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Estos cambios cerebrales también se acompañan de cambios fisiológicos característicos en la presión arterial, la frecuencia cardiaca y respiratoria, la temperatura corporal y la secreción hormonal.
El número de horas de sueño necesarias varía de una persona a otra. Aunque la media diaria en los adultos suele ser de entre siete horas y media y ocho horas, existen variaciones dentro de la normalidad. En los niños, las necesidades de sueño cambian en función de la edad: un recién nacido necesita dormir unas 16 horas al día, mientras que el organismo de un adolescente de 14 años pide hasta nueve horas de sueño.
La mayoría de nosotros, en algún momento de nuestras vidas, hemos tenido algún problema para dormir bien y tener un sueño reparador. Pero cuando este problema se mantiene en el tiempo y afecta a la vida cotidiana, es necesario ir al médico para que determine si se trata de un trastorno del sueño o de un desajuste temporal.
Las causas más frecuentes de la falta de sueño
- Insomnio. Es, sin duda, la alteración del sueño más frecuente. Se trata de la dificultad para iniciar, mantener o prolongar el sueño. Son varias las causas que pueden dar lugar a este cuadro, fundamentalmente alteraciones emocionales y afecciones psiquiátricas que cursan con ansiedad, así como enfermedades orgánicas que se acompañan de síntomas que dificultan el sueño y efectos de sustancias, fármacos o tóxicos.
- Síndrome de apnea del sueño. Otra causa frecuente que afecta preferentemente a hombres obesos y fumadores. Se caracteriza por ronquidos fuertes y pausas respiratorias mientras la persona está durmiendo. El resultado es un sueño poco reparador que desemboca en un exceso de somnolencia durante el día. Además, si persiste en el tiempo, puede dar lugar a complicaciones cardiovasculares.
- Síndrome de piernas inquietas. Este trastorno afecta a la calidad del sueño porque las personas que lo padecen experimentan sensaciones desagradables en las piernas, acompañadas por una necesidad constante de moverlas, teniendo gran dificultad para permanecer inmóvil. Este movimiento periódico de las extremidades produce continuas interrupciones del sueño y dificultan el descanso.
- Otras alteraciones. En otros casos, el insomnio no se asocia a ninguno de estos trastornos y aparece como consecuencia de alteraciones en los mecanismos del ciclo sueño-vigilia.
Así nos afecta
Se sabe que la falta de sueño tiene consecuencias más o menos intensas dependiendo de la duración del trastorno y de las características de la persona.
A corto plazo, es frecuente la somnolencia durante el día, dificultad de concentración, cansancio e incluso sensación de mareo, lo cual puede repercutir en las tareas cotidianas.
Si la falta de sueño persiste, pueden aparecer complicaciones a largo plazo: alteraciones psicológicas (ansiedad, depresión…), trastornos de la memoria, falta de concentración y de atención, mayor frecuencia de accidentes y un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, como la hipertensión arterial.
Noches en blanco
- La edad avanzada se asocia con una disminución en la calidad y en la cantidad de sueño. En general, las personas mayores tardan más tiempo en dormirse y se despiertan con más facilidad, lo que determina que tengan frecuentes despertares por la noche y a primera hora de la mañana.
Todos estos cambios suelen derivar en un menor nivel de alerta durante el día –que puede dar lugar, por ejemplo, a un aumento del riesgo de caídas–, excesiva tendencia a dormir durante el resto de la jornada y cambios de humor. - En los niños, por el contrario, la falta de sueño produce más irritabilidad e hiperactividad que somnolencia. Si persiste en el tiempo, puede tener repercusiones sobre el desarrollo cognitivo y físico del niño, especialmente en el crecimiento.
Acostarse y levantarse siempre a las mismas horas ayuda a vencer los trastornos del sueño.
Remedios para dormir MEJOR
Existen una serie de medidas que favorecen una buena higiene del sueño y que pueden ayudar a superar el insomnio:
❶ Reducir la cantidad de café, té, cola, cacao, chocolate y medicamentos que contengan cafeína las últimas tres o cuatro horas antes de iniciar el sueño.
❷ Limitar al máximo el alcohol.
❸ Evitar comidas copiosas o indigestas, especialmente en la cena. Una comida liviana antes de acostarse favorece el sueño. Es aconsejable tomar leche u otros productos lácteos por su contenido en triptófano, que facilita la conciliación del sueño.
❹ Hacer ejercicio de forma habitual ayuda a dormir mejor. Una actividad física limitada y una vida sedentaria pueden conducir a padecer insomnio. Aun así, es importante no hacer ejercicio intenso poco tiempo antes de acostarse.
❺ Establecer una rutina diaria, intentando acostarse y levantarse todos los días a la misma hora.
❻ No pasar demasiado tiempo despierto en la cama. La cama es para dormir, no para realizar otras actividades (leer, ver la televisión, escuchar la radio…). Estas deber ser realizadas fuera del dormitorio.
❼ Relajarse antes de irse a dormir: tomar un baño, beber un vaso de leche o escuchar música relajante ayuda a disminuir el estrés.
❽ Eliminar los estímulos que puedan dificultar el sueño (luz, ruido, temperatura muy baja o muy alta…)