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Cuando un laboratorio farmacéutico desarrolla un nuevo medicamento, lo patenta bajo un nombre comercial. Esta patente dura veinte años, durante los cuales el laboratorio tiene todos los derechos del producto. Cuando la patente caduca, otros laboratorios pueden comercializar dicho producto bajo diferentes nombres o bien como genérico; es decir, denominándose sólo por su principio activo (la sustancia medicinal que lo compone): “paracetamol”, “ibuprofeno”, o “ácido acetilsalicílico”, por ejemplo. Los genéricos son, por tanto, equivalentes a las “marcas blancas” que encontramos en el sector de la alimentación.
Todos los genéricos que se dispensan en las farmacias han superado los diversos controles calidad que exige la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, dependiente del Ministerio de Sanidad, y gozan de todas las garantías de seguridad y eficacia, al igual que los que se presentan bajo el nombre de la marca comercial originaria.
Ahorras dinero, pero no en salud
Siendo igual de efectivos y con calidad equiparable, la ventaja de los medicamentos genéricos es que cuestan entre un 30% y un 60% menos que sus equivalentes “de marca”. Esto beneficia tanto a los usuarios como al Sistema Nacional de Salud, que se hace cargo de una parte considerable del coste de los medicamentos que se prescriben con receta médica, pagando el usuario el resto del importe. Aún así, los genéricos representan sólo entre el 7 y el 20% del total de los medicamentos que se venden en España, mientras que en Europa el consumo medio está entre el 30 y el 40 por ciento.
Pequeñas diferencias, mismo efecto
Los medicamentos genéricos pueden contener ingredientes inactivos distintos (tales como colorantes, almidones o azúcares, etc.) y pueden diferir de tamaño, de color o forma que el medicamento de referencia, pero la manera en que influye en el cuerpo del paciente es el mismo.
Mejoras tu salud y ahorras dinero
Aunque son medicamentos igual de eficaces y seguros, los genéricos todavía generan desconfianza entre algunos sectores de la población, sobre todo en los mayores de 60 años. En tu mano está adquirir medicamentos de marcas conocidas u optar por estas fórmulas equivalentes a ellas sin nombre comercial. El principal aspecto positivo de los genéricos es que, además de ayudar a tu salud, son buenos para tu bolsillo: son más asequibles tanto para nosotros como para el Sistema Nacional de Salud, que financia parte de su coste.
No todos son equivalentes, pregunta al farmacéutico
Si tu médico te ha recetado un medicamento de una marca comercial, al ir a comprarlo a la farmacia puedes solicitar al farmacéutico que te venda uno genérico. Este profesional está autorizado a ofrecerle al cliente un medicamento genérico de precio similar, siempre que coincida con el principio activo, dosis y formato del inicialmente prescrito.
No obstante, existen algunas excepciones: es el caso de aquellos fármacos que requieren un control especial o tienen un estrecho margen terapéutico, por lo que requieren la autorización del médico para su cambio. Por ejemplo:
- Insulinas.
- Anticoagulantes.
- Medicamentos para el corazón (cardiotónicos).
¿Cómo reconocerlos?
En el envase de cualquier medicamento genérico figura:
- El nombre de la sustancia de la que está hecho (principio activo).
- El nombre del fabricante, en lugar de un nombre comercial.
- En España y otros países aparecen además las siglas EFG (Equivalente Farmacéutico Genérico).
Asociación Española de Medicamentos Genéricos: www.aeseg.es