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Estamos en plena temporada de recolección de la castaña, un fruto seco muy apreciado en la cocina tradicional de muchas regiones de España por la gran variedad de formas en las que se puede degustar. Es, además, un alimento que destaca por sus propiedades nutritivas:
- Aunque es un fruto seco, es de los menos calóricos (213 Kcal/100 g de la parte comestible), porque la cantidad de grasa que contiene es escasa (2,26 g/100 g), y en cambio está compuesta por abundante agua.
- Es rica en hidratos de carbono, por lo que es una buena fuente de energía.
- Proporciona importantes cantidades de hierro y potasio, de manera que pueden ser una buena ayuda para prevenir la anemia ferropénica, la retención de líquidos y la tensión arterial alta.
- Contiene también una abundante cantidad de vitaminas del grupo B (necesarias para un correcto metabolismo), que solo se obtiene en su totalidad si se consume cruda.
- Su considerable aporte de fibra ayuda a mantener un adecuado tránsito intestinal y a prevenir el exceso de colesterol en sangre.
¿Asada o cruda?
La elección depende de cada persona, pero hay que tener en cuenta que la castaña cruda puede resultar algo indigesta debido a que contiene taninos, sustancias que le dan su característica aspereza y amargor. Estos taninos se hallan sobre todo en la piel pilosa que recubre la castaña en su interior, que no resulta siempre fácil de retirar por completo.
Es recomendable dejar reposar las castañas de siete a diez días para que su contenido en taninos disminuya y su almidón se transforme en azúcares más asimilables, con lo que se evita la flatulencia que suelen producir.
La castaña cocida o asada se digiere mejor.
- Si te gustan cocidas, ponlas en una cacerola y cúbrelas con agua. Hiérvelas durante veinte minutos. Si añades un puñado de anís seco (no el licor, sino la especia), las castañas adquirirán un sabor muy delicado. Otra opción es cocerlas en leche con canela, con lo que quedan muy esponjosas. Cuando estén blandas, retira el agua y sécalas con un paño de cocina antes de quitarles la cáscara.
- Para asarlas, hazles una pequeña incisión en la cáscara para que no revienten y se hagan bien por dentro. Colócalas repartidas sobre la bandeja del horno. Hornéalas a 180 grados durante quince minutos, y dales la vuelta y mantenlas en el horno durante quince minutos más o hasta que las veas tostadas.
- También se pueden tostar en una sartén, pero de esta manera pueden quemarse más fácilmente y no siempre quedan completamente cocinadas por dentro.
Para pelarlas, lo mejor es envolverlas en un paño de cocina y presionarlas con la mano sobre una superficie dura, como una tabla o la encimera de la cocina, por ejemplo.
Las castañas asadas contienen más aminoácidos, fibra insoluble y fibra total que las castañas cocidas.
Otras formas de disfrutarlas
La crema de castaña es ideal como relleno de postres y dulces. En forma de compota se emplea praacompañar los asados de carne de cerdo, ave o caza.
Fuera de temporada se puede encontrar fácilmente castañas en almíbar. Como delicatessen, tenemos las “marrons glacées”, especialidad francesa, que son castañas recubiertas con azúcar.
De la castaña se obtiene además una harina que se usa como componente de infinidad de alimentos, como pastas, papillas infantiles, salsas o panes.
¿Te animas a recolectarlas?
La recogida de la castaña es una celebración ancestral en regiones como Galicia. Numerosas localidades gallegas celebran la llegada del otoño en estas fechas con la Fiesta del Magosto, en la que se degustan castañas asadas, así como diferentes especialidades gastronómicas elaboradas con ellas.
Si te animas a buscarlas en el bosque, recuerda protegerte la mano con un guante para no pincharse con las púas de los erizos.
Es conveniente recolectarlas en cuanto comienzan a estar maduras y a caer, porque las que lleven mucho tiempo en el suelo pueden estar parcialmente podridas o contaminadas por parásitos sin que se aprecie a simple vista.
Trucos de conservación
- Para que duren en perfectas condiciones varios meses, las castañas deben depositarse en una cesta de madera, en un saco de malla o en una bolsa de papel.
- Si se guardan en bolsas o recipientes de plástico es fácil que se deterioren rápidamente por efecto de la humedad y de los hongos que se hayan podido depositar en su superficie.
- Lo mejor es conservarlas a temperatura ambiente.
- Si las quieres congelar, pélalas antes, crudas o cocidas.