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La actividad física es esencial para el buen funcionamiento del cuerpo y de la mente y para un envejecimiento saludable de las células, los órganos, las articulaciones y las neuronas. Pero, antes de empezar, lo primero que debemos hacer es someternos a un chequeo. Esto permitirá al médico determinar qué actividad física puede hacer cada persona en función de posibles riesgos de osteoporosis u otras dolencias óseas o articulares. En cualquier caso, la actividad debe ser frecuente. «Los beneficios de practicar actividad física superados los 65 años de edad son cada vez más evidentes, sobre todo si esas actividades se practican a diario», sostiene Manuel Martínez-Sellés, presidente de la Sección de Cardiología Geriátrica de la Sociedad Española del Corazón.
LA ACTIVIDAD FÍSICA ACTÚA COMO UN PROTECTOR FRENTE AL DETERIORO COGNITIVO
Aunque esos beneficios son múltiples, Martínez-Sellés explica que entre las principales ventajas de hacer alguna actividad física figura la de prevenir dolencias óseas, como la osteoporosis, y cardiovasculares, al mejorar tres de los cuatro factores de riesgo que provocan su aparición: el colesterol, la hipertensión y la diabetes –el tabaco es el cuarto–.
Protege tu mente
Otros beneficios derivados de la práctica de alguna actividad deportiva residen en el hecho de que cuanto más ágil esté el cuerpo, más difícil será la pérdida de masa muscular y de fuerza, lo que reduce la dependencia de terceros y aumenta las posibilidades de valerse por sí mismos.
En el plano mental, Martínez- Sellés recuerda que la actividad física también actúa como un protector del deterioro cognitivo y como un freno del desarrollo de algunas enfermedades mentales, como el alzhéimer, además de reducir el riesgo de padecer depresión, ansiedad y estrés. Algo que también está vinculado a la actividad social de los mayores de 65 años. Pese a todas las ventajas que suponen para ese colectivo las prácticas deportivas, el especialista advierte de que
«en España se hace muy poco ejercicio, siendo particularmente grave el sedentarismo de los ancianos, sobre todo en las ciudades». Un sedentarismo que, a su juicio, debería ser combatido con más intensidad por parte de las instituciones públicas, que «deberían hacer más campañas para animar a los mayores a hacer más ejercicio», y de las propias instalaciones deportivas, que deberían hacer mucho más para atraerles a sus centros. «Es muy beneficioso que un anciano vaya a un gimnasio, hasta el punto de que podríamos incluso plantearnos pagarles por ir, porque cuando van están ahorrando a la Seguridad Social», concluye.
Consejos y precauciones
- Consulta a tu médico si estás decidido a hacer ejercicio. Tu historial y una prueba de esfuerzo determinarán qué tipo de ejercicio puedes practicar.
- Realiza siempre ejercicios de calentamiento.
- Ejercítate en grupo. Te dará seguridad y te ayudará a superar los problemas.
- No hay que llegar a la fatiga en ningún caso. El ánimo competitivo tampoco debe provocar tensión.
- El ejercicio debe ser ligero, de corta duración y con frecuentes descansos. Evita los deportes que supongan un reto para la vista o el equilibrio.
- No hagas deporte a última hora de la tarde: podría dificultar el sueño. La menor proporción de glándulas sudoríparas en las personas mayores dificulta la pérdida de calor, así que evita el ejercicio en ambientes calurosos o con un alto grado de humedad.
- Detén la actividad ante cualquier síntoma anormal.
- Termina la actividad con ejercicios de enfriamiento.
¿Qué deporte podemos practicar?
Marcha
Es beneficiosa en todas sus modalidades, como el paseo o el senderismo –que, además, exige a quien lo practica salir a la naturaleza–. Si la práctica de esta actividad es diaria bastaría con hacerla durante una hora al día.
Nadar
Es recomendable siempre y cuando las personas que practiquen la natación no padezcan dolencias ni molestias en huesos o en articulaciones. El tiempo de práctica podría oscilar, en función de la intensidad, entre los 30 y los 45 minutos.
Ciclismo
Montar en bicicleta en circuitos seguros o utilizar una bicicleta estática, con una media, como en el caso anterior, de entre 30 y 45 minutos cada día en función de la intensidad con la que se haga tiene muchos beneficios.
Caza y pesca
Esta actividad se puede realizar cuando los lugares de residencia así lo permitan. Si no, siempre puede ser una excusa para organizar una excursión a la naturaleza.
Tenis o pádel
Estos dos deportes son bastante exigentes e implican movimientos rápidos e impactos, por lo que solo podrán ser practicados por personas que no sufran dolores de huesos o de articulaciones, y sin afanes competitivos. También es recomendable estar en buena forma para practicarlos, así que no son los más aconsejables para un principiante.
Gimnasia
Se pueden practicar diversos tipos de gimnasia. Por ejemplo, la derivada de ejercicios de mantenimiento, la que puede hacerse en las instalaciones gratuitas de los parques públicos o la que lleva implícita la práctica de los bailes de salón.
Equitación
Montar a caballo o practicar remo o esgrima son deportes muy recomendables, pero, por la técnica que requieren, es mejor tener experiencia previa.
Golf
Es un ejercicio cardiovascular suave, que no implica impacto en las articulaciones y pone al que lo practica en contacto con la naturaleza. Además, este deporte sirve para intensificar las relaciones sociales, ya que propicia la conversación.