SABER VIVIR COMUNICACIÓN, S.L.
Desde las últimas décadas, la alergia es una enfermedad en aumento. En nuestro país, cerca de diez millones de personas sufren algún tipo de alergia, mientras que cada año el porcentaje se incrementa en un 2%. De todas las alergias, la respiratoria (rinitis y asma) afecta nada menos que a la cuarta parte de la población en los países desarrollados. En España, seis millones de personas tienen que lidiar cada año con los molestos síntomas de la alergia al polen, pero tan solo el 51% han sido diagnosticadas.
Menos polen, pero más agresivo
Dado que el pasado invierno ha sido el más seco de los últimos setenta años, a lo largo de esta primavera las plantas florecerán menos, por lo que habrá una menor cantidad de polen flotando en el aire. sin embargo, no todo son buenas noticias: precisamente por falta de lluvias, hay más contaminación ambiental, que también afecta seriamente a las personas que padecen alergia: los humos y gases presentes en el medio ambiente, procedentes principalmente de los tubos de escape de los vehículos, irritan las mucosas respiratorias y facilitan la absorción de pólenes y otros alergenos. a esto hay que sumar el hecho de que los humos expelidos por la combustión de los motores diesel altera los pólenes y los hacen más agresivos para los alérgicos. No en vano se dice que las alergias son “enfermedades de la civilización”. De hecho, los niveles de contaminación atmosférica han ido aumentando a lo largo de los años en las sociedades más industrializadas al mismo ritmo que van apareciendo nuevos casos de alergias respiratorias. Volvemos a comprobar que en lo que se refiere a la salud, nada es casualidad.
De repente, ¡Alérgico!
La alergia es una hipersensibilidad a una sustancia particular (denominada “alergeno”) que se inhala, ingiere o se toca y, como consecuencia, se producen una serie de síntomas característicos. La predisposición personal, que normalmente es hereditaria, juega un papel importante a la hora de desarrollar una alergia; sin embargo, la reacción alérgica puede aparecer por primera vez en cualquier momento de la vida. Puede ocurrir que una persona tenga predisposición, pero si vive en una zona en la que no le afecta ningún alergeno, no presentará síntomas, o bien que los presente de manera estacional, solo cuando tiene lugar un
nuevo encuentro con el alergeno que le afecta.
Aunque la primavera (y también el verano) es cuando más plantas sueltan pólenes, hay plantas que sueltan polen en otoño e incluso en invierno. Esto explica que la alergia al polen pueda hacer su temido acto de presencia en cualquier estación del año, tal y como explica la sociedad española de inmunología clínica y alergia Pediátrica.
¿Alergia o catarro?
Los síntomas respiratorios de la alergia al polen se confunden fácilmente con las molestias características que produce el resfriado común: congestión nasal y ocular, mucosidad, estornudos, tos... si estos síntomas persisten durante más de una semana con similar intensidad, en vez de automedicarse, lo más sensato es consultar al médico de familia, quien nos remitirá en caso necesario al alergólogo para que nos realice una sencilla prueba en la piel (llamada prick test) para identificar si todo se debe a posibles alergenos (polen y ácaros, entre otros). de esta manera será posible identificar si existe alergia y frente qué tipo de sutancias surge dicha reacción (polen, ácaros, alimentos...).
En el caso de que este test no ofrezca resultados del todo fiables, se puede realizar un análisis de sangre que hará posible un diagnóstico más acertado, y permitirá al médico, al mismo tiempo, decidir mejor el tratamiento.
Ojo a las complicaciones
Existen diferentes tipos de tratamientos para la alergia al polen, y a cada persona alérgica le conviene encontrar el más efectivo en su caso particular. No olvidemos que cuando un alérgico respira a diario pequeñas cantidades de pólenes, estos pueden no causar síntomas agudos, pero sí ir produciendo una inflamación progresiva de los bronquios, la nariz y los ojos que aumenta su sensibilidad frente a las infecciones, el aire frío u otros alergenos. Por eso es tan importante obtener un diagnóstico y comenzar a tratar la alergia en cuanto se notan los primeros síntomas.
¿Qué sientes?
Dependiendo de la persona y del alergeno los síntomas de la alergia pueden variar y afectar a diferentes partes del organismo:
- Conjuntivitis alérgica: conlleva lagrimeo, picor, enrojecimiento, escozor e hinchazón de ojos.
- Rinitis alérgica: Provoca congestión, mucosidad acuosa, picor y estornudos.
- Urticaria o dermatitis: Ocasiona picor, enrojecimiento, edema y eritema en la piel.
- Asma bronquial: Provoca tos, pitos y dificultad respiratoria.
- Anafilaxia: conlleva picor, dificultad respiratoria, enrojecimiento y mareo.
Diferentes soluciones
- Medicamentos homeopáticos: se pueden tomar de forma preventiva antes de que comience la época de polinización. también ayudan a controlar los síntomas sin riesgo de que se produzcan efectos secundarios.
- Antihistamínicos: Reducen o eliminan los efectos de las alergias al bloquear los receptores de la histamina. se presentan en forma de comprimidos orales, sprays nasales, colirios o crema. Hay que tener precaución, porque la mayoría provocan somnolencia.
- Corticoides tópicos nasales: Para tratar la rinoconjuntivitis. Producen alivio de los síntomas en una o dos semanas.
- Inhaladores: se emplean para controlar el asma bronquial. es importante utilizarlos correctamente para que surtan efecto.
- Vacuna: está indicada para personas que no logran controlar sus síntomas con medicamentos o que suelen presentar a menudo fuertes crisis de asma alérgico.
Consejos para evitar el polen
- Infórmate de los niveles de polen que hay en tu municipio y en la zona donde trabajas. Lo encontrarás fácilmente en Internet. Los días en los que el nivel sea alto, procura permanecer el máximo de tiempo posible en recintos cerrados.
- Usa humidificadores y aparatos de aire acondicionado con filtro antipolen.
- Evita las actividades al aire libre entre las 17.00 y las 22.00 horas, porque durante la primavera es el momento en el que hay una mayor concentración de polen.
- Cuando viajes en coche, mantén cerradas las ventanas.
- Ventila la casa solo a primera hora del día. Ciérralas siempre al atardecer y por la noche.
- Mantén limpias las superficies de los muebles para que no se acumule el polen sobre ellos.
- Evita el contacto con animales con pelo.
- Al llegar a casa, dúchate y cámbiate de ropa para que el polen que se queda en el pelo, la piel y la ropa no te afecte.
- Tiende la ropa dentro de casa.
- Protégete de químicos irritantes (humo, polvo, sprays, insecticidas).ç
- Utiliza gafas de sol siempre que permanezcas en exteriores.