Musicoterapia: 10 enfermedades que mejoran con la música

“Amansa a las fieras”, dicen. Pero, además, las melodías, con su ritmo y sus acordes, pueden mejorar algunas enfermedades y prevenirlas. Te contamos qué puede hacer la música por tu salud.

Para el cerebro, la música es una recompensa que provoca la liberación de dopamina, un neurotransmisor que el organismo segrega en mayor cantidad a medida que aumenta el placer. Estudios realizados en el Instituto de Investigación Sanitaria del Hospital Universitario La Paz (IdiPAZ) constatan que escuchar música, además de placer, produce otros efectos fisiológicos: aumenta nuestro nivel de resistencia al dolor, provoca cambios en el tono muscular, en la temperatura, el nivel de glucosa o la secreción hormonal, y reduce el estrés y la sensación de fatiga. Por eso, la lista de patologías en las que la música tiene una efectividad probada es cada vez más larga. Te explicamos diez de ellas:

1. Relaja a los bebés en el útero materno

La música nos es útil incluso antes de nacer: consigue que las futuras madres se calmen, lo que repercute en el bienestar del bebé. Según un estudio de la Universidad de Leicester, los bebés se tranquilizan cuando, desde el vientre materno, escuchan música. Y durante su primer año de vida los bebés recuerdan lo que escucharon entonces. Es lo que se denomina ‘efecto Mozart’.

2. Complementa las terapias neonatales

En el mismo estudio también se observó que los bebés tienen preferencia por composiciones vivas y rápidas, como Las cuatro estaciones, de Vivaldi. Desde hace una década, en el hospital La Paz, de Madrid, usan temas como estos para modificar las constantes vitales desde el inicio de la vida. Estas técnicas neonatales las introdujo en 2003 el doctor Francisco Ruza. Con lactantes menores de seis meses en estado crítico se realizó un estudio científico y se comprobó que «la música mejoraba de forma significativa todas sus funciones vitales: frecuencia cardiaca y respiratoria, tensión arterial y también la puntuación del test confort», apunta el doctor Ruza. En el estudio también se comprobó que los bebés prematuros a los que se trata con música ganan peso más rápido.

3. Fomenta el desarrollo neurológico

La educación musical ayuda a los niños en su desarrollo neurológico: mejora su memoria, su fluidez verbal, su razonamiento no verbal y su lateralidad. Ayuda también a equilibrar el desarrollo de ambos hemisferios cerebrales, lo que previene trastornos como la dislexia.

4. En el autismo, mejora el lenguaje

La música permite a los niños con trastornos del espectro autista expresar lo que no pueden decir con palabras. La música, además de repercutir en el desarrollo motor, social y emocional del niño, sirve como facilitador de la expresión oral y hace que los pequeños se vuelvan más parlanchines. Ese cambio de actitud de los chavales lo pueden certificar los padres que acuden con sus hijos al Instituto Catalán de Musicoterapia. La directora del centro, la psicóloga Nuria Escudé, asegura que la música y el lenguaje están íntimamente relacionados. «Ambos están ordenados jerárquicamente y son muy parecidos en su complejidad y en el procesamiento cognitivo que requieren, que implica a la atención y la memoria. Esas similitudes permiten generalizar al lenguaje lo entrenado a través de la música», explica. Un estudio destaca que las terapias musicales activas que aúnan el canto y la práctica de algún instrumento, como el método Nordoff Robbins que utiliza Escudé, producen mejoras notables en las habilidades de comunicación verbal y no verbal. «Es un juego para lograr objetivos terapéuticos –señala Escudé– y tanto los niños como los padres acaban contentos».

5. Reduce el dolor

Manu Fernández solo tiene seis años, pero a su corta edad ya ha pasado largas temporadas ingresado. Hace 18 meses le implantaron un riñón y a principios de año una neumonía aconsejó devolverlo al hospital La Paz para tenerlo en observación.

Para estos casos, el centro cuenta con una herramienta terapéutica inesperada: la música. Musicoterapeutas profesionales y alumnos en prácticas del Máster de Musicoterapia de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid visitan a estos chavales con una maleta llena de instrumentos. Con ellos juegan y hasta hacen música.

Para los niños es solo un juego, pero los beneficios de la terapia para ellos son innumerables. «Estas sesiones de musicoterapia –explica Herminia Ramos, supervisora de la Unidad de Trasplante Pediátrico del hospital La Paz– se programan antes de intervenciones complicadas o dolorosas. Con ellas conseguimos disminuir la frecuencia cardiaca de los pequeños y aumentar la saturación de oxígeno, porque se relajan. Y en ocasiones se consigue que requieran menos calmantes».

6. En los cánceres, ayuda a clamar el estrés

Según un estudio publicado en la revista Support Care Cancer, la musicoterapia tiene un impacto positivo sobre el dolor, la ansiedad, el estado de ánimo y la calidad de vida de pacientes con cáncer. Estas ventajas se extienden también a niños y adolescentes, según otro trabajo reciente publicado en la revista de la Sociedad Americana del Cáncer. El trabajo destaca que con la música los más jóvenes ganan en habilidades para afrontar y resistir el estrés. «Escribir letras de canciones y producir vídeos musicales bajo la supervisión de un musicoterapeuta ayuda a los pacientes a reflexionar sobre sus experiencias e identificar lo que es importante para ellos, como su espiritualidad, su familia y las relaciones con los compañeros. Estas intervenciones con musicoterapia pueden proporcionar un apoyo psicosocial esencial para ayudar a los pacientes jóvenes a enfrentarse a esta patología», concluye el trabajo.

7. Alivia las patologías neurológicas

En algunos casos de Parkinson tararear una canción puede ser la diferencia entre andar y quedarse quieto. Los estudios de neuroimagen han demostrado que el ritmo activa las estructuras motoras corticales, los ganglios basales y el cerebelo, que son los afectados por el Parkinson. Esa activación provoca mejoras motoras en los pacientes. Cambiar de estilo musical también puede ayudar a los pacientes con otra patología neurodegenerativa: el alzhéimer. La música melódica bucea «en los entresijos de la vida y en las emociones de los pacientes, y estos, durante al menos un momento, son felices», explica Pilar Lago, que trabaja con la fundación María Wolff, especializada en enfermos de alzhéimer. También colabora con el Hospital Virgen de la Arrixaca, en Murcia, y la neuróloga Carmen Antúnez para averiguar si la música anima a las personas con alzhéimer y cómo influye sobre su comportamiento y la necesidad de utilizar calmantes. Su experiencia es que, cuanta más música escuchan, menos fármacos se necesitan.

8. Mejora la autoestima en el síndrome de down

Los niños con síndrome de Down mejoran su autoestima a través de la música. «Les gusta tocar instrumentos y algunos se animan incluso con el piano. A medida que ganan destreza en los instrumentos musicales pueden hacer pequeños conciertos para la familia, interpretando piezas acordes con sus gustos musicales», explica Nuria Escudé. Además, al cantar se trabaja también la respiración abdominal, que les ayuda a vocalizar mejor con diferentes sonidos. La percusión sirve para improvisar y expresar emociones.

9. Reduce la ansiedad en pacientes terminales

La psicóloga Nuria Escudé trabaja también con pacientes terminales en los Hospitales del Mar y La Esperanza, entre otros. La música logra disminuir el nivel de ansiedad, depresión e insomnio y, lo más sorprendente, también los síntomas físicos. Por eso los pacientes requieren menos calmantes y tienen menos problemas respiratorios, como ha podido constatar en un estudio que realiza en colaboración con el Hospital La Esperanza y la Universidad de Barcelona. En Madrid, la Unidad de Cuidados Paliativos Pediátricos del Hospital Niño Jesús de Madrid atiende a todos los pacientes pediátricos en situación terminal de la comunidad. Y la música forma parte de sus cuidados. La Fundación Porque Viven lleva la musicoterapia a casa de los pequeños que pasan por el hospital, como una actividad familiar.

El objetivo, atender las necesidades cognitivas y, sobre todo, emocionales del niño y también de las personas que lo rodean: en su casa, con sus juguetes, con sus instrumentos musicales.

10. Y también previene ciertas enfermedades

Otra faceta menos conocida de la música es su carácter preventivo. El ejercicio físico y la alimentación adecuada son los pilares de una buena salud. A la hora de practicar deporte, la música tiene un importante papel facilitador: escucharla mientras ejercitamos los músculos, además de distraernos del cansancio, aumenta la motivación y el rendimiento físico en un 20 por ciento. Una melodía de fondo hace que los ejercicios sean más sencillos de realizar. El motivo lo explicaba Mark Andrews, del departamento de fisiología de la Facultad de Medicina Osteopática Lake Erie, en Ohio (EE.UU.), en la revista Mente y cerebro: «Las funciones fisiológicas básicas como la respiración o el latido del corazón son, igual que la música, actividades rítmicas. Y puesto que nuestro organismo está habituado a los ritmos, los sonidos acompasados de la música ayudan a organizar los movimientos físicos».

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