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Estamos más estresados en esta época de crisis? No hace falta consultar a ningún experto, todos sabemos que la respuesta es sí. La inestabilidad laboral, las dificultades económicas, la enorme velocidad con la que vivimos y la falta de tiempo para atender nuestras propias necesidades nos mantienen en una constante situación de tensión que no solo nos altera psicológica y emocionalmente, sino que también puede terminar haciendo mella en nuestra salud si no hacemos nada por evitarlo.
Un poco es bueno
Aunque el solo hecho de nombrarlo nos produce agobio, el estrés no es malo en sí mismo. En realidad es el mecanismo fisiológico con el que el cuerpo responde ante cualquier situación que juzgamos amenazadora o desafiante: el sistema nervioso libera hormonas para activar los sentidos, los músculos se tensan, el corazón se acelera, la respiración se vuelve más agitada, la adrenalina se dispersa por toda la sangre y la mente aumenta su estado de alerta. En suma, se produce una activación del organismo tan natural como conveniente, pues está diseñada para poner a salvo nuestra vida. El problema viene cuando esa reacción de alerta normal entra a formar parte de nuestra vida cotidiana y dura mucho tiempo. si esto ocurre, el estado físico inicial de alerta y nerviosismo da paso a confusión, fatiga, irritabilidad, incapacidad para concentrarse y tomar decisiones, dolores de espalda y de cuello, sensación de falta de aire, tics, mareos, malestar estomacal, insomnio, ansiedad y, en casos más graves, depresión.
El caldo de cultivo está servido para la aparición de problemas físicos que se manifiestan de manera difusa, sin causa aparente, y que, por ello, son difíciles de diagnosticar.
Las estadísticas reflejan que el estrés acecha en mayor medida a mujeres, aunque suelen tener más capacidad para expresar sus emociones que los hombres.
¿Cómo afecta a la salud?
- Corazón y sistema circulatorio: El estrés puede aumentar el ritmo cardíaco y provocar una elevación de la tensión arterial, lo que favorece el desarrollo de la aterosclerosis y que se desencadenen complicaciones cardiovasculares asociadas, como infartos de miocardio. Además, no ser capaz de manejar correctamente las situaciones de estrés generalmente desencadena comportamientos perjudiciales para el corazón: una persona estresada descuida su alimentación, lleva una vida sedentaria y es más probable que fume o consuma demasiado alcohol, con lo que estará empeorando su salud cardiovascular presente y futura.
- Cabeza: La tensión nerviosa puede original frecuentes cefaleas tensionales. En personas que padecen migraña, puede ser el detonante de repetidas crisis.
- Piel, cabello y uñas: Puesto que el estrés acentúa los problemas circulatorios, el menor flujo de sangre y oxígeno hacia la piel hace que esta tenga una apariencia pálida. además, el estrés libera sustancias químicas inflamatorias que pueden desencadenar brotes de acné, psoriasis, eczema o dermatitis atópica. asimismo el estrés tiene mucho que ver con determinados casos de caída del cabello y de uñas quebradizas.
- Cerebro: Las personas que están sometidas a períodos prolongados de estrés tienen mayor riesgo de sufrir enfermedades neurodegenerativas como Alzheimer u otras demencias. Ello se debe a que el estrés aumenta la producción de cortisol, una hormona que, en altos niveles, reduce el volumen del hipocampo por la pérdida de neuronas y conexiones entre ellas, lo que afecta el aprendizaje y la memoria.
- Aparato digestivo: Los nervios contenidos afectan al estómago, pudiendo provocar malas digestiones, diarreas, estreñimiento, reflujo, gastritis o aumentar los síntomas del colon irritable.
- Sistema inmunitario: El estrés puede debilitar las defensas del organismo, lo cual está relacionado con el desarrollo de enfermedades infecciosas o distintos tipos de cáncer.
10 consejos para una vida más tranquila
- Descansa todo lo que necesites. Duerme ocho horas diarias y mantén un horario regular para acostarte y levantarte. Recargarás energías y tendrás la mente despierta durante el día.
- Lleva una alimentación completa y equilibrada. Que no te falten todo tipo de vitaminas y minerales para que tu cuerpo funcione al evitar la acción oxidante de los radicales libres. Alimentos como el plátano, las almendras o las pipas de girasol tienen acción relajante. Evita consumir en exceso sustancias excitantes como la cafeína o la teína.
- Confía en los remedios naturales. Aficiónate a las infusiones de valeriana, hierba de san Juan, tila, melisa o gingseng. Te ayudarán a relajarte, favorecerán tu descanso y equilibrarán tu organismo en los momentos de mayor tensión.
- Haz ejercicio físico. Está demostrado que la actividad física no solo libera la tensión que se acumula en la musculatura, sino que además estimula la producción de hormonas “del bienestar” como las endorfinas y la serotonina, al tiempo que reduce los niveles de adrenalina. Además, el ejercicio favorece la concentración y ayuda a descansar.
- Date tiempo. Nadie nace sabiendo. Siempre que comiences algo nuevo, permítete un periodo de aprendizaje.
- Dedícate el tiempo libre. Aprende a desconectar, pero “de verdad”. Al llegar a casa después de trabajar, los fines de semana y en vacaciones, piensa solo en ti y en los tuyos. Aprovechad el buen tiempo y salid a pasear o haced juntos cualquier actividad que os guste.
- Organízate mejor. Deja a un lado la improvisación. Planifica por escrito todo lo que tienes que hacer durante el día, la semana y el mes. Evitarás sobresaltos y despistes.
- No recurras al alcohol, a drogas o a la automedicación. Nunca son la solución a los problemas. Al contrario, con ello solo conseguirás agravarlos.
- Busca ayuda si la necesitas. Comparte tus preocupaciones con tu gente de confianza. si te sobrepasa la ansiedad, consulta a un psicólogo: no hay de qué avergonzarse, está para ayudarte.
- Si las cosas no van bien, tómatelas con humor. Dale a cada problema el valor que realmente tiene, afronta las dificultades de manera positiva y confía en tu capacidad para salir adelante.
Tiende a relajarte
En medio del ajetreo cotidiano, es difícil saber por uno mismo qué hacer para bajar el nivel de estrés. Conocer algunas técnicas de relajación como complemento del ejercicio físico es siempre de gran ayuda.
- Practica la respiración abdominal: toma aire lentamente por la nariz y llévalo hacia el abdomen, de manera que este se hinche como un globo poco a poco. Después, espira despacio por la boca, concentrándote en el aire.
- Estira todo el cuerpo: Por grupos musculares (piernas, brazos, espalda, cuello y hombros...), lentamente y sin forzarte. al liberarse la tensión del cuerpo, también se relajará tu mente.
- Prueba el Yoga: Es una técnica excelente para aliviar el estrés. se trata de una serie de movimientos y pausas en combinación con la respiración profunda. Puedes aprender en muchos gimnasios y centros deportivos.
No existe una "fórmula magistral" para vivir sin estrés. La clave está en tener una actitud positiva y en ser conscientes de nuestros propios límites.