Si eres mayor y conduces… extrema la precaución

Asegúrate de que tu capacidad de conducir está al 100%. Si tienes dudas, deja que te lleven. Porque la seguridad es lo primero.

Más de dos millones de conductores en España son mayores de 65 años, y el 94% de los que tienen entre 65 y 74 años sigue conduciendo habitualmente.

Según un estudio del Real Automóvil Club de España (RACE), hasta los 75 años el primer motivo de los conductores españoles para desplazarse con su vehículo es el ocio o el turismo y, como se puede deducir, es en verano y en otras temporadas vacacionales cuando más viajan en coche. De esa edad en adelante, las gestiones domésticas (acudir al médico o hacer la compra) pasa a ser el principal motivo de los desplazamientos en el vehículo particular.


Perdemos capacidades

El Reglamento General de Conductores no establece un límite de edad legal para dejar de conducir, pero no podemos obviar que las habilidades necesarias para conducir con seguridad pueden comenzar a deteriorarse a partir de los 55 años de edad, disminuyendo de forma importante después de los 75 años.

Como explica el Dr. Jesús Minaya, especialista en seguridad y conducción y miembro de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG), “existen cambios fisiológicos propios del envejecimiento que pueden influir negativamente en la capacidad para conducir, como son las alteraciones visuales (disminución de la agudeza visual, cataratas, glaucoma, problemas de retina), la pérdida de audición, la disminución de la fuerza muscular o la ralentización de la capacidad de reacción”.

Igualmente, según detalla este especialista, el consumo de fármacos puede afectar también la capacidad de conducir.


Conservar la autonomía personal

Aunque cada persona deba ser capaz de darse cuenta de si está en plenas facultades para la conducción de un vehículo, es necesario contar con el criterio médico, que es mucho más fiable que la apreciación subjetiva de nuestras propias capacidades. Las personas mayores no deben esperar a las pruebas psicotécnicas que impone el reglamento, sino que se les recomienda realizarse pruebas generales con más frecuencia, sobre todo de vista y oído, para tener la garantía de que están en condiciones óptimas para conducir. También es muy conveniente que estos conductores pregunten siempre a su médico por los efectos secundarios de los medicamentos que le recetan, por si pudieran afectar a su capacidad de reacción al volante. Algunos de estos efectos pueden ser somnolencia durante el día, aturdimiento, malestar general o dolor de cabeza, molestias que no son compatibles con manejar un vehículo de motor sin riesgo de un posible accidente.

Los geriatras defienden que las personas mayores sean lo más autónomas e independientes posible en todos los aspectos de la vida, pero siempre de una forma segura para ellos y para los demás.

Si su deseo es seguir conduciendo, los médicos especializados en mayores les apoyan en esta decisión, siempre que sus capacidades se lo permitan, para lo cual estas revisiones médicas frecuentes son imprescindibles.


Experiencia sí, pero… ¿Exceso de confianza al volante?

En general, los conductores mayores no practican conductas de riesgo o agresivas, son prudentes y tienen bajos índices de siniestralidad, como demuestra el hecho de que las mutuas y aseguradoras no les penalicen por ser mayores.

Sin embargo, en muchos casos, el problema principal que puede surgir es el de exceso de confianza: creen que son buenos conductores y que su experiencia puede compensar los efectos de la edad. Un consejo: nunca bajes la guardia.

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