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Estar satisfechos con la vida que llevamos es sinónimo de reconocer nuestro propio valor. Y, también, un caldo de cultivo para tener una autoestima alta. Cuando esto sucede solemos tener más estabilidad emocional y mejores relaciones personales, obtenemos mayores logros educativos o laborales y nos sentimos más atractivos, felices y afortunados.
Sin embargo, esa sensación puede aparecer o desaparecer en función de cómo sea la comparación que hagamos de nosotros con nosotros mismos años atrás o de nosotros con el prójimo en el momento presente. Tanto es así que «a largo plazo, la búsqueda de la autoestima nunca es satisfactoria», advierte Luis Antón, director del Instituto de Psicoterapias Avanzadas (IPSIAS).
«La autoestima es un proceso de valoración con los demás y con las expectativas que uno tiene de sí mismo. Se tiene baja autoestima cuando en esa medición sales perdiendo al comparar cómo quieres ser y lo que en realidad eres. La autoestima fluctúa y depende de la comparación que hagamos con los demás. No es lo mismo compararnos con nosotros mismos hace cinco años que con otras personas», explica el psicólogo. Cuando en la comparación salimos perdiendo, nuestra autoestima corre el peligro de verse arrinconada.
Joven, pero inseguro
Según explica Luis Antón, la autoestima no sabe ni de géneros ni de edades, ya que la comparación es algo propio del cerebro humano. Sin embargo, los niños y adolescentes son los que se ven más afectados por bajones de autoestima. ¿La razón? El hecho de que estén en plena búsqueda de su lugar en el mundo, y en esa búsqueda comparan diferentes áreas de su persona. La principal, el físico, pero también la amistad y los resultados educativos están bajo la lupa.
En el tema del físico, los adolescentes, sobre todo las chicas, suelen estar muy afectados cuando su cara o su cuerpo no les gustan y no se aproximan a lo que hubieran querido tener o a lo que tienen sus referentes, especialmente mediáticos.
En cuanto a los resultados académicos, lo ideal es que vayan en la línea con sus expectativas –ya sean altas, medias o bajas-, y en el ámbito de la amistad, para ellos es muy importante estar incluidos en un grupo en el que tengan su sitio, en el que sus actos y opiniones se tengan en cuenta.
El físico y las relaciones sociales también son dos varas con las que los adultos se miden consigo mismos y con los demás, pero no son las únicas. El trabajo, la pareja, el dinero, el conocimiento y el reconocimiento que los demás tengan de ellos hacen que la autoestima esté a menudo en la cuerda floja. «Conseguir una autoestima alta es una lucha constante», explica Antón, y advierte de que en la psicología más moderna ya no se busca la autoestima, un término acuñado en la década de los noventa en Estados Unidos, sino los parámetros que nos hacen compararnos.
Dinero, trabajo y amor
En esos parámetros, el ámbito laboral tiene un puesto central. «Es frecuente que las personas se sientan inferiores y tengan una mala concepción de sí mismos por tener un trabajo que está peor retribuido que el de otros, o por tener un puesto más bajo en la jerarquía de su empresa que otros miembros de la misma», explica Antón.
Las relaciones de pareja también pueden hacer que la autoestima se tambalee. Y esto no solo le ocurre a los solteros. Si alguien, cuando era más joven, se imaginaba con una pareja diferente a la actual, o compara a su pareja con las de su entorno y pierde en la comparación, la autoestima puede verse dañada. Además, la baja autoestima puede llevarnos a episodios de celos. «Los celos son otra forma de compararse», advierte Antón.
«Cuando vigilas a tu pareja y quieres controlarla es porque tú te sientes menos que otras personas», matiza. Por eso, es importante que en las relaciones de pareja haya una mutua admiración con el fin de saciar cualquier proceso de comparación que alguna de las dos partes pueda hacer con terceras personas.
La fama y el carisma
La fama, la reputación y, en cierto modo, el carisma que nos atribuyan son otras áreas que hay que tener en cuenta cuando hablamos de autoestima. De ahí que para muchos individuos sea importante estar en continuos procesos de formación con el fin de aumentar su saber, o viajar para conocer otras culturas. Para otros perfiles, las redes sociales pueden llegar a ser un aliado en el que mostrar al mundo sus actos y aptitudes con el objetivo de obtener ese reconocimiento.
Todos estos ámbitos pueden socavar los pilares de nuestra autoestima en cualquier época del año, aunque dependiendo de qué ámbito de nuestra personalidad consideremos más débil, puede afectarnos el cambio de estación. Si nuestra autoestima se ve afectada por nuestro físico, es probable que sintamos que se desvanece en verano, cuando mostramos más el cuerpo. Y si la autoestima se ve atacada en el ámbito laboral, el bajón nos llegará tras las vacaciones.
Objetivo: nuevas metas
Sea cual sea el factor que provoca que nuestra autoestima baje a ras del suelo, lo importante es saber qué podemos hacer para mantenerla viva y estable. Luis Antón recomienda que lo mejor es «fijarse y conseguir nuevos objetivos», como cambiar de trabajo, comprar una casa, un coche, apuntarse al gimnasio, aprender un idioma, cambiar de lugar de residencia y, ¿por qué no?, hasta de pareja. «La autoestima tiene mucho que ver con el inconformismo y con el hecho de pasar de una emoción positiva a una negativa porque siempre estamos yendo en busca de algo», argumenta Antón. De ahí que para luchar contra ese inconformismo el director de IPSIAS abogue por desarrollar hobbies e intereses nuevos que formen parte de nuestro día a día. «A veces, para alcanzar esos nuevos objetivos tenemos que salir de nuestras zonas de confort y buscar intereses nuevos proponiéndonos cosas distintas», sostiene. La meditación y el deporte son dos buenos aliados en los que centrar la atención. La meditación y disciplinas relacionadas, como el yoga o el tai-chi, nos permite controlar la respiración y ejecutar ejercicios de concentración con el fin de extraer emociones positivas de nosotros mismos.
Por otro lado, cualquier disciplina deportiva nos ofrece la posibilidad de fijarnos nuevos retos y de aprender nuevas técnicas para sentirnos bien con nosotros mismos. En ambos casos, lo que recomiendan los psicólogos es que en la lucha por mantener una buena autoestima aprendamos a hacer una mejor gestión de nuestro tiempo.
Ahora bien, si hecho todo esto sentimos que el concepto que tenemos de nosotros mismos sigue estando a la altura de un reptil, entonces habría que plantearse acudir a un profesional y obtener ayuda externa para revertir esa sensación.
¿Cuándo debemos dar la voz de alarma? «Cuando esa baja autoestima se mantiene a lo largo del tiempo y es dependiente de algo concreto, como por ejemplo no tener trabajo o no tener pareja», sostiene Luis Antón, aunque «también hay personas con baja autoestima pese a tener tanto trabajo como pareja».
No te compares
Sea cual sea el motivo de esa carencia de estima hacia uno mismo, el director de IPSIAS sostiene que lo importante es «aprender a reconocer los hábitos de comparación que cada uno hace consigo mismo», porque esos hábitos conllevan una lucha por pensar en uno mismo en positivo sin que el esfuerzo sirva.
«Lo que hay que hacer es otro tipo de cosas que no sean compararse y aprender a aceptar la vida tal cual es. No enzarzarnos en pensamientos negativos, sino pasar el duelo y aceptar que hay algo que hemos perdido o incluso nunca tuvimos y montarnos otra vida. Esto es cambiar los patrones fijos de comportamiento, la personalidad», apostilla. A esta nueva vida, explica Antón, no hace falta llegar con antidepresivos, a menos que la falta de autoestima derive en una depresión. Ahí sí, el paciente debe recurrir a ayuda psiquiátrica.
«Lo ideal es intentar que nuestra mente esté en el presente; ni en el pasado, para no compararnos, ni en el futuro, para no entrar en esa fase de miedo e inseguridad a la hora de pensar si vamos a ser capaces de hacer y conseguir lo que nos proponemos», concluye.
LOS NIÑOS Y LOS ADOLESCENTES SON LOS QUE SE VEN MÁS AFECTADOS POR BAJONES DE AUTOESTIMA
La fuerza del lenguaje
El pensamiento viene marcado por el lenguaje: las palabras marcan nuestra manera de pensar. Por eso, sustituye frases como "no puedo" por "voy a intentarlo". Todo esto puede ayudarte a salir de la dinámica pesimista.
Los padres, MOTOR DE APOYO
La pérdida de la autoestima suele afectar a numerosos niños y adolescentes, por lo que es importante que los padres se mantengan alerta para poner en valor lo que sus hijos hacen bien.
En la mayoría de los casos, este colectivo suele verse afectado por no gustarse físicamente, no ser bueno en deportes, no tener muchos amigos o no ser muy popular ni caer bien.
Son temas que afectan por igual a chicos y a chicas, aunque estas últimas están más "tocadas" cuando la base de esa caída o pérdida de autoestima está vinculada al aspecto físico.
LA MEDITACIÓN, EL DEPORTE Y FIJARSE METAS SON TUS MEJORES ALIADOS PARA MANTENER ESTABLE LA AUTOESTIMA