10 trampas del verano ¡No caigas en ellas!

Podemos disfrutar en todos los sentidos de esta maravillosa época del año con más salud si somos conscientes de los pequeños (¡o grandes!) errores que nos permitimos cometer y que alteran nuestra alimentación, nuestro peso y hasta nuestro descanso.


Para muchos españoles, pensar en “verano” es pensar en “relajación”. por fin está aquí la ansiada época del año en la que los más afortunados, al menos durante unos días, pueden bajar el ritmo, dejar de estar tan pendientes del reloj y disfrutar a sus anchas de todo aquello que más les apetece, aunque tengan ajetreo en casa o fuera de ella: buenas comidas, sol o fresquito al aire libre… porque el verano está hecho para disfrutarlo al máximo, por supuesto, ¡nos lo hemos ganado! pero, ¿quiere esto decir que podamos “relajarnos” también en las buenas costumbres, en esas pequeñas rutinas a las que apenas damos importancia, pero que son la base de nuestra salud durante todo el año?

El sentido común nos dice que no. pero lo cierto es que somos humanos, y nadie se libra –de manera más o menos consciente– de cometer ciertos errores en los meses de verano que pensamos carecen de importancia porque solo nos los permitimos estos meses de mayor asueto, pero que está comprobado que pueden alterar o perjudicar mucho nuestra salud, sobre todo en forma de kilos de más (en España se engorda unos cinco kilos de media en verano), trastornos del sueño que son difíciles de corregir y, en definitiva, más dificultad para recuperar la rutina cuando tenemos que regresar a ella.


TRAMPA Nº1: “Me acuesto y me levanto cuando me apetece”

En españa tendemos a acostarnos demasiado tarde los fines de semana, y trasladamos esa costumbre a los días de vacaciones o de veraneo si nada nos obliga a madrugar al día siguiente. Aprovechando el agradable fresco de las noches veraniegas, las tertulias de “sobrecena” pueden durar hasta altas horas de la madrugada. La consecuencia de trasnochar de manera habitual termina siendo –cómo no– levantarse más tarde, o bien hacerlo con telarañas en los ojos e ir acumulando pesadas horas de sueño que nos impiden rendir convenientemente.

Con esta alteración de los horarios de descanso nocturno estamos forzando nuestro “reloj biológico” (los llamados ritmos circadianos), que marcha al compás de las necesidades de nuestro organismo y que regula procesos tan importantes como la actividad y el reposo, la digestión, el metabolismo o la producción hormonal.

Ese reloj interno, que durante el resto del año se mantiene sincronizado con nuestras rutinas, se desbarata si cambiamos radicalmente de horarios de descanso en verano. Obligando al cuerpo a adaptarse a este nuevo desorden, será muy complicado que, cuando tengamos que volver a nuestros horarios habituales de irnos a dormir y de levantarnos, lo hagamos sin tener que lidiar con la somnolencia y la fatiga mental durante todo el día. en definitiva, estamos abriendo la puerta a todo tipo de trastornos del sueño de los que puede ser complicado recuperarse, pudiendo ser incluso necesaria la ayuda del médico en algunos casos para volver a lograr un descanso reparador.

Los desajustes entre sueño y vigilia también favorecen la aparición de alteraciones hormonales que pueden dar lugar a un aumento de peso e inducir a nuestro organismo a una situación de estrés permanente. El cortisol es la principal hormona implicada en este proceso.

Nuestro consejo:

  • En verano, acuéstate habitualmente a la misma hora de siempre. Deja la televisión y la radio para otros momentos del día, ya que impiden conciliar el sueño.
  • Duerme con la persiana ligeramente levantada para que entre luz en la habitación. Cuando amanezca, te despejarás poco a poco y te será más fácil levantarte a una hora más temprana.

 

TRAMPA Nº2: “Mi siesta no la perdono”

Hay quien asegura que no hay mayor deleite en verano que reposar una buena comida a la sombra de un frondoso árbol. Y es que practicar el “sano vicio” de echarse la siesta, para el común de los mortales es posible casi únicamente durante el veraneo y, como mucho, los fines de semana si no hay mucho que hacer. La siesta realmente saludable es la que no supera los treinta minutos, pero no son pocos los aficionados a las siestas de una hora… y pico.

Tal y como aseguran los médicos especialistas en trastornos del sueño, dormir más de media hora todas las tardes, en vez de ayudarnos a afrontar lo que queda del día más despejados y con más energía, en realidad repercute de manera negativa en nuestro rendimiento mental y físico, con consecuencias como dolor de cabeza, fatiga y dificultad para conciliar el sueño por la noche.

Nuestro consejo:

  • Para dar una cabezada, lo ideal es un sillón o butaca cómoda. Deja la cama para la noche y vencerás la tentación de quedarte durmiendo más tiempo.
  • No queda otra: ponte el despertador. Si es que no puedes evitar caer en ese sueño profundo.

 

TRAMPA Nº3: “El agua, para los patos”

La elevada temperatura ambiental hace que el cuerpo elimine una gran cantidad de líquido mediante la transpiración, y más aún si estamos haciendo ejercicio físico. La sed es señal inequívoca de que necesitamos rehidratarnos, y hay que hacer caso de esa señal de alarma, pero no todas las bebidas que tenemos a nuestro alcance cumplen de igual modo con esa función. aunque lo que lo que más no apetezca sea la cerveza o el tinto de verano bien fresquitos, hay que tener en cuenta que cualquier bebida alcohólica contribuye aún más a la deshidratación, puesto que el alcohol tiene acción diurética, por lo que favorece una excesiva pérdida de líquido y electrolitos a través de la orina.

No olvidemos, además, que el consumo máximo diario recomendado de alcohol es de dos vasos los hombres y uno las mujeres. Tampoco los refrescos y zumos industriales con azúcar son lo mejor para calmar la sed, puesto que aportan una gran cantidad de calorías vacías, al igual que el alcohol, y al ser dulces, necesitamos beber más cantidad para quitarnos la sed.

Nuestro consejo:

  • Apaga tu sed sobre todo con agua en verano. El resto de bebidas, solo para ocasiones especiales.
  • La temperatura también es importante: si está demasiado fría, el organismo la asimila peor y si estamos muy acalorados corremos el riesgo de sufrir un corte de digestión.

 

TRAMPA Nº4: “Yo como cuando tengo hambre”

Los investigadores han observado que la actividad de algunas enzimas que controlan la acumulación de grasa en el organismo humano es más efectiva en las horas de las comidas, y que si se come en un horario diferente, la grasa tiende a acumularse en otros tejidos, como hígado o corazón, pudiendo ocasionar alteraciones metabólicas graves. alterar caprichosamente en verano los horarios de las comidas supone, al igual que ocurre con los ritmos del sueño, que se modifiquen los procesos relacionados con la digestión y el metabolismo, cuyo un desequilibrio está relacionado con la obesidad y otras alteraciones intestinales y metabólicas.

Nuestro consejo:

  • Mantén horarios regulares de desayuno, comida y cena, aunque sean diferentes a los del resto del año. Tu apetito se adaptará fácilmente a esas horas, solo te llevará un par de días.
  • Aficiónate a los alimentos ligeros (ensaladas variadas, gazpachos, carnes y pescados a la plancha…). Te resultarán más apetecibles y digeribles en verano que los platos muy grasos y calóricos.

 

TRAMPA Nº5: “Cada cena es un festín”

Cuando el calor aprieta en verano, las ganas de comer suelen decaer. por eso muchas personas comen poco durante el día, pero por la noche se dan grandes atracones para saciar el hambre que han ido acumulando a lo largo de la jornada. Sin embargo, nuestro aporte energético debe disminuir progresivamente a lo largo del día. Si durante el día tenemos que consumir mayores cantidades de hidratos de carbono y una cantidad adecuada de grasas para obtener energía de ellos, por la noche hay que dar prioridad al consumo de proteínas, que nos aportan los elementos fundamentales para reparar los tejidos.

Nuestro consejo:

  • Haz cenas más ligeras. Las barbacoas, frituras y platos más pesados, mejor para la comida principal.
  • Adelanta la hora de cenar. Irte a la cama con la barriga llena es una pesadilla para tu estómago, sobre todo si has cenado mucho.

 

TRAMPA Nº6: “¿Y si salimos a picar algo?”

La costumbre tan española de salir de tapas (y cañas), que se practica en verano con especial placer, es una trampa que se traduce en kilos de más, sobre todo si no nos solemos conformar con un picoteo ligero.

El tapeo del mediodía y de la media tarde casi se podrían considerar comidas completas, pero normalmente los tomamos como aperitivo o entrante de la comida o de la cena que viene después. En consecuencia, estamos acumulando una gran cantidad de calorías que difícilmente vamos a quemar con nuestra actividad normal, por lo que es fácil que se traduzcan, a medio plazo, en varios kilos de sobra.

Está claro que, de vez en cuando, es divertido hacer una comida o cena desenfadada a base de tapas en nuestra terraza preferida (¿o por qué no incluso en casa?), pero es menos conveniente hacerlo prácticamente a diario. la factura suele salir bastante cara, y no solo en dinero, sino que también se paga en forma de un puñado de kilos más en la báscula.

Nuestro consejo:

  • Si picas algo, que sea lo más ligero posible. Evita los fritos (sobre todo si son rebozados), las salsas pesadas, la mayonesa y todo aquello que sabes que engorda.
  • La bebida con la que acompañas el picoteo tendrá menos calorías si es “sin” (sin alcohol o sin azúcar).

 

TRAMPA Nº7: “Siempre es buen momento para un helado”

Son el postre favorito de los niños, pero pocos adultos se resisten a disfrutar en verano de un delicioso helado, y cualquier momento nos parece ideal para degustarlo. Hay tantos sabores, colores y variedades, a cuál más apetecible, que es difícil no querer probarlos todos. Caemos en esta trampa creyendo que los helados artesanales elaborados con leche o de crema, así como los batidos “naturales” que se preparan con ellos, son saludables porque que están hechos con leche. es cierto que son muy nutritivos, pero al mismo tiempo, engordan más de lo que esperamos, ya que contienen elevadas cantidades de grasas saturadas y azúcar.

Nuestro consejo:

    Elígelos bien. Si compras helados en el supermercado, comprueba en el etiquetado cuánta grasa y azúcar contienen.
    Modera siempre la cantidad, especialmente si los tomas de postre, para no añadir demasiadas calorías extra.


TRAMPA Nº8: “¡Otra vez olvidé la pastilla!”

Cambiar de aires y rutinas en verano tiene efectos realmente positivos en la salud, tanto que muchas molestias y achaques con los que convivimos el resto del año parecen darnos una tregua estos días. es fácil caer en la trampa de pensar que no hace falta tomar la medicación si nos encontramos mejor y no tenemos síntomas.

En realidad, dar “vacaciones” a los medicamentos produce un gran aumento de las hospitalizaciones y las visitas a urgencias, sobre todo en personas con enfermedades crónicas, y no solo en verano, sino también en los meses siguientes. Igual de perjudicial es tomar la medicación solo cuando nos acordamos, sin respetar la pauta que nos ha dado el médico, porque todo tratamiento requiere continuidad para prevenir el agravamiento de las enfermedades.

Nuestro consejo:

  • Ten tu medicación siempre en un lugar visible e intégrala en tu rutina diaria. Por ejemplo, colócala junto a tu vaso cada vez que pongas la mesa para tomártela en cuanto te sientes a comer, o déjala junto al cepillo de dientes para tomarla antes de acostarte.
  • Lleva tus medicamentos en el equipaje de mano cada vez que viajes, para poder tomarla en cualquier momento que la necesites.

 

TRAMPA Nº9: “Qué pereza hacer ejercicio…”

¿Descanso es para ti sinónimo de pasarte el día en de la tumbona a la mesa, y de vuelta a la tumbona? En los días vacacionales del verano nos relajamos tanto que nos olvidamos de que hay que hacer un poco de ejercicio todos los días. La época estival ofrece la oportunidad de hacer actividades que quizá no podemos el resto del año: dar paseos por la playa o por el monte, practicar deportes playeros, jugar al aire libre con los más pequeños de la familia… esta actividad física liviana es capaz de recargar las pilas más desgastadas, nos ayudaa gastar energía, a conservar en buena forma los músculos y articulaciones, así como a mantenernos en un peso saludable y a descansar mejor.

Nuestro consejo:

  • El calor no es excusa. Aprovecha las horas más frescas del día (a primera hora de la mañana o después de cenar) para moverte un poco.
  • Pide a alguien que te acompañe si no te gusta hacer ejercicio en solitario. Te costará mucho menos y rendirás mucho más.

 

TRAMPA Nº10: “Yo desconecto de todo, todo, todo”

Hay quien aprovechar cualquier momento de tranquilidad en verano para dormir o simplemente para no hacer nada, porque es la mejor manera que se les ocurre de desconectar del ajetreo cotidiano. Pero lo cierto es que estar relajados en verano no significa necesariamente apagar la mente. esta es una época perfecta para leer. la lectura es un excelente ejercicio mental que ayuda a mantener nuestras capacidades intelectuales, enriquece nuestro lenguaje y estimula nuestra imaginación.

Si le echas un vistazo a cualquier librería, seguro que hay más de un libro que te interesa. También puedes aprovechar para ponerte al día de lo que pasa en el mundo leyendo la prensa. Y si te divierten los pasatiempos, vas a comprobar que, si resuelves unos cuantos cada día, tu agilidad mental y tu memoria mejoran poco a poco.

Nuestro consejo:

  • Sé constante. Reserva todos los días un tiempo para leer, en momentos relajados. No podrás dejar de hacerlo.
  • Comparte tu lectura. El hábito de leer es el mejor que puedes contagiar a tus hijos y nietos.

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