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El síndrome del intestino irritable (SII) es un trastorno del sistema digestivo que padecen entre un 10% y un 20% de las personas que viven en los países occidentales.
Las mujeres se ven afectadas dos veces más que los hombres y se es más propenso a padecerla entre los 20 y los 30 años.
Síntomas
Las personas que lo sufren suelen tener alguna de estas molestias: dolor abdominal y calambres, hinchazón e inflamación abdominal, exceso de gases, diarrea o estreñimiento, necesidad de ir al baño con urgencia, sensación de no haber vaciado el intestino después de ir o otros síntomas añadidos como náuseas, indigestión, dolor de cabeza, ardor de estómago, cansancio, dolor de espalda, eructos, dolores musculares, ansiedad o depresión.
Las causas
El origen no está claro. Normalmente la comida viaja por el sistema digestivo a través de contracciones de los músculos que cubren su recorrido: esófago, estómago e intestinos. pero cuando los nervios o los músculos se vuelven hiperactivos, dependiendo del lugar donde se produce el exceso de actividad, pueden causar problemas digestivos como estreñimiento o diarrea. Una de las teorías sobre las causas es que las señales entre el cerebro y el intestino se interrumpen. Además algunas personas pueden tener una sensibilidad excesiva en sus señales digestivas nerviosas, lo que puede agravar los síntomas. También las intolerancias alimentarias pueden tener un papel en el desencadenamiento de los síntomas, así como virus estomacales como la gastroenteritis. Esto ha llevado a algunos expertos a creer que el SII puede estar provocado por un virus. Las hormonas también pueden estar implicadas, ya que las mujeres son más propensas a desarrollarla. Por último, el estrés también influye.
La dieta
Ciertos alimentos como los grasos o fritos, la cafeína, chocolate, alcohol, repollo, brócoli, cebolla, productos lácteos, trigo, centeno o bebidas gaseosas están desaconsejados. Se recomienda beber 8 vasos de agua al día y tomar más alimentos con fibra. Es importante comer de manera regular y evitar saltarse las comidas o comer tarde por la noche. Hay que hacerlo despacio, masticando muy bien cada bocado.