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Cuando tocamos con las manos los pomos de las puertas, mesas, grifos o inodoros, nos llevamos millones de bacterias y dejamos otras tantas. Muchas de estas bacterias son inofensivas, pero también las hay peligrosas. Tanto es así que el 80% de las enfermedades infecciosas se transmiten por contacto con superficies en las que se depositan bacterias. Esto supone una importante preocupación para los profesionales sanitarios, especialmente en los hospitales, donde el elevado tráfico humano que registran obligan a practicar medidas de prevención como el lavado de manos frecuente (al menos en el caso de médicos, personal de enfermería y celadores) y la desinfección del material y de las superficies, pero esto ha demostrado ser insuficiente, puesto que el número de infecciones que se adquieren en los hospitales aumenta cada año. En concreto, las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) parecen ser las más contaminadas.
En el mismo caso se encuentran los edificios públicos y sobre todo, las guarderías y escuelas, que como sabemos, son un estupendo caldo de cultivo para muy diversas bacterias infecciosas. Pero hay buenas noticias.
Aliado antibacterias
Ante esta situación, al menos ochenta instalaciones en todo el mundo (la mayor parte de ellas son hospitales) han optado ya por una solución muy interesante: han decidido usar el cobre en el revestimiento de las paredes, las puertas y los pomos para prevenir la propagación de las infecciones, puesto que este metal es el único material capaz de eliminar el 99.99% de las bacterias que llegan a su superficie en menos de dos horas. Así lo demostró un ensayo de la Agencia Medioambiental Americana realizado en 2008.
Uno de los lugares donde esto ya es una realidad está en Barcelona, y es la Unidad de Fibrosis Quística del Hospital Vall D´Hebrón, centro de referencia para el tratamiento de esa enfermedad en España. Esperemos que cunda el ejemplo y que pronto dispongamos más de este tipo de superficies en nuestro país.
Como explica, el director del Centro Español de Información del Cobre (CEIC), Diego García Carvajal, “el cobre tiene la propiedad natural de eliminar las bacterias que se depositan en las superficies que tocamos a diario, con lo cual, si alguien con las manos sucias las toca y deja una serie de bacterias, el cobre se encarga de eliminarlas, y evita que la persona que viene detrás se lleve esas bacterias y pueda, eventualmente, desarrollar la enfermedad”.
Y también antihongos
Una investigación de la mencionada agencia estadounidense ha confirmado que el cobre también es útil para eliminar los hongos, por lo que es de esperar que, en un futuro próximo, este metal se empiece a utilizar en la fabricación de los aparatos de aire acondicionado y de ventilación, para hacerle un favor a nuestra salud.
Imprescindible
El cobre fue uno de los primeros metales utilizados por los seres humanos en la prehistoria. Tenemos cobre desde hace diez mil años, y cada vez se ha ido utilizando más. El consumo mundial de cobre se ha duplicado en los últimos veinte años, y en la actualidad alcanza los veintidós millones de toneladas. Seguramente sea el tercer metal, después del hierro y el aluminio, aunque pasa desapercibido, oculto en los “intestinos” de nuestra vida. Coches, edificios, teléfonos, ordenadores… Todos los objetos y máquinas que usamos en la vida cotidiana funcionan gracias al cobre, por lo que es insustituible.
Además, su alta demanda y su elevado precio –y cómo no, el interés de los ladrones por él– se deben a otra poderosa razón: el cobre es cien por cien reciclable, se puede reutilizar sin que se pierda ninguna de sus propiedades, como explica el director del CEIC.
¿De dónde lo obtenemos?
En España tenemos todos los escalones de la industria del cobre. Nuestras minas de cobre más importantes están en Sevilla y Huelva. En ellas se extrae tierra rica en cobre y, a partir de ella, en la industria se extrae el cátodo de cobre (chapas de un metro de espesor), que pasa a convertirse en mil y un productos distintos: alambres, cables, tubos, planchas, etc.
Tan bueno... ¡Que está para comérselo!
El cobre es un oligoelemento esencial para la vida humana, porque ayuda a mantener también “limpio” el organismo reforzando nuestro sistema inmunitario, favorece al corazón, al sistema nervioso y al cerebro, ayuda a la regeneración de la piel, enriquece los huesos y los dientes, y además contribuye a la regeneración los cartílagos, ayudando a prevenir enfermedades como la artrosis o la artritis.
¿En qué alimentos tomamos cobre? Las principales fuentes de cobre son el marisco –especialmente crustáceos como el cangrejo o la ostra–, el hígado, los cereales, las nueces, las legumbres y el chocolate negro. También está en patatas, guisantes, carne roja, champiñones y algunas frutas como el coco, la papaya, la uva y la manzana.
La cantidad diaria recomendada para los adultos es 1 mg de cobre, y para las embarazadas o madres lactantes es de 1,3 mg. El chocolate aporta 1 mg de cobre por cada 100 g. Las nueces tienen 1,39 mg de cobre por cada 100 gramos.