Una presión intraocular elevada puede provocar, a largo plazo, la aparición del glaucoma, una enfermedad que, según la OMS, afecta a 60 millones de personas. Por suerte, se puede prevenir con revisiones y vida saludable.

Nuestros ojos son como esferas llenas de líquido que necesitan mantener una presión adecuada para funcionar con normalidad. Los fluidos del interior del ojo (el humor vítreo y el humor acuoso) ejercen presión sobre las estructuras que conforman el globo ocular y contribuyen a que el ojo mantenga su forma de esfera. Eso es lo que se denomina tensión ocular o presión intraocular.

El humor vítreo forma buena parte del volumen interno del ojo, como una especie de malla estática que contiene líquido. Mientras, el acuoso, que se acumula entre la córnea y el cristalino, se recambia continuamente y es decisivo para mantener la presión intraocular. Como en el caso de los neumáticos, una presión demasiado baja o alta determina la forma y funcionamiento del órgano visual.

Se consideran registros normales de presión intraocular los situados entre 10 y 20mmHg (medida de presión de los fluidos que significa milímetros de mercurio), y puede cambiar por diversas circunstancias. Por ello, se deben combinar varias medidas (diferentes días, distintas horas) para acertar en la medición, ya que una sola medida alta no determina por sí misma un problema.

¿Por qué es importante saber si padecemos una tensión ocular alta? «Es el principal factor de riesgo del glaucoma, una enfermedad que engaña porque no da síntomas hasta que la pérdida de visión es severa; por eso se llama coloquialmente el 'ladrón silencioso de la vista'. Al no llamar la atención, ni producir dolor ni ojo rojo, parece que no existe, pero nada más lejos de la realidad: es una de las principales causas de ceguera», explica el doctor Jorge Vila, director médico de Innova Ocular Clínica Vila.

Como el glaucoma en sus primeros estadios no da síntomas, la mejor manera de luchar contra esta enfermedad es la prevención. Las revisiones anuales a partir de los 40 o 50 años son fundamentales para atajar complicaciones que, de aparecer, requerirían medicación y cuidados para el resto de la vida. «Las visitas periódicas al oftalmólogo diagnostican precozmente la enfermedad, ya que pueden detectar de forma temprana la tensión ocular elevada. En el glaucoma, el diagnóstico precoz es la clave. Poco a poco se hace más extensa la cultura de hacer revisiones por el oftalmólogo y este es el mejor método para diagnosticar la enfermedad de forma temprana. Las revisiones son especialmente importantes si tenemos familiares con glaucoma o existe miopía u otras enfermedades de la vista», explica el doctor Vila.

¡Ojo al estrés oxidativo!

Se ha demostrado que el denominado estrés oxidativo, que puede estar originado por una elevada exposición al oxígeno, a la luz, a los rayos ultravioleta y a la contaminación, influye en la aparición del glaucoma. La buena noticia es que el estrés oxidativo se puede prevenir con pautas saludables como llevar una dieta rica en frutas y vegetales (y pescados azules ricos en Omega 3 como salmón, atún o sardinas), no fumar, practicar ejercicio físico de forma regular, tomar suplementos antioxidantes y extremar las precauciones ante la exposición solar. Deben tener más cuidado aún quienes padezcan diabetes (una enfermedad que puede sobreestimular el nervio simpático ocular y aumentar la presión), obesidad o hipertensión arterial.

En definitiva, unos hábitos de vida saludables beneficiarán, como a nuestro organismo en general, a la salud de nuestros ojos. No es difícil: diversos estudios han acreditado que prácticas tan sencillas y cotidianas como ingerir más agua durante la jornada o caminar un poco más cada día contribuyen a reducir la tensión ocular.

Relaja la mirada

Estos hábitos te ayudarán a relajar y tonificar tus ojos. Todo ayuda para mantenerlos sanos:

- Coloca el ordenador a la altura de los ojos, con un contraste y brillo adecuados y sin forzar la vista para leer. Además, descansa la vista cada 20 minutos y fíjala unos momentos en un punto lejano para variar el enfoque.

- Mover los ojos lentamente, de arriba a abajo, ayuda a tonificar la vista, y colocar la palma de la mano sobre el ojo, sin presionar, ayuda a relajarlo.

- Acostúmbrate a cerrar los ojos con más frecuencia: ayudará a que la sangre circule mejor. Y parpadea más.

- El estrés afecta a todo el organismo y, por tanto, eleva el riesgo de padecer tensión ocular alta. A más calma, menos presión.

La tonometría, la mejor prevención

La tensión ocular alta (sobre todo si se sufre durante un periodo prolongado de tiempo) es uno de los principales factores que pueden originar el glaucoma, que produce una lesión degenerativa e irreparable del nervio óptico.

El glaucoma es asintomático hasta que el daño ha avanzado y se hace evidente. ¿Cómo? Se reduce el campo visual, se perciben halos o reflejos y aparecen sensibilidad a la luz o dolores de cabeza. El glaucoma se detecta con pruebas como la tonometría (para medir la presión intraocular), la tomografía, para el fondo de ojo, o la paquimetría, para medir el grosor corneal.

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