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Se obtiene a base de té (rojo, negro, rooibos), azúcar y cultivos de kombucha, una simbiosis de levaduras y bacterias beneficiosas para la salud. Con ello, se consigue una bebida de excelente sabor que aporta muchas propiedades.
Flora intestinal
La fermentación del té kombucha ayuda a la regulación intestinal, normaliza el tránsito y también posee propiedades antivíricas y antibacterianas, reforzando el sistema inmunológico. Por otro lado, actúa como desintoxicante del organismo, mejora la digestión y facilita la absorción de nutrientes.
Bebida fermentada
Para hacerlo en casa los expertos recomiendan utilizar tés ecológicos de primera calidad y azúcar blanco, porque se digerirá mejor por la colonia de bacterias y levaduras durante el proceso de fermentación. La fermentación convertirá el azúcar en ácidos, vitaminas, minerales, enzimas y dióxido de carbono. El resultado es una bebida efervescente, ácida y muy refrescante, rica en vitaminas, enzimas, ácidos orgánicos esenciales, minerales y hierro, si se utiliza rooibos. La elaboración es bastante sencilla, pero hay que seguir unas normas higiénicas estrictas, por lo que optar por té embotellado también es una buena decisión. Se pueden encontrar muchas variedades de té kombucha, con sabor a jengibre, granada, limón o frutos rojos.
Como pauta se suele recomendar un vasito de esta bebida por la mañana y otro a media tarde. Es preferible no tomarlo por la noche antes de acostarse.
La kombucha aporta vitaminas para una piel sana y probióticos que regulan la flora intestinal
Ten cuidado si...
Al ser una simbiosis de levaduras, aquellas personas que sufran de cándidas deben de mantenerse lejos de esta bebida. También está contraindicada para aquellos pacientes que tengan anomalías a nivel inmunológico, intestinal o hepático. En estos casos, se debe consultar primero con un profesional de la salud antes de tomar este tipo de té.