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Ellos mejor que nadie saben que someter las cuerdas vocales a abusos o sobreesfuerzos tiene consecuencias nefastas: desde afonía, dolor o irritación hasta lesiones de importancia que a veces obligan a pasar por el quirófano y por sesiones de rehabilitación. Pero no sólo quienes viven de su voz corren esos riesgos: los otorrinolaringólogos estiman que el 5% de la población padece algún trastorno de la voz (disfonía) que precisa atención médica.
Mal uso de la voz
La voz se suele alterar por el mal uso, sin que haya una lesión anatómica en los órganos fonatorios. Estos trastornos –que son los más frecuentes– pueden producirse por hablar sin descanso, gritar, toser y aclararse excesivamente la garganta (carraspeo), inhalar polvo o gases, o cantar con una técnica inadecuada, así como por hablar con una intensidad y/o tono o distinto al que naturalmente nos corresponde (más agudo o más grave), o incluso por una combinación de los mencionados factores, principalmente hablar durante mucho tiempo y a un volumen muy alto.
Daños anatómicos
Un uso excesivo de la voz, el reflujo gastroesofágico o una infección pueden dar lugar a una faringitis o laringitis, que normalmente se curan con medicamentos, pero cuando hay daños más importantes en las cuerdas vocales y en otros órganos implicados en la voz, puede ser necesaria una intervención quirúrgica. Es el caso de los nódulos y los pólipos, abultamientos que hacen la voz ronca, de tono grave y entrecortada. Los nódulos pequeños normalmente desaparecen con una adecuada educación de la voz, que se adquiere con ayuda del logopeda. Si son más grandes, habrá que extirparlos mediante cirugía y seguir también rehabilitación con el logopeda. Los pólipos deben ser extraídos siempre, porque pueden provocar una afonía permanente, y tras la operación hay que hacer también ejercicios que corrijan el defecto para que no se vuelva a formar otro pólipo.
Sobreesfuerzo muscular
Las personas que tienen nódulos se quejan con frecuencia de dolores musculares en el cuello. El motivo es claro: el nódulo es, en realidad, un “callo” que se produce por el exceso de fricción que soportan las cuerdas vocales. Para poder seguir hablando, los pulmones tienen que emplearse a fondo, y los músculos vecinos de las cuerdas vocales –los del cuello– se ponen en tensión y con el tiempo, terminan doliendo. En casos menos frecuentes, como traumatismos en la cabeza, lesiones en el cuello, enfermedades neurológicas, derrames cerebrales, tumores o infecciones virales, puede haber una parálisis de las cuerdas vocales (una o ambas cuerdas vocales no se abren o cierran).
Tumores
Los tumores de laringe también pueden afectar a las cuerdas vocales. El consumo de alcohol y tabaco aumenta el riesgo de desarrollar este tipo de cánceres, como lo hacen en el caso de los tumores de lengua y boca, que también afectan al habla. Una ronquera o una afonía que duran más de una semana pueden ser síntomas de un tumor incipiente, por lo que hay que acudir cuanto antes al médico para descartar esta causa u otras de importancia.
¿Quién es quién? Los especialistas
- OTORRINOLARINGÓLOGO: Su especialidad son los trastornos de carácter anatómico en los órganos que intervienen en la producción de la voz: nariz, faringe, laringe, cuello y glándulas salivares y oído.
- FONIATRA: Se ocupa de diagnosticar Trastornos relacionados específicamente con la voz y el habla. Da pautas al logopeda sobre la terapia adecuada en cada caso.
- LOGOPEDA: Su campo de trabajo es la rehabilitación de la voz cuando existen alteraciones del habla y del lenguaje. Es un “educador” del lenguaje hablado que trabaja con diversas técnicas pedagógicas.
Ronquera: Guía para prevenirla
- Prohibido forzar la voz: nunca grites, hables con un volumen excesivo, cantes en voz muy alta en ambientes con mucho ruido. Susurrar también exige un sobreesfuerzo a las cuerdas vocales.
- Evita hablar o cantar cuando tengas la voz dañada.
- Para tener la mucosa de la garganta y las cuerdas vocales bien hidratadas, bebe al me nos dos litros diarios de líquido no muy fríos y sin hielo. Evita sustancias deshidratantes como el alcohol o la cafeína. No olvides una botellita de agua si estás en ambientes con la calefacción muy alta o con aire acondicionad o, que resecan la garganta en exceso.
- Descansa bien. Tendrás la voz en buenas condiciones al día siguiente.
- Una buena digestión favorece a la voz. Elige alimentos fáciles de digerir y limita las comidas grasas.
- Evita la ropa apretada en las zonas del abdomen, cintura, pecho y cuello (dificultan la respiración).
- Aléjate de los cambios bruscos de temperatura.
- El tabaco es muy tóxico para el aparato fonador. Deja de fumar.
- No te automediques con pastillas, sprays o anestésicos para la garganta. Consúltale al médico qué medicamento específico está indicado para tu caso particular.
No dejes de acudir al foniatra o al otorrinolaringólogo si tienes una afonía o una ronquera que dura más de lo normal (siete días) tras un resfriado, o si padeces este problema de manera repetitiva.