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Una higiene excesiva y otros factores como la alimentación o la contaminación incrementan cada año el número de casos de niños alérgicos, según los expertos reunidos el pasado mes de mayo en el Congreso de la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergia y Asma Pediátrica (SEICAP). Tan solo en el caso del asma –que tiene un origen alérgico en un elevado porcentaje de los casos–, el número de niños afectados se ha duplicado en las últimas tres décadas, según datos de la SEICAP.
Autoprotección natural
El hecho de que los niños se desarrollen “en un ambiente de asepsia, con ausencia de gérmenes, rodeados de una higiene excesiva, con tanta esterilización, vacunados de todo y sin riesgo de infecciones provoca que su sistema inmunológico no active el mecanismo de defensa, sino el que favorece las alergias”, explica el doctor Marcel Íbero, presidente de la SEICAP. Un estudio reciente ha permitido probar como la exposición a los gérmenes del medio ambiente en niños pequeños permite un desarrollo normal del sistema inmune, lo que contribuye a evitar futuras alergias y lo protege de infecciones.
El progreso han contribuido a “la aparición de cambios en el estilo de vida de las personas que viven en países desarrollados, que han modificado sus hábitos de higiene, de alimentación o incluso la decoración de las casas. Todo este conjunto de causas, unidas a la contaminación, provocan cambios en el sistema inmunológico de los niños ya desde el vientre de la madre, cuya respuesta de defensa se vuelve más débil y favorece la aparición de alergias”, explica el doctor Luis García Marcos, del Servicio de Alergología Pediátrica del Hospital Virgen de la Arrixaca de Murcia.
Conviviendo con la alergia
Los síntomas más comunes de las alergias suelen ser, entre otros:
- Respiratorios: Tos, asma, rinitis, sibilancias, angioedema, dificultad para respirar.
- Piel: Urticaria, eccema, picor.
- Mucosas: Picor de ojos y de nariz, conjuntivitis.
- Síntomas digestivos: Diarrea, dolor de estómago, náuseas.
- En casos graves, reacción anafiláctica (reacción alérgica grave en todo el cuerpo), que suele requerir el ingreso hospitalario.
En el cole
Tener que convivir con estas molestias o con el riesgo de que aparezcan repercute de manera notable en la calidad de vida de los niños. En muchos casos, para los pequeños sufrir una alergia origina frecuentes faltas de asistencia a la escuela.
Los niños alérgicos deben seguir unas pautas de tratamiento estrictas, que incluyen la evitación total de la sustancia o alimento que desencadena los brotes alérgicos (alergeno), lo cual no siempre es posible o controlable, por más que los padres, el centro escolar y el propio niño tomen las máximas precauciones. En algunos casos es necesario que el niño tome una medicación preventiva y que se le administren vacunas antialérgicas para evitar reacciones y mejorar, en medida de lo posible, su vida cotidiana.
No olvidemos que los padres y el entorno del niño alérgico tienen que permanecer siempre ojo avizor, sabiendo cómo reaccionar con la medicación de rescate en caso de una crisis, para poder actuar a tiempo.
Primerizas ¿obsesionadas?
Después de dar a luz, la producción de serotonina en el cerebro se altera, como consecuencia de la “revolución” hormonal propia de esta etapa. Parece ser que ahí estaría la causa de que aumenten los síntomas obsesivos compulsivos en las mamás recientes. Por eso no es de extrañar que las primerizas sufran durante una temporada algunas obsesiones, como la preocupación constante por la suciedad y los gérmenes, que hace que comprueben una y otra vez la limpieza de sus bebés, pasando por alto que demasiados baños con jabón destruyen el manto lipídico (graso) de la piel, que es nuestra primera barrera inmunitaria.
Estas conductas son propias de una adaptación a la nueva situación. Si se prolongan más de un año, probablemente se deban a algo diferente.