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Unas uñas cuidadas son sinónimo de salud y belleza. Con unas herramientas sencillas y paciencia puedes arreglártelas en casa y acabar con esos pequeños problemas que las afean. Luego, basta con mantener esa rutina cada 15 días y darles un repaso semanal para que estén siempre perfectas. Esos son los pasos imprescindibles:
1. Retira el esmalte dañado
Es el primer paso de una buena manicura. Empapa un algodón en quitaesmaltes y presiona suavemente la uña durante medio minuto. Después arrástralo hacia arriba y hacia fuera para no manchar el dedo con los restos de la vieja laca.
2. Lima y da forma
Lima en seco: si las uñas están húmedas y blandas limarás en exceso. Hazlo en una sola dirección y hacia el centro, para no dañarlas. Aunque la forma y la longitud de la uña es una cuestión de gusto personal, adáptalas a la forma de tus uñas y dedos.
3. Sumerje y retira la cutítula
Introduce las uñas en un pequeño cuenco con agua tibia y jabonosa dos minutos para limpiarlas profundamente. Sécalas y aplica un poco de aceite o vaselina para reblandecer la cutícula. Así podrás retirarla con un palito de naranjo suavemente hacia el centro. Termina cortando con mucho cuidado los restos de piel muerta de los bordes.
4. Hidrata y pule las uñas
Aplícate un aceite o crema específica revitalizadora masajeando las uñas y las manos para hidratarlas y regenerarlas, y espera un par de minutos a que se absorba. Retira con un pañuelo de papel el exceso de grasa. Si no quieres usar ningún esmalte puedes utilizar un pulidor suave para aportarles un brillo natural.
5. Pinta y deja secar
Empieza a pintarlas con una pincelada por el centro. Luego por ambos lados, con cuidado de no tocar la piel para no mancharla y dejar que la uña respire. No extiendas la segunda capa hasta que no esté completamente seca la primera. Para que el esmalte te dure más, aplica antes una base protectora y, al final otra capa más de protector del color.
No cortes la cutítula
La función de la cutícula es proteger el punto donde la uña se inserta en la carne. Cuando esta está rota o herida es una puerta de acceso para las infecciones. Por eso no debe cortarse ni retirarla sin haberla ablandado antes con agua o con una crema específica.