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Como queremos calidad, estos días hacemos un considerable esfuerzo económico – pese a la “dichosa” crisis– para disfrutar de buenos pescados, carnes mariscos… y para rematar, no pueden faltar todo tipo de dulces.
Tenemos muy asumido que son días de excesos, pero todos sabemos que estos excesos son enemigos de la salud, sobre todo si la tenemos delicada. Por ello, sin privarte de los alimentos que más te gustan, te animamos a que cambies esas grandes comilonas, que no le sientan nada bien a tu cuerpo y que cada año te hacen ganar un puñado de kilos, por comidas y cenas equilibradas que realmente vas a disfrutar. Te damos algunas claves para conseguirlo.
¿Lo primero? Los entrantes
Es importante que planifiques con antelación qué entrantes vas a ofrecer antes del plato principal. A menudo nos gusta ir haciendo boca con alimentos muy calóricos y con un alto contenido en grasas saturadas, como quesos curados y embutidos, que son deliciosos, pero conviene comerlos con moderación. En lugar de charcutería, si después vais a comer un buen asado, puedes presentar algo ligero, como una buena ensalada con algún condimento especial o con ingredientes “exóticos”, como piña, aguacate, tomates cherry, nueces, piñones, pasas, granada, mango, kiwi… Las opciones son ilimitadas, así que pon en práctica tu imaginación culinaria.
La moderación es la clave para que las comidas y cenas festivas de la Navidad sean más saludables para toda la familia. Te damos algunas pistas para que tus menús sean más equilibrados y los disfrutéis mucho más.
Cocina en familia: Añade una pizca de cariño
- Los niños pueden echar una mano. se lo pasarán en grande ayudándote a adornar los platos con trozos de frutas y verduras, a elaborar salsas o a remover cacerolas. De esta manera, harán sus primeros pinitos entre los fogones y les servirá de estímulo para interesarse por la cocina cuando sean mayores. También pueden ayudar a poner la mesa. Les encantará que les encargues esa responsabilidad y lo harán poniendo todo su interés.
- Cocina con tu madre, con tu padre, con tu abuela, con tu tía... La cocina es un estupendo punto de encuentro de toda la familia. es un espacio ideal para estrechar lazos con los parientes a quienes ves poco y para compartir tiempo juntos. mientras hacéis la comida e intercambiáis consejos culinarios, tendréis tiempo de charlar animadamente.
Y la tentación los postres
Si nos hemos propuesto reducir calorías y grasas esta navidad, más vale no rendirse ante los dulces. Particularmente a las personas con trastornos digestivos, tomar demasiado dulce después de una comida o una cena copiosa puede sentarles mal. Las personas con diabetes tienen que llevar un adecuado control de la cantidad de alimentos azucarados que consumen, al igual que controlan el resto de su dieta, por lo que tampoco pueden “pasarse” en su consumo.
Piña: una buena idea
Como postre, en vez de recurrir a pasteles o tartas comprados en cualquier supermercado, una buena idea es apostar por las frutas de temporada, presentadas de alguna manera original. La piña es especialmente “resultona”: ya sea natural o en conserva, se puede presentar en macedonia (con otras frutas como manzana, pera, naranja…), sola o con un poco de helado.
Además de estar deliciosa, la piña tiene pocas calorías y tiene enzimas que ayudan a hacer mejor la digestión.
Un buen asado al horno
Como señalan los especialistas en nutrición, los platos tradicionales son los que suelen resultar más equilibrados en cuanto a nutrientes y calorías, puesto que en ellos se suelen combinar la carne o el pescado, con verduras y hortalizas. Para conseguir resultados sabrosos sin necesidad de que la receta sea demasiado laboriosa, una buena opción es cocinar estos alimentos al horno en su propio jugo o con especias. Las carnes magras de ternera, buey, cerdo o ave (pularda, pavo, pollo, pato, faisán…) y cualquier pescado de gran tamaño quedan extraordinariamente jugosos cocinados al horno y tienen una presentación espectacular tanto si los sirves en una fuente sobre la mesa como emplatados. Eso sí, para evitar que estos platos resulten pesados, conviene no abusar de las salsas elaboradas con mucha grasa.
Marisco, sin pasarse
Tal y como andan las economías familiares, en muchos hogares españoles las Navidades son prácticamente el único momento del año en que se come marisco. En nuestro país lo consumimos preferentemente fresco, aunque los más previsores –que cada vez son más– lo compran con semanas o meses de antelación para ahorrarse algunos euros, ya que en las vísperas de las fiestas navideñas alcanzan precios de vértigo.
Como en todo, la moderación en el consumo de estos frutos del mar es muy importante. En general, una mariscada nos va a aportar una considerable cantidad de grasa y de ácido úrico, cosa que deben tener en cuenta sobre todo las personas que padecen gota: si no tienen bien controlada la enfermedad, un atracón de marisco puede jugarles una mala pasada.
Que no sea demasiado dulce tu Navidad
Si se te hace la boca agua solo con pensar en los dulces tradicionales de navidad, ten en cuenta que:
- Entre otros ingredientes, suele tener una gran cantidad de azúcar.
- También suelen incluir almendras, avellanas y otros frutos secos bastante calóricos y que aportan grasa.
- Los polvorones y mantecados artesanales se suelen elaborar con manteca de cerdo, otra grasa que hay que consumir de manera muy moderada. un consumo excesivo puede aumentar el colesterol "malo".
Lo mejor para degustarlos sin remordimientos y sin que hagan mella en nuestra salud es consumirlos con moderación y de forma puntual, sobre todo en el caso de las personas con diabetes, con colesterol alto, con sobrepeso u obesidad.
Si vamos a probarlos, es importante hacerlos después de las comidas –porque estaremos ya bastante saciados–, y mejor si es en sustitución del postre, para no sumar un exceso calorías.
Para compensar, haz ejercicio: pasea, baila… Ten en cuenta que para “quemar” un trocito pequeño de turrón necesitarás veinte minutos de bicicleta.