Frutas y verduras bien limpias, para evitar intoxicaciones

La piel de los vegetales puede estar contaminada por bacterias peligrosas, tierra, suciedad o pesticidas. Eliminar cualquier riesgo para nuestra salud es tan fácil como lavar con abundante agua estos alimentos y conservarlos correctamente.


Tras la reciente polémica suscitada en Alemania como consecuencia de las numerosas intoxicaciones alimentarias que se han registrado por la bacteria E.coli, nos han “bombardeado” con información algo confusa sobre cómo debemos manipular en casa la fruta y la verdura antes de comerla y por qué es tan importante esmerarnos en su higiene especialmente ahora en verano. Vamos a aclararlo, para que salgas de dudas.

¿Cómo se contaminan?

Los vegetales pueden entrar en contacto con microorganismos perjudiciales para la salud humana  por el uso de abonos que contengan materia fecal (heces) de animales portadores de bacterias o porque se rieguen con agua contaminada con desechos fecales. Los microorganismos se depositan en la piel de los vegetales. Con el proceso de cocinado, al someter estos alimentos a altas temperaturas, estos microorganismos se mueren, pero siguen vivos si los comemos crudos y con piel, como solemos hacer sobre todo en verano, en ensaladas, gazpachos o como postre, por lo que es fundamental aplicar unas estrictas medidas de higiene y manipulación para que las frutas y verduras no se conviertan en un foco de infección.

Lavado a conciencia

Para eliminar posibles restos de abonos, bacterias o virus, tierra e incluso insectos es necesario:

  • Lavar todas las verduras y las frutas con abundante agua debajo del grifo durante un rato, y con especial esmero si van a consumirse crudas y con piel. Si es necesario, se pueden frotar con un cepillo que sólo se utilice para tal fin.

  • También debe lavarse la piel o la corteza de algunas de ellas, aunque esta no se vaya a comer, para que la suciedad no contamine la parte comestible.

  • Es mejor lavar las piezas enteras (antes de partirlas o pelarlas), porque es mucho más sencillo y prevenimos también que los patógenos se transfieran al interior.

  • Lávalas preferentemente justo antes de consumirlas. Si están muy sucias, se pueden lavar antes de guardarlas en el frigorífico, pero deben secarse bien con un paño seco o con papel de cocina, ya que la humedad es un medio muy propicio para los microorganismos se reproduzcan.

En la compra

En el supermercado, en la frutería o en la verdulería, compra siempre alimentos que estén en condiciones óptimas, que no estén picados ni golpeados. Revisa incluso los que vienen en una bolsa o envase cerrado. Las frutas o verduras que se compran ya peladas y cortadas deberán presentar un aspecto de máxima frescura. No es necesario lavar estos alimentos, puesto que ya vienen lavados. Debe respetarse SIEMPRE la fecha de caducidad indicada en el envase.

Ten un especial cuidado con...

Las verduras de hoja verde: Elimina siempre las hojas externas. Son las que están más en contacto con los patógenos y además pueden estar dañadas o en mal estado. Las setas: Quítales la tierra con un cuchillo o con un paño limpio. Después hay que limpiar cada una con un paño mojado con vinagre y secar inmediatamente, sin pasarlas por agua, para que no se deterioren.

¿También hay que desinfectar?

No es imprescindible usar, además de agua, productos para desinfectar los vegetales. Aun así, para mayor seguridad y si se prefiere, se puede dejar el alimento en remojo unos minutos con algún producto desinfectante, sin olvidarnos de aclararlo después abundantemente con agua.

  • Vinagre: Hay que diluir un vaso de vinagre por litro de agua.
  • Bicarbonato de sodio: en este caso basta una cucharada por litro de agua.
  • Lejía: ¡Mucha precaución con ella! debe ser lejía apta para consumo humano. Diluye sólo cinco gotas de lejía por litro de agua y aclara bien.

Exige calidad. Compra sólo en establecimientos que te ofrezcan total garantía de que los alimentos son frescos y que sigan las normas de higiene.

Conservación segura

Puesto que son alimentos de rápida caducidad, compra sólo la cantidad de fruta y verdura que vayas a consumir en pocos días. Para que te duren más, consérvalos en el frigorífico, envueltos en envoltura plástica o en recipientes herméticos. El tiempo que se mantienen en buenas condiciones oscila entre dos y siete días, en función del alimento. Si los compras aún “verdes” se pueden conservar fuera de la nevera hasta que maduren. Para que no se deterioren y se contaminen con bacterias procedentes de otros alimentos, guarda los vegetales en los cajones del frigorífico habilitados para ellos, donde la temperatura es más suave. Las frutas y verduras pueden congelarse una vez lavadas, teniendo en cuenta que algunas pierden color y sabor. Para evitarlo, puedes hervirlas antes de congelarlas, ya que así se impide que actúen las enzimas responsables de esta pérdida. Se mantienen en el congelador de tres a seis meses. Los frutos rojos o los melocotones pueden duran hasta doce meses. No obstante, conviene comprobar que estén en óptimas condiciones una vez se hayan descongelado.

Salmonela: Otro “bicho peligroso”

También de los desechos fecales de los animales procede la salmonella, otra bacteria que hace de las suyas sobre todo en verano si no prestamos atención a la higiene de determinados alimentos.

En el caso de los huevos, la salmonella puede estar en los restos de heces de las gallinas que impregnan la superficie de la cáscara. Una vez allí, si no tenemos cuidado, la bacteria se puede extender a cualquier producto con el que entre en contacto o se elabore con huevo. también puede contaminar cualquier otro producto sin pasteurizar, la carne, el marisco, el pescado y los alimentos cocinados que se mantienen a temperatura ambiente durante demasiado tiempo.

Para acabar con ella:

  1. Lava los huevos antes de cocinar cualquier plato con ellos.
  2. Consume inmediatamente la mayonesa, salsas o cremas caseras. Puedes aumentar la cantidad de vinagre o limón en su preparación para que se conserven mejor.
  3. No dejes los alimentos a temperatura ambiente y refrigera inmediatamente los que no vayas a comer y que no pueden ser sometidos a calor, como las ensaladas o el gazpacho.
  4. Mantén la cocina limpia. Usa con preferencia papel de cocina en vez de trapos y después lávate las manos si vas a manipular alimentos.

¿Y tus manos? Si has tocado carne y a continuación vas manipular fruta o verdura, lávate las manos con jabón y limpia también el resto de superficies y utensilios que hayan estado en contacto para evitar contaminaciones cruzadas.

 

 

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