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Es conocida también como impotencia masculina, ya que se trata de la incapacidad persistente para conseguir y mantener una erección suficiente para llevar a cabo una relación sexual satisfactoria.
Principalmente, es un problema que aparece con la edad, aunque también puede deberse a otras causas tales como neurológicas, hormonales, vasculares, psicológicas e incluso por el consumo de ciertos fármacos.
Llevar una vida saludable (no fumar, no beber, hacer ejercicio y descansar adecuadamente) ayudan naturalmente a no padecer disfunción eréctil.
Cómo combatir el problema
Hasta hace muy poco el único tratamiento existente para paliar este mal era el farmacológico, que resulta eficaz siempre y cuando se mantenga su tratamiento (una vez suspendido, el paciente vuelve a la situación inicial). Actualmente, además de medicamentos, existen otras terapias como la intracavernosa, la cirugía revascularizadora y el reciente tratamiento con ondas (hoy en día el más efectivo). En muchos casos los hombres no acuden al médico por miedo o vergüenza, pero los análisis y revisiones periódicas son el único camino para que se pueda corregir este problema. Es importante acudir a un especialista en cuanto empiecen a aparecer los primeros síntomas: eyaculación precoz, ansiedad, baja autoestima o reducción del deseo sexual.
Los hombres no acuden al médico por miedo y vergüenza
Ondas de choque
En otras disciplinas médicas, como la cardiología o traumatología, ya se han llevado a cabo numerosos tratamientos realizados con ondas de choque.
En este campo las que se utilizan son de baja presión, pero su función es similar: ayudar al crecimiento de los vasos sanguíneos y producir relajación muscular.
De esta forma, y con varias sesiones de tratamiento, se consigue mejorar la erección en hombres con problemas de disfunción eréctil. No necesita anestesia.