SABER VIVIR COMUNICACIÓN, S.L.
Es normal que los niños sientan rechazo hacia sabores nuevos y por eso pongan caras raras y escupan la comida. Paciencia: el gusto se desarrolla y hay que ir probando hasta que les resulte agradable. Un buen truco es desviar su atención sobre ese alimento en lugar de hacer hincapié en «lo rico» que está. Cuando van creciendo, para educar a los niños sobre la importancia de la alimentación se puede explorar un supermercado o un mercado con él y enseñarle con juegos la diferencia entre los productos sanos, que se debe comer mucho, y los que no son tan sanos, de los que no se puede abusar. Después de las compras hay que animarles a que entren en la cocina para preparar juntos la comida. ¡Se sentirán auténticos minichefs!
Si la comida entra por los ojos, en el caso de los niños eso es aún más efectivo. Podemos elegir una vajilla colorista y divertida e intentar ser creativos en la presentación como hizo un padre británico, Mark Northeast, que puso todo su ingenio en crear sándwiches con las formas de los animales y personajes preferidos de su hijo.
¿5 al día? ¡Sí, se puede!
Está comprobada la importancia de consumir fruta y verdura para construir un escudo protector contra muchas enfermedades.
La fruta se introduce en la dieta infantil entre los 4 y 6 meses: naranja, manzana, plátano y pera. A partir de los 18 meses se suman melón, sandía, fresas, melocotón, frutas exóticas… Para evitar el rechazo, en estos primeros años se puede añadir un poco de leche a las papillas de fruta para que tengan un sabor conocido. Es muy recomendable seguir la pauta de tomar frutas y verduras 5 veces al día: una taza de trocitos de fruta fresca en el desayuno, sola o con cereales o yogur; una pieza de fruta para el recreo del colegio; verdura o ensalada en la comida o fruta de postre, cada día; zumo o licuado de frutas en la merienda; una ración de verduras por la noche... Y si no te es posible que las coman, prueba con estas ideas:
Macedonias de frutas. Las macedonias de frutas resultan más apetecibles si se añade una pizca de azúcar que suaviza el ácido, añadimos yogur natural o las servimos con cereales o galletas machacadas formando una 'tierra' que las enmascare. Otra forma atractiva de presentar la fruta es rellenando crepes ligeras o montando helados tutti frutti con cucuruchos de barquillo rellenos de fruta troceada con una bola de helado natural o una crema ligera de queso.
Superzumos. Los zumos, los batidos (de plátano, fresa o melocotón con leche) y los licuados son la gran solución para que los niños tomen frutas en cantidad cuando no les gustan enteras. Con la licuadora se aprovechan todas las cualidades nutritivas de la piel de frutas como manzanas, peras o ciruelas y siempre es posible añadir algunas verduras como apio o espinacas y 'superalimentos' como el jengibre y la cúrcuma en polvo. Hay que presentarlos en vasos bonitos y colocar pajitas de colores para que entren por los ojos.
Frutas “de fiesta”. La forma más divertida de tomar fruta es en brochetas jugando con los colores y dejando que ellos mismos las ensarten en el palo. En alguna ocasión puedes hacer una fondue de chocolate en la que bañar frutas en trozos. También puedes freír la fruta, como el plátano del arroz a la cubana y asar manzanas. En bizcochos, tartas de hojaldre, empanadillas dulces y otros bollos caseros se tomarán la fruta como un premio.
Verduras y compañía
Si las verduras solas no les atraen, ponlas en compañía de algo que les guste mucho.
Con pasta. Prepara una salsa boloñesa vegetariana, sustituyendo la carne por un pisto en el que quepa todo: pimiento, calabacín, pencas de acelga, judías verdes... Todo en trozos pequeños y bien mezclado con la salsa de tomate. La pasta rellena de verduras es otra buena opción, así como las sopas de letras en un buen caldo de verduras.
Con pizza. Coloca todos los ingredientes vegetales sobre la masa con salsa de tomate casera y queso.
Con huevos. Tortillas de calabacín, espinacas, guisantes, huevos revueltos con champiñón y jamón, huevos a la flamenca preparados en cazuelitas al horno con guisantes, salsa de tomate casera y patatas fritas en dados...
Con carne. Prepara unas hamburguesas o unas albóndigas con ternera, pavo o pollo y añádeles zanahorias, cebolla y calabacín, todo muy bien picado, y acompáñalas de salsa de tomate. Nunca falla. Por cierto, la salsa de tomate es el 'disfraz' perfecto en el que introducir un montón de verduras.
Con arroz. La paella valenciana, en la que se utilizan variedad de verduras al gusto, además de carnes de pollo y conejo, es un plato infalible que suele gustarles a los niños. Prueba también con el arroz tres delicias o el arroz en ensalada con maíz, guisantes, zanahoria, pimiento morrón, aceitunas…
El gusto se desarrolla y el niño tiene que ir probando hasta que le resulte agradable
¿Dónde está el pescado?
Igual que las verduras, el pescado puede aparecer como un ingrediente más en las recetas que hagamos en casa. De esa manera conseguirás que pase más inadvertido. Prueba con esto:
- Con sopas y arroces caldosos o secos, tipo paella con mejillones, pescado de roca, sepia, chipirones en su tinta…
- En guisos marineros como el marmitako de bonito con patatas, el atún con tomate…
- Con legumbres, como garbanzos con gambas y pulpo o fabes con rape o gambón.
- Con pasta en todas sus versiones: espaguetis y lasañas marineros, con salmón, atún y mejillones frescos o en conserva.
- En frituras andaluzas con pescados menudos, como los boquerones y sardinas rebozados, el cazón adobado y calamares a la romana.
- En empanadas y empanadillas, pasteles de pescado (merluza, cabracho, lubina...), huevos rellenos y tortillas.
- En bocadillos y sándwiches de sardinillas, melva, atún, salmón ahumado, acompañados de salsas tipo mayonesa, tomate rallado o salsa de tomate.