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La actual sobreoferta de canales hace que los más pequeños de la casa vean la televisión más tiempo del debido, lo que les resta tiempo para otras ocupaciones más recomendables. «Debemos reducir el tiempo que los niños pasan ante la pantalla para que no pierdan todo su tiempo de ocio, para jugar, hacer deporte o divertirse de manera más activa–apunta Eva Marina, directora de la Universidad de Padres (universidaddepadres. es)–. Cuanto más rico y variado sea el ocio que proporcionamos a los niños, mejores van a ser los efectos educativos. La televisión puede ser una forma más de ocio, pero nunca la única ni la principal».
Hasta aquí, la teoría, pero llévalo a práctica resulta más difícil. Los adultos somos los primeros responsables de la situación y debemos dejar claros los límites a los niños para que aprendan a autocontrolarse y se acostumbren a reducir. «Es obvio que la televisión es un aparato que está a nuestro servicio, no al revés. Pero los niños imitan a sus mayores y si ven que en casa la televisión casi no se apaga harán lo mismo –apunta la psicóloga María Luisa Ferrerós, autora del libro Enséñale a ver la tele–. Tenemos que dar ejemplo y, por supuesto, dar un paso más allá, con imaginación y alternativas. Por ejemplo, proponer la preparación, entre todos, de una pizza para la cena, en lugar de que estén esperando a que se la sirvamos mientras ven la televisión. Sorprende la eficacia de acciones como esta».
Mucho y poco adecuado
Para los especialistas es obvio que no es realista aislar a los niños de la tele cuando esta lo impregna todo. «El simple hecho de plantearlo va contra la realidad –apunta Jordi Pou, coordinador de seguridad y prevención de la Asociación Española de Pediatría–. Lo que hay que hacer es controlar el tiempo que dedican a mirar una pantalla, ya sea la de la televisión o el ordenador, y los contenidos que consumen.
¿Y cuál es el tiempo correcto? «No más de media hora cuando se trate de niños muy pequeños y no más de dos horas para los mayores de tres años», a su juicio.
Pero el problema no está solo en la cantidad, también en la calidad. Los niños están expuestos a todo tipo de contenidos no adecuados para su edad. Por mucho cuidado que se ponga, asisten a escenas de violencia o sexo explícito, a discusiones a viva voz o a series que, por las repeticiones en distintos horarios y cadenas, están repletas de frases y actitudes a las que no deberían asistir.
El desafío es muy importante y, por este motivo, los adultos deberíamos ser especialmente hábiles para contraprogramar a este enemigo en casa con otras alternativas de ocio.
Los niños no deberían ver la televisión más de dos horas al día, según los pediatras
Estrategias útiles
- Los niños no deben ver la tele solos. Debes verla con ellos y charlar sobre lo que se emite.
- Si te ven leer, es posible que tus hijos te imiten. Así reducirán su consumo de televisión.
- Ten cuidado si mandas a un niño a su cuarto: puede ver contenidos inadecuados y creer que hay una falta de atención hacia él.
- Elabora un horario sensato que incluya ver la televisión dentro de las actividades diarias de la casa.
- Aprovecha la parte positiva de la televisión: la programación incluye espacios que le vendrán bien a los más pequeños.
Peligrosa también para los adultos
- El exceso de horas de televisión no solo afecta a los niños y a los adolescentes, ya que su principal efecto, el sedentarismo, puede suponer un serio problema de salud pública. Así lo asegura un reciente estudio de la Universidad de Navarra, que alerta de este peligro para la población adulta, tanto que señala que ver tres horas o más al día la televisión aumenta –e incluso puede llegar a duplicar– el riesgo de muerte prematura.
- El profesor Miguel Ángel Martínez-González, autor principal de la investigación, destaca en el informe: “A medida que la población envejece, las conductas sedentarias se hacen más frecuentes, sobre todo la de pasar muchas horas al día viendo televisión, y esto representa una carga adicional de sedentarismo que aumenta muchos de los problemas para la salud relacionados con el envejecimiento”. La evaluación para llegar a esta conclusión se basó en 13.284 graduados jóvenes e inicialmente sanos (de 37 años de edad de promedio, 60% mujeres), a igualdad de factores como la dieta o el estilo de vida.