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Son dos alteraciones diferentes, aunque su nombre sea similar. Mientras que la hipertensión arterial es el aumento de la presión de la sangre que circula por las arterias de nuestro organismo, la hipertensión ocular es el incremento de la presión que ejerce contra la pared del ojo el líquido contenido en el globo ocular (humor acuoso). La función de este líquido es asegurar que el ojo mantiene su forma esférica, necesaria para una correcta visión. Si el sistema de drenaje interno de este líquido falla y se bloquea, la presión del mismo en el interior del ojo aumenta. La presión intraocular normal oscila entre 10 y 21 mm Hg. Por encima de 22 mm Hg de presión, los especialistas consideran que se trata de una situación de alto riesgo que puede dar lugar a la aparición de glaucoma.
El mecanismo que provoca este aumento no guarda relación con la hipertensión arterial. Es decir, las personas con tensión arterial alta no tienen por qué tener también hipertensión ocular, ni viceversa.
¿Cómo vemos con glaucoma?
El aumento de presión intraocular que se produce en el glaucoma daña las células que componen las fibras nerviosas retinianas que están conectadas con el nervio óptico. Como consecuencia, se produce la muerte de estas células. Si no se trata la enfermedad, de manera progresiva van apareciendo alteraciones significativas en la visión: al principio, se ve un punto negro en el centro de todo aquello que se mira.
Más tarde la pérdida de visión avanza hacia la periferia del campo visual y también aumenta centralmente, afectando a acciones tan cotidianas como conducir, cruzar una calle o incluso reconocer a las personas.
En fases avanzadas quedan tan solo “islas” de visión, situación que suele evolucionar hacia una pérdida visual importante e irreversible, o a veces a una ceguera total.
Hazte revisiones
Según señala el Consejo General de Colegios de Ópticos-Optometristas, en España padecen glaucoma más de un millón de personas de los 45 años, pero la mitad lo desconoce debido a la ausencia de síntomas en sus inicios, pero el 95% los casos de ceguera por esta causa se podrían evitar con un diagnóstico temprano.
Mediante revisiones oculares rutinarias al menos una vez al año a partir de los 45 años podemos adelantarnos a la aparición del glaucoma, sobre todo si tenemos predisposición a padecer la enfermedad o de haber comenzado a notar algún grado de pérdida de visión. Conocer cómo está nuestra tensión ocular nos permitirá ponernos en tratamiento a tiempo en caso de que esté elevada. El óptico-optometrista nos derivará al oftalmólogo en caso de apreciar cualquier anomalía.
La presión intraocular se mide mediante una técnica llamada tonometría, que se puede realizar mediante dos procedimientos:
- Por chorro de aire: Un tonómetro electrónico dirige un chorro de aire contra la córnea. La deformación corneal es registrada en el tonómetro y a partir de ella se calcula la presión intraocular. La medición es muy rápida y no ocasiona molestias.
- Por aplanación: La punta de un tonómetro de contacto toca ligeramente la superficie de la córnea, midiendo en el momento la resistencia del globo ocular a dicha presión. Se tarda un poco más de tiempo que con la otra modalidad, pero tampoco molesta.
Para descartar diferentes alteraciones oculares (en la retina o en la córnea, por ejemplo), esta medición se puede complementar con un análisis morfológico de la papila (se estudia si existen alteraciones en la anatomía del nervio óptico), pruebas perimétricas (estudio de la sensibilidad de las células de la retina en los distintos puntos del campo visual) y determinados métodos de medición del espesor de la capa de fibras nerviosas de la retina.
Este examen tan completo es necesario, puesto que solo con la medición de la presión intraocular pueden pasar inadvertidos glaucomas poco frecuentes en los que la presión se sitúa dentro de los límites normales.
Tratamiento
Los daños que produce el glaucoma es irreversible y todos los tratamientos se orientan a frenar su progresión. En los casos en que los colirios no tienen el efecto deseado se valora el tratamiento quirúrgico, con láser o mediante otros tipos de cirugía.
Presión arterial alta: así afecta a los ojos
La hipertensión arterial no está relacionada con la hipertensión intraocular, pero sí con otras afecciones importantes, como la retinopatía hipertensiva. La presión arterial elevada, si no se controla, produce un deterioro progresivo de las arterias de la retina, ya que estas se estrechan para amortiguar la presión excesiva con la que entra la sangre en el ojo, intentando así que no perjudique los tejidos. Como consecuencia, las paredes de estos vasos sanguíneos se engrosan, y al cruzarse con una vena, la estrangulan cada vez más, impidiendo la adecuada circulación de la sangre.
- Se pueden producir alteraciones importantes en la retina en casos de hipertensión arterial severa, con cifras muy descontroladas, o de crisis hipertensivas frecuentes (aumentos repentinos de la presión arterial muy intensos). Estos daños pueden presentarse sin que en un primer momento se noten síntomas.
- Para detectar estos signos, los oftalmólogos y ópticos-optometristas exploran el fondo de ojo mediante con una lámpara denominada oftalmoscopio, para lo cual se requiere aplicar un colirio especial que dilata la pupila. Esta prueba deben realizársela de manera rutinaria todas las personas diagnosticadas de hipertensión arterial. La información que ofrece esta prueba es muy importante, porque si hay alteraciones en las arterias del ojo también pueden haber daños incipientes en otros órganos, como los riñones, el cerebro o el corazón.
¿Quiénes son más propensos?
Algunas personas tienen mayor probabilidad de desarrollar glaucoma por tensión intraocular elevada y, por lo tanto, se deben realizar controles oftalmológicos más frecuentemente. ¿Eres una de ellas?
- Mayores de 45 años.
- Familiares directos de personas afectadas por glaucoma.
- Pacientes diagnosticados de tensión intraocular alta en revisiones anteriores.
- Personas con diabetes.
- Miopes con más de cinco dioptrías.
- Pacientes medicadas con corticoides.
- Personas que han sufrido un golpe en un ojo o en los dos.
Aunque creas que ves bien, los primeros síntomas del glaucoma no se aprecian. Revísate una vez al año