En invierno estamos expuestos a un mayor número de enfermedades. Aprende a combatir el mal tiempo y ganarás en salud.


Aunque el frío puede afectar a nuestra piel, nuestro sistema respiratorio e incluso nuestro estado de ánimo, "normalmente las personas vivimos adaptadas a las zonas donde vivimos y culturalmente sabemos lo que debemos hacer en cada ocasión", explica el doctor Rafael Simón, Especialista del Hospital Vithas Medimar Internacional de Alicante. No obstante, llegadas las bajas temperaturas, no está de más recordar cómo debemos comportarnos frente al frío.

Cuidarse con la edad

A medida que cumplimos años, se produce un envejecimiento del sistema de termorregulación del cuerpo, es decir, los detectores de la sed, el calor o el frío ya no funcionan como antes. Además, cuando se detecta el cambio, se produce tarde porque el cerebro envía las órdenes para regular y modificar la temperatura con más lentitud de la que debiera. Por este motivo, cuando nos hacemos mayores debemos vigilar más la temperatura exterior y abrigarnos bien.

¡Hogar dulce hogar!

La temperatura ideal en el hogar está entre los 19 y 21 °C. Cada grado que subimos la temperatura de la calefacción no solo afecta a nuestro bolsillo (se incrementa en un 7 % el consumo de energía) sino que también provoca un exceso de calor y una sensación de malestar térmico.

Por el contrario, contar con demasiado frío en casa aumentará las probabilidades de que te constipes: las bajas temperaturas en la nariz debilitan el sistema inmune, que no responde con la misma eficacia ante la infección del virus que provoca el resfriado. Un estudio publicado en la revista científica americana PNAS, concluyó que el rinovirus (principal responsable de los resfriados) se reproducía mejor en el ambiente más fresco de la nariz que a la temperatura superior de los pulmones.

Precauciones

Al salir al exterior, asegúrate de que utilizas las prendas adecuadas. Utiliza un gorro ya que perdemos en torno a un 50 % de nuestro calor corporal al llevar la cabeza descubierta. De hecho, eliminamos calor a través de cualquier superficie que no esté bien aislada. Ponernos una bufanda y unos guantes es tan efectivo como añadir un jersey.

Las manoplas son incluso una opción mejor ya que los dedos generan más calor si están juntos los unos a los otros.

En el domicilio, no conviene utilizar braseros ni chimeneas, opta por calefacción central adecuadamente homologada.

Estado de ánimo

Varias investigaciones parecen indicar que las personas de países fríos tienden a tener más depresión que las de los países mediterráneos, sobre todo durante el invierno. No se conoce el motivo último pero se cree que está relacionado con nuestros ritmos biológicos, por el tiempo de actividad del sol y por las limitaciones para salir al exterior.

Por otro lado, según un estudio publicado en la revista Nature Scientific Reports, el viento transporta un agente nocivo que provoca el síndrome de Kawasaki, una enfermedad poco común en los niños que involucra inflamación de los vasos sanguíneos y se presenta con mayor frecuencia en Japón. Además, hay investigaciones que vinculan un aumento de las urgencias psiquiátricas en días nublados o lluviosos, así como un crecimiento de los delirios con una humedad superior al 60 % y de los trastornos obsesivos compulsivos a más de 30 °C.

Hipotermia

Se produce cuando el cuerpo pierde calor más rápido de lo que puede producirlo. El resultado es una temperatura corporal anormalmente baja.

Cuando esto nos ocurre, sentimos somnolencia, confusión y torpeza en los movimientos. Dado que se da de forma gradual y afecta al pensamiento, es posible que no nos demos cuenta de que necesitamos ayuda, lo cual la hace especialmente peligrosa la enfermedad.

Una temperatura corporal por debajo de 35 °C constituye una emergencia médica y puede conducir a la muerte si no se trata de forma rápida.

Si pasas mucho tiempo al aire libre en climas invernales tienes riesgo de sufrirla. También puede darse por tener frío y estar mojado, o permanecer en aguas heladas durante mucho tiempo. Los bebés y las personas mayores presentan un riesgo especial por lo que es conveniente que nunca duerman en habitaciones frías.

En enero, más alerta

Se trata del mes con más muertes en España, como confirman los datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE). Entre 1975 y 2015, en ese mes murieron casi un 24 % más de personas que las que mueren de media el resto de meses del año.

Algunos años, como en 2005, la diferencia llegó a ser del 48,9 %. ¿Qué pasa en este mes para que haya un pico de defunciones? Entre otras causas, con el frío, las personas más frágiles están en mayor riesgo de infecciones por el virus de la gripe y otras bacterias, como las neumonías.

Por este motivo, se deben desarrollar planes de prevención contra el frío del mismo modo que ya existen frente al calor. Actualmente, las olas de frío en España causan más muertes que las del calor.

Nuestra piel

El frío afecta más a las pieles secas y finas que a las grasas. También sufren más las sensibles y atópicas, donde se pueden llegar a producir rojeces y patologías como la rosácea o cuperosis. Por otro lado, la falta de humedad en la piel aumenta con el viento, el frío y las calefacciones. Por ello es tan importante en pieles secas o atópicas usar cremas hidratantes. ¡Y no te olvides de la protección solar! Estudios recientes demuestran que el 80 % de las radiaciones ultravioletas las tomamos en épocas que no son verano. Por último, debes tener en cuenta que no toda la piel del cuerpo sufre de igual manera las consecuencias del frío. Es fundamental protegerse la cabeza, las manos y el rostro, en definitiva, las partes del cuerpo que más expuestas están al frío durante el invierno.

 

 

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