SABER VIVIR COMUNICACIÓN, S.L.
Comienza ya el otoño, y de nuevo se dan las condiciones idóneas para que vuelvan a proliferar los cientos de virus que provocan el catarro o resfriado común: la humedad y el frío hacen que nuestras mucosas respiratorias estén más sensibles y sean la puerta de entrada de estos microorganismos, que se contagian con enorme facilidad gracias a que en esta época pasamos más tiempo en lugares cerrados y poco ventilados (en casa, en el trabajo, en clase) junto a muchas personas. Si además la llegada del otoño nos sorprende bajos de defensas por algún motivo (una época de más estrés, un poco de anemia, alguna enfermedad que afecte al sistema inmunitario…), los resfriados estarán a la orden del día.
Prevenir y tratar
Pocos de nosotros, aun gozando de una buena salud en general, nos libramos de tener que lidiar cada año con un buen “trancazo” –y posiblemente con al menos otros dos o tres catarros más livianos a lo largo de los meses–, y de soportar las molestias que todos conocemos: congestión nasal, mucosidad de nariz, dolor e inflamación de garganta, tos seca o con flemas y, a veces, fiebre (normalmente no más de 38 o 39ºC).
Es importante aprender a prevenirlos, no solo porque estos molestos síntomas a veces nos pueden dejar “fuera de juego” durante unos días, sino también porque un sencillo catarro, en las personas más sensibles o en circunstancias especiales, pueden complicarse y dar lugar a enfermedades respiratorias más serias.
No obstante, como el catarro es difícil de esquivar, conviene que todos estemos bien informados de cómo hay que cuidarse para recuperarse antes y no contagiar a los demás.
Para no acatarrarte...
- Mucha vitamina: Reparte a diario en tu alimentación cinco raciones de frutas y verduras, especialmente las más ricas en vitamina C (cítricos, kiwi, pimiento verde…), vitamina A (zanahoria, espárragos, tomate…) y vitamina B (verduras de hoja verde, cereales, legumbres…). Por otro lado, el zinc (marisco, patatas, berenjena, huevos…) ayuda también a reforzar el sistema inmunitario, al igual que ciertas sustancias que contienen el ajo y la cebolla. Una ingesta adecuada de proteínas es importante asimismo para tener las defensas fuertes.
- Refuérzate con lo más natural: La miel, el própolis, la jalea real, el ginseng, la equinácea o el tomillo, entre otros remedios “de toda la vida”, son un buen escudo para tener las defensas siempre en guardia.
- Abrígate bien antes de salir a la calle: Evitarás que los cambios bruscos de temperatura afecten a tus vías respiratorias, sobre todo si vienes de un lugar con la calefacción muy alta. No olvides ponerte una bufanda o pañuelo al cuello.
- Haz ejercicio a diario: Es muy beneficioso para estimular el sistema inmunitario contra todo tipo de enfermedades.
- Duerme lo suficiente: Dormir menos de siete horas diarias se ha asociado con un riesgo tres veces mayor de desarrollar infecciones víricas como los catarros.
Si ya lo has pillado...
- Aliméntate bien: La pérdida de apetito es normal cuando estamos resfriados, pero hay que intentar comer en cantidad suficiente alimentos que elevan las defensas, de los que hablábamos antes, porque el cuerpo necesita nutrientes para recuperarse pronto.
- Bebe abundante líquido: Con el catarro, si sudamos más por la fiebre y tenemos mucha mucosidad, podemos perder un significativo volumen de líquido corporal y sales minerales, que es muy importante recuperar bebiendo agua, infusiones, zumos de frutas naturales y consomés de verdura (enriquecidos, si quieres, con un poco de arroz, carne o pescado). De esta manera, ayudarás también a que tu mucosidad sea más fluida y la eliminarás mejor.
- Extrema la higiene: El resfriado se contagia fácilmente a través del contacto directo con objetos o a través de las gotitas de saliva lanzadas al hablar, toser o estornudar. Para no contagiar a los demás, usa pañuelos de papel (¡y deséchalos en cuanto los uses!), cúbrete con uno de ellos o con la manga cuando te venga la tos o un estornudo y, en cualquier caso, lávate a menudo las manos. Recuérdaselo a los niños.
- Descansa todo lo que puedas: Ayudarás a trabajar a tus defensas y acortarás tu resfriado.
- Ventila bien la casa: Abre las ventanas unos diez minutos todas las mañanas para que se renueve el aire cargado. Evita los espacios excesivamente cerrados con mucha gente.
- Usa un humidificador: Es conveniente para mantener las vías respiratorias húmedas y más protegidas. También se pueden realizar inhalaciones de vapor.
- Aplícate suero salino: No está plenamente confirmada su eficacia, pero a muchas personas, hacerse lavados nasales con suero salino (que normalmente es agua de mar purificada) les ayuda a reducir la mucosidad, el picor de nariz, la pérdida de olfato, la tos seca y los estornudos, con lo que necesitan en menor medida otros medicamentos para estos síntomas. Se recomienda incluso para niños pequeños.
- Nada de tabaco: Si fumas, el humo irrita las mucosas de todo tu sistema respiratorio y hace que tardes más en recuperarte. Si alguien en tu casa es fumador, pídele que no fume en tu presencia.
Ve al médico antes de que se complique
Un resfriado no deja de ser una infección que, en casos puntuales, puede complicarse convirtiéndose en una bronquitis o una neumonía, especialmente en el caso de los niños pequeños, de las personas mayores y de quienes padecen enfermedades crónicas o algún trastorno que afecte al sistema inmunitario. El catarro puede perjudicar también a las personas predispuestas a padecer inflamación de los senos nasales (sinusitis) o infección de oído (otitis).
En cualquier caso, hay que consultar al médico:
- Si tenemos importante dificultad para respirar.
- Si la fiebre supera los 39,5ºC (39,3ºC en niños menores de dos años), y especialmente si dura más de cuatro días o reaparece tras haber estado sin fiebre durante 24 horas.
- Si la mucosidad que expulsamos tiene aspecto verdoso o presenta sangre.
- Si nos duelen los oídos.
- Si la tos no disminuye con los días y es muy intensa.
Cuidado con los medicamentos anticatarrales
El catarro se cura sin tratamiento específico. Para su tratamiento no es necesario el uso de antibióticos, ya que se trata de una enfermedad vírica y no bacteriana. Tampoco existe una vacuna para “el virus” del catarro, puesto que está causado por numerosos tipos y cepas de virus diferentes. Solo se pueden tratar los síntomas. En la farmacia se venden sin receta médica:
- El paracetamol, el ácido acetilsalicílico (aspirina) y el ibuprofeno para la fiebre, el dolor de cabeza y el malestar general.
- Los mucolíticos y expectorantes para eliminar la mucosidad; los descongestionantes nasales para respirar bien y los antitusígenos para la tos.
Conviene consultar al médico antes de tomar cualquiera de ellos porque pueden provocar efectos secundarios.
A los niños, los catarros les ayudan a adquirir defensas contra los distintos virus a los que estarán expuestos a lo largo de su vida.