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En otras ocasiones, estos indeseables visitantes no llegan desde muy lejos: de la nariz o de los senos paranasales. Cuando estos sufren una infección, se genera una mucosidad que puede bajar por la parte posterior de la garganta, irritándola e infectándola también.
Al tratarse de infecciones causadas por virus, para hacerles frente no nos sirven de nada los antibióticos, puesto que estos sólo actúan contra las bacterias. Aunque el médico nos puede recetar medicamentos que alivian el dolor y reducen la inflamación (ibuprofeno, paracetamol), siempre podemos probar con remedios naturales que podemos preparar nosotros mismos en casa.
Miel y limón
- En una cucharada grande de miel, echa un chorro de zumo de limón y tómatela saboreando bien la mezcla. Además de una delicia, esta combinación te aportará vitamina C (del limón), que tiene la capacidad de estimular el sistema inmunitario frente a la acción de los microorganismos. La miel contribuye a suavizar la inflamación, propiciando la curación de las zonas irritadas de la garganta. Es posible que te haga más efecto si lo tomas por la noche, antes de acostarte.
- Puedes preparar un té de la variedad que más te guste agregándole el zumo de medio limón y su cáscara rebanada, para que tenga una mayor concentración. Endulza la infusión con una cucharada de miel.
¡A hacer gárgaras!
Un truco que suele ser eficaz contra el dolor de garganta es hacer gárgaras con un vaso de agua tibia al que le añadiremos una cucharadita de sal o de bicarbonato. Además de bajar la inflamación de la mucosa faríngea, hacer gargarismos con esta mezcla varias veces al día te ayudará a disolver la mucosidad que se deposita en las paredes de la garganta.
Ajo crudo, lleno de virtudes
Una de ellas –que comparte con la cebolla– es su acción mucolítica, a la que se suma su capacidad antiséptica natural, por lo que es idóneo para tratar infecciones respiratorias. Añádelo picado, por ejemplo, a tus ensaladas.
Infusión de tomillo
El tomillo puede aliviar las molestias leves de garganta tomándolo en forma de infusión.
¿Cómo se hace? Sólo hay que hervir una cucharada grande de tomillo en agua. A continuación, déjalo reposar diez minutos y cuela el agua y viértela en una taza. Si lo deseas, añade zumo de limón y una cucharadita de miel para potenciar su acción.