La barriga masculina ¿Curva de la felicidad?

Aunque muchos caballeros se empeñen en negarlo, a ningún hombre le gusta tener tripa. Más que por estética, conviene deshacerse de ella por los riesgos de salud que esta obesidad abdominal conlleva.


Mientras las mujeres se desesperan luchando contra la grasa acumulada en forma de celulitis, brazos fofos y cartucheras, en el caso de los hombres la diana de esa grasa es la cintura. Salta a la vista que, superados los cuarenta años, son pocos los privilegiados varones que no lucen tripita. Pero, ¿por qué la “curva de la felicidad” es más propia del sector masculino que de las féminas? ¿Y qué consecuencias tiene para la salud? Vamos a verlo.

Cuestión de genética

Hombres y mujeres somos distintos en muchas cosas, y la distribución de la grasa corporal no es una excepción. En la infancia, la silueta de niños y niñas es similar, pues carecen de forma definida. Su composición corporal comienza a transformarse en la adolescencia, con la “revolución” de las hormonas:

  • La mujer tiende a acumularla en el tejido subcutáneo, bajo la piel, principalmente en la zona glúteofemoral (trasero, muslos y caderas), adoptando forma de pera.

  • En cambio, el hombre tiende a tener poca grasa subcutánea y más grasa intraabdominal. La forma de cuerpo característica es la de manzana.

¿Mala o buena?

Actualmente se sabe que esa grasa que reside en las caderas, glúteos y muslos femeninos en realidad no es perjudicial para la salud, sino al contrario: es un almacén de energía concebido para la función reproductora de la mujer, y al mismo tiempo actúa como barrera protectora frente a las enfermedades cardiovasculares durante su vida fértil. Se trata de grasa subcutánea.

Diferente es el caso de la grasa que se acumula en el abdomen masculino. Al ser grasa visceral (depositada alrededor de las vísceras), es capaz de segregar sustancias que ponen a los varones en un alto riesgo de desarrollar síndrome metabólico, que es la una combinación de obesidad, diabetes, hipertensión arterial y elevación del colesterol. 

¿Subcutánea o visceral?

Para saber cómo es la grasa que se ha instalado en tu abdomen, túmbate boca arriba y observa tu barriga:

  • Se pone blandita, se desparrama hacia los lados o cae en foma de “michelines”: Tranquilo, es grasa subcutánea, la más inofensiva.

  • Se mantiene dura y alta: No pierdas tiempo. Tu tripa es una bomba de relojería. Tienes que reducirla por todos los medios ya.

Mide tu cintura

La prueba para calcular cuándo una persona tiene un elevado riesgo cardiovascular es tan sencilla como medir el perímetro la cintura con una cinta métrica. El perímetro máximo saludable en el hombre es 102 centímetros (88 en el caso de la mujer).

Si tu abdomen está por encima de esos límite, ¡es hora de que tomes medidas! Porque cada cinco centímetros más a partir de esta medida elevan hasta en un 17% el riesgo de fallecimiento por problemas cardiovasculares en los hombres y hasta un 13% en las mujeres.

¡Quítatela de encima!

No te engañes: para quitarte la tripa de encima, no hay milagros ni trucos de magia. La única fórmula magistral que funciona es:

  • DIETA EQUILIBRADA: Come de todo, pero de forma moderada y en función de tu desgaste energético. Perderás tripa si gastas más calorías de las que ingieres.

  • EJERCICIO FÍSICO: Con unos abdominales bien hechos se mejora el tono muscular, pero el flotador de grasa acumulada seguirá donde siempre. Para acabar con él es imprescindible que ayudes a tu cuerpo a adelgazar con ejercicio de tipo aeróbico (correr, nadar, montar en bicicleta…), que es el que más grasa elimina. Lo notarás en tu tripa en poco tiempo.

  • TÉCNICAS QUIRÚRGICAS: Mediante técnicas como la liposucción o la abdominoplastia se puede eliminar el exceso de piel o la grasa subcutánea. Pero con la grasa visceral no podemos hacer nada a menos adelgacemos.

 

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