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Los niños que presentan trastornos del aprendizaje disminuyen significativamente su rendimiento escolar y de aprendizaje. Descubrir estas dificultades a tiempo es esencial para evitar problemas en el desarrollo de la personalidad del niño.
Tener trastornos de aprendizaje no implica que el cociente intelectual del niño sea menor a la media, sino tan solo que encuentra obstáculos en áreas concretas que supone un freno en su rendimiento escolar.
Inteligencia normal
Cuando el retraso escolar viene generado por circunstancias como el TDAH (trastorno por déficit de atención con hiperactividad), los niños pueden estar incluso por encima de la media en su cociente intelectual, pero no pueden desarrollar su potencial debido a esta falta de atención y al descontrol de sus impulsos, por lo que, antes de llegar a un diagnóstico de problema del aprendizaje, se deben tener en cuenta estos factores.
Ciertos retrasos en la adquisición de ciertas habilidades en edades tempranas del desarrollo se resuelven por sí mismos, ya que cada niño sigue su propio ritmo de desarrollo y es posible que simplemente haya un desfase en el periodo madurativo y no un problema de aprendizaje propiamente dicho. Lo que no justifica que los padres no estén especialmente atentos a su evolución, ya que es un tiempo muy preciado que no podemos perder.
¿Hay algo más detrás?
En ocasiones, ciertos problemas de aprendizaje pueden venir acompañados o ser consecuencia de otros problemas de conducta o emocionales, como el TDAH o trastornos afectivo-emocionales como la separación de los padres, un cambio de domicilio o el comienzo del curso en un nuevo colegio.
Los niños con trastornos del aprendizaje mejoran con la intervención psicológica apropiada sin tener consecuencia alguna en la edad adulta. Por ello, los psicólogos insisten en la importancia de hacer un diagnóstico adecuado y precoz, lo que permitirá un mayor éxito del tratamiento. Retrasarse o no diagnosticar adecuadamente el problema del que se trata puede significar no solo el retraso escolar respecto a los compañeros, sino situaciones con respecto a la motivación y a la autoestima del niño que van a tener trascendencia en la vida adulta. Estos son algunos de los trastornos de este tipo más frecuentes en niños:
- DISLEXIA: La dislexia es un problema cognitivo específico del aprendizaje de la lectura y la escritura que dificulta su correcta adquisición en personas con un cociente intelectual normal, una vez descartados otros posibles problemas médicos, afectivos y emocionales que expliquen la dificultad.
Es un problema frecuente: algunas estadísticas afirman que entorno a uno de cada diez escolares presenta dislexia.
Algunas características de este trastorno son:
- Gran dificultad para aprender las letras y para usarlas correctamente a la hora de leer y escribir.
- Lectura demasiado lenta y/o dificultosa.
- Lectura sin entonación.
- Dificultad para entender lo que ha leído. El niño vuelve al principio de la lectura una y otra vez.
- Confusión a la hora de pronunciar palabras que se asemejan fonéticamente.
- Escritura desordenada, llena de tachones y correcciones. Difícil de descifrar.
- Confusión de vocales y sonidos consonánticos parecidos.
- Omisión, sustitución o confusión de letras y sílabas tanto al principio como al final de las palabras.
- Escritura “en espejo”.
- Dificultad para leer la hora en los relojes.
- Dificultad para aprender los días de la semana, los meses de año y lo relacionado con las secuencias de datos…
- Cierta tendencia a confundir derecha e izquierda.
- DISGRAFÍA: Consiste en un déficit en las destrezas de escritura, que son claramente inferiores al nivel que cabría esperar por la edad, capacidad intelectual y nivel educativo del niño. Dependiendo en la edad escolar que se encuentre el menor, podemos encontrar problemas en la escritura de palabras o problemas en la redacción y/o composición escrita.
Afecta hasta un 10% de los niños de edad escolar, y algunas de sus características son:
- Escritura lenta, con tachones.
- Caligrafía deforme, con letras muy desiguales en tamaño y forma.
- Errores gramaticales en frases orales y/o escritas.
- Mala organización de los párrafos escritos. Por ejemplo, los niños con disgrafía tienen dificultad para atender a reglas como empezar una línea con mayúscula y terminar con un punto.
- DISCALCULIA: Se caracteriza por una alteración de la capacidad de aprendizaje de la aritmética (suma, resta, multiplicación y división), más que de los conocimientos matemáticos más abstractos de álgebra o geometría.
Por lo general, los primeros problemas con el cálculo aritmético se hacen evidentes hacia los ocho años. Algunos niños ya muestran síntomas hacia los seis, y en otros no se detecta hasta los nueve o diez años o después.
Algunos síntomas de la discalculia pueden ser:
- El niño no comprende el lugar que ocupa cada número en una cifra.
- Dificultad para memorizar y reproducir la grafía de cada número.
- Puede confundir números que se escriben de forma invertida (por ejemplo: 6 y 9).
- El niño presenta problemas con las seriaciones con números en general.
Conviene no obsesionarse: cada niño sigue su propio ritmo de desarrollo
Consejos para padres
Si sospecháis que vuestro hijo o hija tiene un problema que afecta a su aprendizaje:
- Informaos todo lo que podáis sobre el problema.
- Consultad a un especialista para pautar un plan eficaz de acción.
- Sed conscientes de que un tratamiento precoz supone una mayor probabilidad de resultados positivos.
- Mantened un diálogo permanente con sus profesores y educadores para estar informados de la evolución del niño en el colegio.
- No le trasmitáis al niño ideas erróneas sobre lo que supone tener un trastorno del aprendizaje.
- No tachéis al menor con calificativos como vago, distraído o retrasado, porque no lo es. Solo tiene un problema que le vamos a ayudar a superar.
- Mantened al menor informado sobre la realidad de su situación desde un punto de vista positivo.
- Descubrid otras áreas en las que el menor es más habilidoso y potenciadlas para reforzar su autoestima.