curiosas variedades
- Endibia forzada: Es alargada y su característico color blanco se debe a que crece protegida de la luz, con unas especiales condiciones de humedad y calor, por lo que no produce clorofila.
- Endibia no forzada: De color verde más intenso. Su amargor es más intenso que el de la endibia forzada.
- Endibia roja: Es un cruce entre la achicoria y la variedad radicchio o achicoria roja, que es la que le aporta el tono rojizo.
En el siglo XIX, cuando llegó la endibia a España desde Europa, se consideraba un manjar de lujo