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La drunkorexia (del inglés drunk –estar bebido– y del sufijo de origen griego orexia –apetito–) es, en esencia, la tendencia a dejar de comer durante horas para compensar las calorías ingeridas con las bebidas alcohólicas. También conocida como ebriorexia, es una nueva psicopatología que se incluye dentro de los trastornos de la conducta alimentaria y que comienza a ser común entre los adolescentes, sobre todo las chicas, que entre ingerir calorías mediante la comida o la bebida, se decantan por la segunda.
Síntomas
Estos cinco signos alertan de una posible caída en la drunkorexia.
Carácter agresivo y uraño con la familia y la gente cercana.
No realiza las comidas en familia.
Bajada de peso importante en poco tiempo y signos de obsesión con el peso.
Deterioro físico, con la cara hinchada o la piel alterada.
Necesidad de consumir alcohol para relajarse y divertirse.
Tratamientos
Lo primero es observar los hábitos alimentarios del sospechoso y, si reconocemos el patrón de la enfermedad, hablar con la persona y conocer su nivel de consciencia respecto al tema. Si persisten esas conductas, hay que pedir consejo profesional.«En el tratamiento debe intervenir un equipo multicisciplinar que debe incluir un psicólogo para tratar la adicción, un nutricionista para restaurar el equilibrio nutricional perdido y a un médico de cabecera», explica el doctor Adelardo Caballero, director del Instituto de Obesidad.
¿Cómo se previene?
«Es importante que desde la primera adolescencia los padres tengan una buena comunicación con sus hijos que permita alertarlos sobre los efectos y el peligro del consumo de alcohol», explica el doctor Caballero. «También hay que hacerlos entender que la belleza no estriba en la delgadez y que todas las personas tenemos en nuestro interior herramientas que nos hacen interesantes de cara a los demás sin necesidad de consumir alcohol o dejar de comer», explica la psicóloga Eugenia Moreno.
¿Eres mujer? Presta atención
La drunkorexia es una patología poco conocida y sus síntomas, difíciles de identificar. Como la anorexia, la bulimia o la vigorexia, es peligrosa a nivel nutricional, funcional y cognitivo. Causa desnutrición severa y daños hepáticos y cardíacos, más graves entre las mujeres, pues el hígado de estas, a igualdad de alcohol ingerido, absorbe entre un 30 y un 50% más; el corazón, ingiriendo un 60% menos de alcohol, puede sufrir la misma cardiopatía.