SABER VIVIR COMUNICACIÓN, S.L.
La llegada del verano puede poner a prueba nuestros nervios. En el mes de junio parece que se nos junta todo:
- Los niños terminan las clases y algunos vendrán a casa con algún suspenso de más.
- Tenemos que preparar las vacaciones, lo que supone un esfuerzo económico extra.
- El cansancio acumulado durante todo el año nos comienza a pasar factura.
- Y, por si fuera poco, a esto se suman la crisis económica y el paro.
Todas estas circunstancias pueden llegar a provocarnos estrés, que, si no se controla, puede dar lugar a la ansiedad, que a su vez la puerta de la depresión.
Estrés no es igual que ansiedad
El estrés es una situación de sobrecarga a la que nos enfrentamos por una exigencia que es importante para nosotros. Está asociado con el cansancio y el agotamiento. Una persona puede estar agotada por exceso de trabajo o por otras situaciones sin atravesar un estado de especial nerviosismo o ansiedad.
La ansiedad, en cambio, es una emoción que surge en una situación en la que se percibe una amenaza. La ansiedad se puede identificar con una serie de síntomas en tres niveles diferentes:
- La persona experimenta siente preocupación, temor, inseguridad, dificultad para decidir, pensamientos negativos sobre uno mismo, tiene pensamientos negativos sobre su propia actuación con los demás, teme perder el control, experimenta dificultades para pensar o concentrarse.
- La ansiedad se manifiesta físicamente con sudoración, tensión muscular, palpitaciones, taquicardia, temblor, molestias en el estómago, dificultades respiratorias, sequedad de boca, dolores de cabeza, mareo, náuseas o molestias en el estómago.
- En lo que se refiere a la conducta, las personas que sufren ansiedad tienden a fumar, comer o beber en exceso, están constantemente nerviosos, necesitan estar en movimiento (caminar de un lado a otro, por ejemplo) y suelen tener tics, como rascarse o tocarse, etc.
La clave es la respiración
En nuestras manos está el tomarnos en serio el estrés y aprender a relajarnos. La mejor herramienta para combatir el nerviosismo, la irritabilidad y la ansiedad es la respiración. Dedica al menos cinco minutos al día a tumbarte, cerrar los ojos y concentrarte en tu respiración.
En las clases de yoga, taichí o de gimnasia para mayores se enseña lo que se llama “respiración diafragmática” o respiración profunda:
- En ella, el abdomen se eleva y desciende, al tiempo que se llenan de aire las zonas altas, media y baja de los pulmones.
- Al tomar aire, debemos dirigirlo hacia la zona más baja de los pulmones, luego a la zona media y después a la superior, elevando el abdomen.
- Tas inhalar debemos mantener la respiración unos segundos y espirar muy lentamente.