Los niños y las personas de edad avanzada son más propensos a padecer hidrocuciones, porque les cuesta más adaptarse a los cambios de temperatura y su frecuencia cardíaca suele ser baja.

No váis mal encaminadas las madres y abuelas cuando en verano les decís a los jóvenes de la familia que, después de comer, guarden un tiempo de reposo antes de meterse en el agua del mar o en la piscina, para evitar el riesgo de que se les “corte” la digestión. Es cierto que podemos padecer un episodio peligroso, pero el nombre correcto de este fenómeno es síncope por hidrocución. ¿En qué consiste?


Contraste calor-frío

Para hacer la digestión, el estómago necesita gran cantidad de oxígeno, que obtiene de los vasos sanguíneos. Durante ese tiempo, otras zonas del cuerpo, como el cerebro, reciben menos cantidad de sangre, motivo por el cual nos entra sueño después de comer.

¿Qué sucede si nos sumergimos bruscamente en el agua mientras hacemos la digestión? Que obligamos al cerebro a reaccionar de inmediato y a que intente mantener constante la temperatura del cuerpo. Pero al disponer en ese momento de escasa cantidad de sangre –alojada en gran parte en el aparato digestivo en ese momento–, el corazón no puede bombear la cantidad suficiente de sangre que el cerebro necesita y se produce un síncope; es decir, un desmayo por falta de aporte de oxígeno al cerebro, en el que puede haber también una alteración del ritmo cardíaco. Sacar del agua y socorrer rápidamente a la persona afectada es de vital importancia, porque al estar inconsciente, podría fallecer por ahogamiento.

¿Cuánto tiempo reposo?

En realidad, no siempre es necesario esperar dos horas para meterse en el agua después de comer, puesto que el tiempo que dura el proceso de la digestión varía según el tipo y la cantidad de alimentos que hayamos tomado.

Por ejemplo, si sólo hemos almorzado un sándwich, media hora de reposo es suficiente. En cambio, si hemos ido al chiringuito de la playa y hemos comido algo de picar, un buen filete con patatas y un helado, es mejor pasar al menos un par de horas para darle tiempo a nuestro estómago de digerirlo.

No sólo después de comer

Estar haciendo la digestión predispone a poder sufrir una hidrocución con mayor facilidad que si no se ha ingerido alimentos previamente, pero también cuando el cuerpo está en reposo podemos ser víctimas de una hidrocución. Ante un cambio brusco de temperatura, el sistema nervioso puede llegar a bloquear el organismo, produciéndose un síncope de similares consecuencias a las anteriormente descritas.

Por eso, antes de meternos en el agua, es importante refrescarse poco a poco el cuerpo para que el cambio de temperatura no sea tan brusco.


Al agua con precaución

  • Si vas a pasar el día en la playa o en la piscina, haz una comida ligera. Evita los alimentos ricos en grasas y los dulces, pues se digieren con mayor lentitud.

  • Si hace calor, toma el sol y haz ejercicio durante un tiempo moderado, evitando las horas centrales de la jornada.

  • Bebe al menos tres litros de líquido al día, preferiblemente agua y zumos. Limita el consumo de alcohol, que favorece la deshidratación.

  • Siempre que te metas en el agua –sobre todo si está helada–, hazlo poco a poco, mojándote primero con las manos la nuca, el interior de los codos y el abdomen, para que tu cuerpo se vaya habituando a la temperatura de forma gradual.


Síntomas previos a la hidrocución

  • Mareo.
  • Zumbido de oídos.
  • Náuseas.
  • Sensación de debilidad intensa y progresiva.
  • Pérdida de consciencia.


Si a alguien le ocurre, recuerda:

  1. Ayuda a la persona a recostarse y a levantar un poco las piernas para que se le pase el mareo y la bajada de tensión.
  2. Intenta que beba abundante agua o zumo no muy fríos en pequeños tragos.

Normalmente, comenzará a sentirse mejor en unos minutos y se recuperará del todo en un par de horas. Si no es así, acompáñala a un centro médico con servicio de urgencias.


Tirarse al agua fría si hace mucho calor o después de comer puede ser peligroso.

 

 

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