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Viven entre nosotros, forman parte de nuestro devenir cotidiano, son personales e irracionales, solo están en nuestra cabeza y las aceptamos como un elemento más de nuestro carácter. Sin embargo, no siempre hay que ser permisivo con ellas ni dejarles vía libre para que crezcan y se expandan en nuestra mente. Si no somos conscientes de que existen, las manías pueden limitar muchas acciones de nuestro día a día y llevarnos hasta situaciones de absoluta infelicidad.
¿Cuándo ocurre eso? Cuando dejan de ser la parte sana de nuestro ordenamiento mental para convertirse en un trastorno obsesivo compulsivo, también llamado por sus siglas, TOC. Entre una etapa y otra, la manía aprende a campar a sus anchas en nuestro cerebro.
Para evitarlo, Luis Muiño, psicólogo y divulgador, cuenta que hay que saber diferenciar entre aquellas manías que son pequeños rituales que facilitan la ejecución de algunas de nuestras actividades más cotidianas –como la de vestirse habiendo ordenado la ropa previamente por colores, o la de coger las llaves siempre del mismo lugar porque cada cosa tiene una posición asignada dentro del hogar– y aquellas otras que crean sufrimiento a quienes las padecen y, también, a los que viven cerca de esas personas: familia y amigos.
«Por ejemplo, las personas que hacen bricolaje tienen con frecuencia la manía de estructurar muy bien sus herramientas para así no tener que pensar dónde está cada cosa en el momento de ponerse manos a la obra. Hasta ahí, bien. Ahora, cuando esas personas empiezan a limitarse y a perder más tiempo en ordenar sus herramientas que en hacer sus trabajos ya sufren por ese orden. Es ahí donde empezamos a tener una manía patológica», sostiene Muiño.
Cuando la manía lo es todo
Según el experto, cuando ese límite se cuela en el centro de tu vida y lo más importante para el que lo sufre es hacer caso a esa manía, entonces ya sí se puede hablar de TOC. «El TOC. se da cuando una manía es llevada al extremo», puntualiza Muiño. Se calcula que el 1 por ciento de los niños y adolescentes y el 2 por ciento de los adultos padece TOC, y afecta a más hombres que a mujeres, ya que, aunque ellas suelen tener más manías, son menos extremas.
Luis Muiño asegura que las manías son más frecuentes en las personas que tienen pensamientos más profundos o abstractos y necesitan tener 'ritualizadas' determinadas acciones para no tener que perder tiempo y pensar en ellas. Eso sí, tener pensamientos más abstractos o más profundos no es sinónimo de inteligencia. «No es cierto eso que dicen de los genios y las manías. No hace falta ser inteligente para ser maniático –sostiene–.«Y mucho menos soportarlas», matiza, máxime cuando se trata de manías ajenas. «Con las manías tampoco vale eso de 'yo soy así y no voy a cambiar', porque cuando se quiere, las manías se cambian», asevera.
EL UNO POR CIENTO DE LOS NIÑOS Y ADOLESCENTES Y HASTA DOS DE CADA CIEN ADULTOS PADECEN TOC
¿Cómo hacerles frente?
Cuando una manía no hace sufrir al que la tiene, no es preciso que esa persona se someta a un tratamiento. Ahora bien, cuando la manía limita o se cuela en el centro de prioridades del paciente, los expertos aconsejan seguir una terapia para combatirla. Terapias que, a juicio del psicólogo Luis Muiño, podrían empezar a ser efectivas en un período de entre cuatro y cinco meses. Durante esas terapias –que pueden ser grupales o individuales–, el terapeuta da al paciente técnicas para combatir, frenar y evitar las manías o TOC.
Aunque muchos de los profesionales que trabajan en salud mental piensan que los psicofármacos no son ni mucho menos lo más adecuado para tratar una manía o un TOC, Muiño, fi el a esa postura, sí matiza que a veces los medicamentos ansiolíticos pueden ayudar a reducir la ansiedad del paciente y, por tanto, contribuir a trabajar mejor una vez que éste esté más relajado.
Las más frecuentes son…
Las manías vinculadas a la seguridad están casi siempre relacionadas con el hogar. De ahí que entre las más extendidas estén la de mirar dos o tres o cuatro o más veces si hemos cerrado bien la puerta antes de marcharnos o acostarnos; la de comprobar si hemos cerrado bien los grifos; si hemos apagado bien el gas, la luz, el radiador del baño…
Las manías asociadas a la higiene tienen mucho que ver con la limpieza que el que las sufre quiere aplicarse a sí mismo –especialmente a sus manos cuando está fuera de casa– y a todo y a todos cuanto le rodean. Estas son las manías que según el psicólogo y divulgador Luis Muiño suelen acabar en TOC, ya que las personas que las sufren suelen obsesionarse con ácaros, piojos o cualquier otro bicho pequeño difícil de detectar.
Las manías relacionadas con los objetos cotidianos las padecen personas que deciden ordenar su ropa por colores en el armario –algo muy extendido entre los ejecutivos– o dejar el salero en la misma posición siempre en el mismo armario para no tener que pensar nunca dónde está cada cosa, sino coger tanto un pantalón como la sal de forma automática.