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Cada edad tiene su propia piel. O lo que es lo mismo, la calidad y el aspecto de la piel va evolucionando con el paso de los años. De poco sirve obsesionarse por recuperar la tersura y suavidad de los veinte años, ni aspirar a que nuestro cutis luzca la misma luminosidad que las modelos y actrices de las revistas y la televisión (entre otras cosas, porque todo tiene “truco”). Sin embargo, es posible mantener una piel bonita y sana también en la madurez, y sin necesidad de invertir grandes sumas en tratamientos de belleza.
Puesto que en verano exponemos la piel a más horas de sol que en el resto del año, en este momento cuando más necesario es proporcionarle todos los cuidados que necesita, y de una manera intensiva.
Bajo un sol de justicia…
Los cambios propios de la menopausia se reflejan en la piel, que pierde elasticidad e hidratación. La disminución de estrógenos da lugar a una pérdida de colágeno, el encargado de dar espesor a la piel. Por eso, a partir de los 45 años aproximadamente, muchas mujeres notan que su piel se vuelve más fina, quebradiza, seca y, por tanto, más vulnerable ante los efectos nocivos del sol. Si la piel está especialmente castigada y sensible, la sequedad merma además sus funciones naturales de autoprotección.
Por este motivo, los dermatólogos recomiendan:
- Disminuir el tiempo de exposición al sol y evitar las horas de radiación más intensa (entre el mediodía y las cuatro de la tarde).
- Utilizar cremas de protección solar alto o muy alto durante toda la temporada. Hay que descartar por completo los “autobronceadores” sin filtro solar, que dejan la piel “desnuda” ante la peligrosa radiación ultravioleta.
- Aplicarse crema hidratante reparadora para después del sol, tanto en la cara como en el resto del cuerpo.
- Tomar abundante líquido (en verano, al menos dos litros) para mantener la piel hidratada también desde dentro.
- Usar prendas transpirables para evitar irritaciones por el aumento de la sudoración.
La diferencia entre una piel está en unos mínimos bonita y otra estropeada cuidados diarios
Cuello y escote
Estas zonas son las grandes olvidadas, a pesar de ser especialmente sensibles y estar expuestas también a la agresión del sol y ambiental. Para que la edad tarde más en causar estragos importantes en esta piel tan delicada, al igual que el rostro, hay que mantener al menos un cuidado básico, con una crema de día o de noche que hidrate y nutra en profundidad.
Pies y manos
Ya sabemos que cuidar la belleza y el buen aspecto de las manos es importante siempre, porque son una carta de presentación muy personal para los demás, en verano los pies tienen también un destacado papel protagonista, porque por fin salen a la luz gracias a las sandalias y a los paseos descalzos. De nuevo, “hidratación” es la palabra clave: se aprecia mucho a simple vista el resultado de usar con regularidad alguna crema nutritiva específica (ya sea específica para manos o para pies), que fortalecerá los propios mecanismos de protección y defensa de la piel.
“Y esta mancha... ¿qué será?”
El efecto del sol a menudo actúa como el líquido revelador de una fotografía en nuestra piel, haciendo que sean visibles manchas que durante el resto del año han podido pasar desapercibidas.
Observando el aspecto de las manchas cutáneas, el dermatólogo puede sospechar cuál es su origen, aunque en ocasiones será necesaria una biopsia para analizarla y determinar el diagnóstico. Cuando estas manchas aparecen por primera vez en la menopausia, pueden ser de origen hormonal.
Si no aumentan de tamaño, no cambian de aspecto o color, no se irritan, no sangran ni pican, es muy probable que la lesión sea benigna. En caso de que tengas una mancha que experimente alguno o varios de esos cambios, es muy importante que acudas cuanto antes al dermatólogo. Tu tranquilidad es lo primero.
Mascarillas para el cabello, un baño de protección
El pelo acusa también el “maltrato” que le damos en la época estival (exposición al sol, baños, lavados frecuentes…), en articular si lo tenemos seco, a lo que se suma una mayor sudoración. Por eso, tan importante como utilizar un gel de baño suave para la higiene corporal son recomendables los champús neutros que incorporan sustancias hidratantes, para evitar que el cabello y el cuero cabelludo se deterioren.
Las más naturales
El aceite de argán y de coco son excepcionales para devolver al cabello su brillo y tacto sedoso. También son muy efectivas las elaboradas con huevo, plátano, miel o yogur.