Seguramente has visto más de una vez en la televisión a deportistas sobre una cinta de andar o en una bicicleta estática, y a su vez conectados a una máquina. Se trata de una prueba de esfuerzo, técnica que muestra la capacidad física de la persona, y que también se aplica a pacientes con problemas de corazón.

¿Qué es?

La ergometría o electrocardiografía de esfuerzo (como se denomina técnicamente a la prueba de esfuerzo) es un estudio que utilizan los cardiólogos para valorar el estado del corazón y diagnosticar una posible enfermedad coronaria. A esta prueba se les somete, principalmente, a pacientes con sospecha de cardiopatía isquémica (enfermedad del corazón por falta de riego sanguíneo), tras haber superado un infarto de miocardio o después de una cirugía coronaria.

¿Cómo funciona?

Para realizar la prueba, el especialista coloca en el pecho del paciente pequeños discos de metal llamados electrodos. Éstos están conectados a los cables de la máquina (derivaciones) que registra la actividad eléctrica del corazón. La pantalla del aparato va mostrando al cardiólogo los latidos del corazón mientras el paciente hace ejercicio físico.

¿Cómo se realiza? 

Hay dos variaciones: sobre una bicicleta estática o en una cinta de andar. Al principio, el paciente comienza a realizar el ejercicio suavemente y, poco a poco, se le va aumentando el ritmo y variando la intensidad, con el fin de simular la sensación de caminar o andar en bicicleta cuesta arriba. De esta forma, el médico puede ver cambios en el trazado del electrocardiograma y en los niveles de presión arterial, lo que puede significar que el corazón no está recibiendo el oxígeno suficiente. Otras señales que indican que algo no va bien son dolor en el pecho o falta de aliento al realizar el ejercicio.

Una vez realizada la prueba, el paciente se acuesta o se sienta para relajarse en una camilla hasta que puede reanudar sus actividades con total normalidad.

A las personas que no pueden realizar esfuerzos físicos se les administra un fármaco que simula los efectos del ejercicio.

¿Qué se analiza?

Es una prueba muy útil y completa porque permite analizar el electrocardiograma (signos de falta de riego o arritmias), la respuesta de la tensión arterial, la aparición de síntomas (angina de pecho) y la capacidad física del paciente durante la sesión.

Además, la prueba de esfuerzo se utiliza como complemento de otros exámenes médicos. Por ejemplo, un electrocardiograma en reposo puede no mostrar alteraciones, aunque existan lesiones coronarias, por lo que es necesario someter al paciente a una prueba de esfuerzo.

¿Tiene algún riesgo?

Esta prueba siempre debe estar vigilada por un cardiólogo por si surgiera alguna complicación, pero por sí misma no conlleva ningún peligro para la salud. La presencia del especialista asegura el poder atender al paciente en todo momento y ante cualquier contratiempo.

¿Cómo prepararse para la prueba?

Antes de acudir a la prueba, es importante seguir una serie de pautas para que los resultados obtenidos sean fiables. Se recomienda no comer ni beber nada cuatro horas antes de ir a la cita, y evitar el café, el té, las bebidas con alcohol y el tabaco. Tampoco es aconsejable realizar cualquier actividad física intensa en las 12 horas anteriores. Para hacer el examen médico en las mejores condiciones, lo mejor es llevar ropa confortable y calzado cómodo, preferentemente deportivo.

¿Sirve para todo el mundo?

Aunque no conlleva un riesgo para la integridad física, ciertas personas no las puede realizar. Se descarta en pacientes que hayan sufrido un infarto de miocardio en los últimos dos días y en quienes tengan angina de pecho, arritmias o insuficiencia cardiaca incontroladas, estenosis aórtica severa sintomática, embolia pulmonar o disección aórtica. En otros casos, como los pacientes diabéticos o con enfermedades infecciosas agudas, también existen contraindicaciones.

¿Sólo si se está enfermo?

Las pruebas de esfuerzo no sólo se realizan a pacientes con problemas cardiacos. Los deportistas, las personas que van a comenzar a hacer ejercicio por primera vez, discapacitados y todo aquel que quiera saber en qué condiciones está su corazón, se pueden someter a ella. Con sus resultados conocerán su capacidad física, qué posibilidades tienen para realizar ciertas actividades y así planificar un entrenamiento adaptado a ellos.

Además, cada vez se realiza más a personas con cardiopatías no coronarias, como los portadores de marcapasos o válvulas, pacientes con insuficiencia cardiaca, etc.

La prueba de esfuerzo no supone ningún riesgo para la salud, pero siempre debe ser supervisada por un médico.

 

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