Los zapatos de los niños deben tener unas determinadas características, puesto que están en pleno proceso de crecimiento. No te fijes sólo en el diseño: la comodidad, la ergonomía y la resistencia son fundamentales.

En estos primeros pasos del curso escolar, si tienes niños seguro que no tienes más remedio que renovar el calzado para el cole después del “estirón” que han pegado este verano. Ya que esto es un pequeño trastorno para tu economía familiar, queremos darte unos consejos muy útiles para que elegir el mejor calzado no suponga también un quebradero de cabeza.

Es precisamente durante la etapa de crecimiento cuando el uso de un calzado correcto es más importante, para favorecer el desarrollo del pie y del resto del esqueleto, especialmente de las rodillas y la columna, y también para que el proceso de aprender a caminar sea el adecuado.

¿Cómo debe ser?

Más allá de las modas y las marcas que existen en el mercado, a la hora de escoger el zapato correcto para los niños hay que prestar atención a los siguientes factores:

  • Flexibilidad: Es una de las características fundamentales. El calzado debe ser lo suficientemente flexible como para que el pie se mueva de manera natural sin impedimentos.

  • Transpirable: Que sea poroso asegura que el sudor se elimine. De esta manera se evita la formación de hongos.

  • Antideslizante: La suela del zapato debe de agarrarse a las superficies para que el niño no se resbale fácilmente.

  • Horma ancha: En ningún caso el pie ha de estar tan apretado que obligue al niño a superponer los dedos.

  • Evitar las costuras internas: El pie ha de introducirse fácilmente y no encontrarse con costuras dentro.

  • Pies bien sujetos: De ello se encarga el refuerzo que debe haber en el talón del zapato. El pie nunca debe “bailar” en el interior del calzado, porque pueden producirse lesiones.

  • Cierres: Las cremalleras y las tiras de velcro son las opciones más prácticas para los pequeños y para los padres.

¿Y en verano?

  • Es fundamental fijarse en el material, evitando siempre los tejidos sintéticos que además de aumentar la temperatura del pie, evitan una correcta transpiración del mismo. Han de ser lo más naturales posible: piel, cuero, loneta o tela de algodón…

  • El interior del calzado debe tener un forro suave y transpirable e incluso acolchado.

Bien sujetos

No es recomendable que en verano los más pequeños utilicen calzado muy abierto, como sandalias sin talón o zuecos, entre otras cosas porque la percepción de que el zapato se sale a cada paso obliga a los dedos a un trabajo extra de agarre innecesario, por lo que el pie del niño puede tender a desarrollar dedos “en garra”.

En piscinas y duchas es conveniente que utilicen sandalias de goma con pulsera en el tobillo para una mayor sujeción. Así evitaremos que el pequeño se resbale y al mismo tiempo, que se contagie de hongos y papilomas, entre otras infecciones de los pies muy habituales en espacios en los que el suelo está húmedo.

En cada etapa

Hasta los 9 meses: Durante estos primeros meses de vida, el bebé puede utilizar calzado a modo de adorno o complemento, pero el uso de patucos de tejidos suaves cumple una función importante: la de impedir que los pies del bebé se enfríen. El pie no debe tener ningún tipo de presión o roce. Los casos en los que exista una malformación grave deben ser tratados con calzado especial desde el primer momento.

Entre los 9 y los 12 meses: Comienza la fase de gateo y, poco después, de sus primeros pasos. En este momento los niños requieren zapatos más sólidos que permitan al mismo tiempo la correcta la formación del pie. Hay que asegurarse de que estén fabricados con materiales suaves, con un refuerzo en la puntera y un diseño ergonómico.

A partir de los 12 meses: En esta etapa, normalmente el niño ya empieza a andar con regularidad, por lo que es imprescindible que el zapato cumpla los requisitos que hemos explicado. Se desaconseja el uso de botas que superen la altura del tobillo, puesto que limitan la movilidad.

Algunos consejos

  1. El crecimiento de los pies de los niños es relativamente rápido: entre siete y ocho milímetros cada tres meses. Comprueba a menudo si los zapatos les siguen siendo cómodos. Entre el final de los dedos y la puntera del zapato debe haber entre 1 y 1,5 centímetros.

  2. A la hora de adquirir zapatos hay que asegurarse en la zapatería de que el niño está cómodo con ellos, en ningún caso pensar que “ya se acostumbrará”. Es mejor comprarlos por la tarde, porque los pies están más dilatados.

  3. Hay que buscar un calzado que sea fácil de quitar y de poner. 

¿Es bueno aprovechar el calzado del hermanito?

Tal y como están los tiempos, muchas familias recurren a una forma de ahorrar gastos por todos conocida: los zapatos mejor conservados de los hermanos mayores pasan a los pequeños. Sin embargo, los expertos advierten de que esta práctica debe evitarse, ya que la forma del zapato tiende a adaptarse al pie que lo ha llevado. De esta manera, el pie del niño que “hereda” el calzado está obligado a adaptarse a esa forma. Los zapatos solo se pueden aprovechar en el caso de que:

  • No estén deformados.
  • No tengan pliegues en el empeine.
  • Los refuerzos de la puntera y el talón se encuentren intactos.
  • La suela no esté desgastada por el uso prolongado.

Pasito a paso: Renueva su calzado a medida que vayan creciendo. Ojo con el niño que tiene la “manía” de quitarse los zapatos: no está cómodo con ellos.

 

 

TELÉFONO DE ATENCIÓN

900 818 779

contacto@clubgentesaludable.com

 


SABER VIVIR COMUNICACIÓN, S.L.

Apdo. Correos 8106

28080 Madrid

El presente sitio web utiliza cookies, propias y de terceros, para la mejora de nuestros servicios y de su experiencia como usuario, así como para ofrecerle publicidad relacionada con sus preferencias mediante el análisis de sus hábitos de navegación. Si continúa navegando consideramos que acepta su uso.