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En algunas zonas de nuestro país, el agua del grifo tiene un sabor y olor algo desagradables, normalmente a cloro, un aditivo químico que se utiliza en las plantas potabilizadoras para limpiarla de gérmenes e impurezas. Esas características, aunque no suponen un peligro para la salud, hacen desconfiar a muchas personas, que optan por el agua mineral para beber y cocinar.
Embotellada, pero no siempre mineral
No todas las aguas embotelladas son minerales. De hecho, la inmensa mayoría son aguas “preparadas”; es decir, aguas potables de origen subterráneo o superficial o bien obtenidas de la red de abastecimiento público que han sido sometidas a un nuevo proceso de depuración. El único beneficio que ofrecen respecto al agua del grifo es un mejor sabor.
En cambio, el agua mineral llega al consumidor tal y como se encuentra en la naturaleza, con su misma composición mineral y pureza natural, limpia desde su origen de parásitos y microorganismos patógenos, sin necesidad de que sea sometida a ningún tratamiento químico para su consumo. Su contenido en minerales, oligoelementos y otros componentes depende de su procedencia.
¿Con o sin gas?
Para cubrir las recomendaciones diarias de líquidos (de dos a tres litros al día en verano), se puede beber indistintamente agua sin gas o con gas. Sin embargo, el agua mineral con gas tiene sus particularidades: puede ser natural o de manantial y contiene ácido carbónico disuelto, de ahí que tenga burbujas, lo cual le confiere algunas propiedades interesantes:
- Estimula la secreción de jugos gástricos, lo cual suele ser beneficioso en caso de padecer digestiones pesadas con frecuencia. Sin embargo, este tipo de agua –como todas las bebidas gaseosas– no es aconsejable para las personas que a menudo padecen gases intestinales, porque se acentúan las molestias que ello produce, como la hinchazón abdominal y el dolor gastrointestinal.
- No tiene calorías, pero es saciante, por lo que es beneficiosa para las personas con sobrepeso. Eso sí, no hay que confundirla con otras bebidas edulcoradas, como la tónica o la gaseosa edulcorada, que, al llevar azúcares, sí aportan calorías.
¿Cuántos tipos de aguas hay?
- Mineral natural. Tiene su origen en un estrato o yacimiento subterráneo y brota con gran pureza de un manantial natural o perforado, sin ningún tipo de contaminación. Aporta determinados efectos saludables demostrados mediante estudios clínicos.
Según su contenido global en minerales o de algunos de ellos, hay varios tipos de agua mineral natural, como las de mineralización fuerte, débil o muy débil, las bicarbonatadas, sulfatadas,cloruradas, cálcicas, magnésicas, fluoradas o bajas en sodio. Por ejemplo, las aguas minerales bicarbonatadas, cuyo componente esencial es el bicarbonato, son recomendables para personas con problemas del aparato digestivo, puesto que en ayunas ayudan a combatir la acidez gástrica y con las comidas facilitan la digestión. En personas diabéticas, contribuyen a mejorar la respuesta a la insulina.
Las bajas en sodio son las más adecuadas para los hipertensos, las personas con problemas de retención de líquidos y enfermedades del corazón o renales. - De manantial. También de procedencia subterránea, se somete a los mínimos tratamientos físicos para eliminar ciertos elementos. No tienen acción específica demostrada en nuestro organismo.
- Minero-medicinales. Aguas de origen subterráneo que, por su concentración en sales disueltas, por la presencia de algún componente específico o por su mayor temperatura, poseen propiedades terapéuticas y pueden ser utilizadas como complemento de tratamientos de enfermedades como las afecciones de riñón, puesto que facilitan la producción de orina (diuresis) y ayudan en la prevención y eliminación de los cálculos renales. Normalmente se utilizan en balnearios, aunque también pueden envasarse y distribuirse como medicamento.
Lee la etiqueta
Si el médico te ha puesto alguna restricción en la alimentación y debes evitar determinados minerales, lee la etiqueta de las botellas de agua mineral que compres, para comprobar su composición. Algunos de los minerales habituales son el bicarbonato, los sulfatos, los cloruros, el calcio, el magnesio, el flúor, el hierro o el sodio.
Algunas jarras y filtros especiales mejoran el sabor del agua del grifo.