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Se ha convertido un complemento indispensable de la moda, sobre todo femenina, pero el calzado es, ante todo, un elemento básico de seguridad y protección para los pies, especialmente en el caso de las personas con diabetes. Nos protegen de las temperaturas y la incomodidad del suelo, pero, a pesar de ser tan fundamentales para nuestro bienestar, no les damos la suficiente importancia.
Pie diabético, pie problemático
Tener diabetes nos hace más propensos a sufrir problemas en los pies. La diabetes puede ocasionar daños en los nervios, lo cual puede hacer que seamos menos sensibles a la hora de percibir una lesión o presión en los pies y no lo notemos hasta que ya existe una herida o una infección grave.
Además, la diabetes cambia la capacidad del cuerpo para luchar contra las infecciones. El daño que sufren los vasos sanguíneos provoca que llegue menos sangre y oxígeno a los pies. Debido a esto, pequeñas llagas, grietas o heridas en la piel pueden convertirse en úlceras cutáneas profundas. Si no las cuidamos debidamente se pueden infectar y, si llegan a gangrenarse, puede ser necesaria la amputación de la parte del pie afectada, frecuentemente los dedos. De ahí la importancia de vestir los pies en todo momento con zapatos cómodos para evitar lesiones.
Los calcetines también importan
Usa el calzado siempre con calcetines o medias, pero asegúrate de que estos no tienen costuras ni zurcidos y que sean de tejidos naturales (lino, algodón, lana), que transpiran mejor. No deben tener elásticos que aprieten la pierna o el pie, para evitar la mala circulación.
Elige el calzado más adecuado
- Deben ser de piel y transpirables. Conviene que sean de buena calidad, así que olvídate de aquellos zapatos que no sean de piel legítima.
- Asegúrate de que no te oprimen ni te queda sueltos.
- Con capacidad para incorporar plantillas.
- Con antepié amplio y alto, para permitir la movilidad de los dedos. Nada de punteras estrechas.
- Con lycra en los laterales, para que sean más fáciles de poner y quitar y se adapten mejor a la forma del pie.
- Conviene que tengan un forro interior liso, sin costuras, para evitar rozaduras.
- Ligeros, que pesen poco.
- La suela debe ser de goma amortiguante y antideslizante. Y con tacón de entre 2 y 3 cm de alto y de base ancha.