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¿Qué es?
La disfunción eréctil consiste en la persistente incapacidad para lograr y mantener una erección que permita disfrutar de una relación sexual completa y satisfactoria. En la mayoría de los casos, es consecuencia de enfermedades orgánicas (fundamentalmente, hipertensión arterial, diabetes mellitus, enfermedad cardiovascular o hiperplasia benigna de próstata) o del uso de fármacos (antidepresivos, ansiolíticos, antihipertensivos y medicamentos contra el colesterol, entre otros). Sin embargo, aunque con frecuencia el desencadenante de los problemas de erección es orgánico, son muchos los factores psicológicos y relacionales que influyen en cómo el hombre y su pareja viven el problema. Por ello, es importante un abordaje integral tanto de los aspectos psicosexuales y emocionales como de los puramente físicos.
Los tratamientos
El tratamiento de la disfunción eréctil debe ser escalonado, es decir, de menos a más invasivo.
- En primer lugar, es muy importante lograr un buen control de la enfermedad de base, es decir, de las cifras de presión arterial si se padece hipertensión, o de las cifras de glucemia si se es diabético.
- También se debe tratar de cambiar o, al menos de reducir, cualquier fármaco que pueda interferir en el mecanismo fisiológico de la erección, siempre que sea posible.
En el primer escalón terapéutico estarían los fármacos orales, los inhibidores de la 5-fosfodiesterasa, cuyos nombres comerciales son ya conocidos: Viagra®, Levitra® y Cialis®. Estos fármacos tienen un efecto vasodilatador que favorece la erección en presencia de estimulación sexual. Se aconseja comenzar con dosis pequeñas y, en función de la respuesta, ir aumentándola de manera progresiva. Hay algunas condiciones médicas que contraindican su uso; de ahí que siempre deba realizarse bajo supervisión médica.
Cuando los medicamentos no funcionan
El tratamiento con fármacos no es eficaz en todos los casos. Hay pacientes que, decepcionados por la falta de resultados, no regresan a la consulta. Esto es un error, porque hay una serie de factores (falta de control de otros problemas de salud, interacción con otros medicamentos, dosis insuficiente, posible interferencia con alimentos…) que pueden ser corregidos, con lo que la efectividad del medicamento puede mejorar.
Existen también unos dispositivos de vacío que mediante un juego de presión favorece el flujo de sangre al pene. La erección se mantiene colocando una pequeña banda elástica en la base.
En aquellos casos en los que se confirme que el paciente no responde, pasaríamos al segundo escalón terapéutico, que consiste en la inyección local de un fármaco vasodilatador: la prostaglandina E1. Tras un proceso de entrenamiento supervisado por el médico, en el que se instruye convenientemente al paciente, y una vez superado el temor a inyectarse, la mayor parte de los hombres lo integran con total normalidad en su vida.
Si las medidas anteriores fracasan, la implantación de una prótesis de pene, tercer escalón terapéutico, constituye una buena opción.
Toma nota
Puede ser signo de otras enfermedades
- En algunos casos, la impotencia puede ser el primer síntoma de alguna enfermedad general importante, como hipertensión, diabetes o enfermedades cardiovasculares. De ahí la importancia de consultar al médico.
- El déficit de testosterona puede causar problemas de erección, además de otros síntomas como cansancio, bajo estado de ánimo, disminución de la masa muscular y bajada del deseo sexual. El diagnóstico se confirma mediante un análisis de sangre en el que se comprueba la disminución de testosterona disponible. En este caso el tratamiento sustitutivo con testosterona puede mejorar la erección.
- No debemos olvidar que el estrés, la ansiedad y la depresión también pueden desencadenar problemas de erección.
El abandono del tabaco y la reducción del consumo de alcohol son las primeras medidas que debe adoptar todo hombre con problemas de erección