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¿Qué es?
El TAC (siglas de Tomografía Axial Computarizada), también llamado escáner, es una técnica de diagnóstico que utiliza los rayos X y un ordenador para conseguir imágenes tridimensionales mucho más precisas de los diferentes órganos y tejidos que una radiografía convencional (equivale a muchas radiografías en una sola prueba), lo cual permite detectar enfermedades o lesiones que permanecían ocultas.
¿Para qué se utiliza?
En su origen, el TAC se diseñó para obtener imágenes detalladas del cerebro, pero hoy en día la técnica está más avanzada y permite obtener imágenes de cualquier parte del cuerpo.
Es especialmente útil para detectar hemorragias cerebrales, aneurismas (dilatación de la pared de una arteria), lesiones cerebrales, tumores y abscesos localizados en cualquier lugar del organismo, para evaluar diferentes enfermedades pulmonares, descubrir heridas internas o roturas viscerales (riñón, bazo, hígado...), lesiones de los huesos y de la columna vertebral.
La cantidad de radiación que recibe el cuerpo durante la realización de un TAC es bastante superior a la que recibimos cuando nos hacen una radiografía convencional. Se cree que no existen riesgos graves derivados de ello si esta prueba se realiza de manera excepcional, pero sí lo habría en el caso de que una persona se sometiera ella de forma repetida. Por este motivo, los médicos la restringen sólo a aquellos casos en que es estrictamente necesaria.
¿Qué preparación previa requiere?
- En ocasiones el paciente debe permanecer en ayunas las seis horas previas a la prueba.
- En ciertos casos, para facilitar la visualización de los órganos, vasos sanguíneos o un tumor, al paciente se le administra un líquido de contraste (bebido o inyectado en vena). La inyección puede resultar un poco molesta; algunas personas pueden sentir calor en el brazo.
¿Cómo se realiza?
- El TAC se realiza en una habitación aislada, con un aparato de grandes dimensiones que consta de una abertura en forma de tubo y de una camilla.
- Durante la prueba, el paciente está acostado en la camilla, que se desplaza hacia delante y hacia atrás controlada por un ordenador, de forma que la zona del cuerpo que se va a examinar quedará situada dentro de la abertura del aparato.
- Mientras permanezca sobre la camilla, el paciente debe quedarse totalmente quieto para no alterar los resultados de la prueba, y seguir en todo momento las indicaciones del técnico sanitario que le está atendiendo.
¿Cuánto tiempo dura?
Depende de la extensión de la zona del cuerpo que se vaya a explorar. Lo normal es que dure menos de una hora.
¿Qué riesgos puede implicar esta prueba para el paciente?
- Posible reacción alérgica en forma de uricaria como consecuencia del uso del líquido de contraste intravenoso.
- La realización de un TAC está contraindicada durante el embarazo, sobre todo en los tres primeros meses, debido a que se emplea una cantidad de radiación que puede dañar al feto, como puede hacerlo también el líquido de contraste intravenoso. Únicamente estaría indicada esta prueba si el médico considera que los beneficios para la paciente superan los riesgos.
- Por las características del aparato empleado para la realización del TAC, las personas con claustrofobia grave pueden tener problemas durante la prueba. Estos casos se deben comunicar a los médicos y técnicos de radiología, pues puede ser necesario un sedante suave para conseguir la relajación adecuada.
- Es importante comunicar también a los médicos y técnicos si se tiene asma, alergia o trastornos renales antes de someterse a la inyección de contraste.